Desde que está en Economía, el funcionario continuó mecanismos que distorsionan la actividad y con la sequía sus medidas de asistencia fueron tardías
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En agosto del año pasado, luego de asumir como ministro de Economía, Sergio Massa le envió un mensaje en público a la Mesa de Enlace: instó a los dirigentes a “trabajar juntos en el desarrollo de ese sector tan potente”.
Cuando ya pasaron más de 10 meses de ese mensaje, y ahora que Massa fue ungido candidato a presidente de Unión por la Patria, el balance sobre la gestión del ministro en la relación con el campo no ha mostrado avances o éxitos contundentes.
Massa se quedó con el control de la cartera de Agricultura que tenía Julián Domínguez. Hizo lo mismo con Desarrollo Productivo que manejaba Daniel Scioli. Al quedarse con esos resortes bajo Economía, puso a Juan José Bahillo como su secretario de Agricultura. Así, lo que era un Ministerio de Agricultura quedó rebajado al rango de Secretaría en el marco de Economía.
El ministro de Economía solo tuvo, hasta el momento, dos encuentros con el pleno de la Mesa de Enlace. El primero fue en agosto luego de asumir en el parque industrial de Escobar, un lugar elegido por Massa que días previos jugaba al misterio sobre dónde se iba a dar la cita. El segundo ocurrió en enero pasado en el marco de la sequía.
Después hubo otras dos reuniones, no con toda la Mesa de Enlace, donde el ahora candidato a presidente buscó mostrarse cerca del campo. Uno fue días antes de la primera versión del dólar soja de septiembre pasado con los dirigentes de Federación Agraria Argentina (FAA), Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) y Coninagro. Allí les anticipó el dólar soja. Esa vez la Sociedad Rural Argentina (SRA) no asistió porque su presidente, Nicolás Pino, estaba de viaje en el interior. El otro fue hace unas días cuando visitó a Elbio Laucirica, presidente de Coninagro, y lo hizo con $1000 millones bajo el brazo para las cooperativas de esa entidad.
Cuando lo vio por primera vez, la Mesa de Enlace le había solicitado a Massa el fin de las trabas a la exportación de carne, maíz y trigo y le planteó, entre otros temas, la preocupación por el peso de las retenciones. Anécdotas de la reunión, luego de esa reunión Carlos Achetoni, presidente de FAA, había revelado que Massa les dijo que no iba a ser candidato en 2023.
En tanto, cuando en medio de la sequía volvió a encontrarse con el ministro, en ese momento en la sede de INTA Castelar, la agrupación del campo se llevó la promesa del armado de una mesa de trabajo y medidas para afrontar la sequía.
Pasado el tiempo, para el campo unas cuantas cosas han quedado claras. Por un lado, Massa no se movió un centímetro de la política agropecuaria que vino aplicando el oficialismo: mantuvo los llamados “volúmenes de equilibrio en trigo y en maíz”, un mecanismo instaurado por su antecesor, Domínguez, que impide que se exporte más allá de lo que quiera el Gobierno.
Por otra parte, siguió con las retenciones y con la veda a la exportación de siete cortes populares de carne vacuna. Esto último es un decreto de Alberto Fernández pero Massa no impulsó cambios. Las exportaciones de carne en volumen han crecido, pero sin ese cepo a los siete cortes se podría vender más al exterior.
Distorsiones
También continuaron mecanismos como el Fondo Estabilizador del Trigo (FETA), que se nutrió de las retenciones al sector de la harina y el aceite de soja, y el fideicomiso aceitero, todo con la excusa de evitar una suba de los productos internos que igual ocurrió.
Así como Massa no se movió de los mecanismos de control al sector, en la ayuda ante la peor sequía de la historia exhibió flaquezas. Anunció beneficios automáticos por la emergencia, sin necesidad de trámites, vía la AFIP. Eso se cumplió en parte ya que en las últimas semanas afloraron quejas por demoras en algunas regiones. El destino de fondos de asistencia fue reducido en comparación a los más de US$21.000 millones que no entrarán al país por la menor producción debido a la sequía.
También prometió la remoción de una normativa del Banco Central que castiga con créditos más caros a los productores que almacenan más de un 5% de soja. Esa medida, que nació al calor de la primera edición del dólar soja, nunca fue modificada. Hace unas semanas, Massa le envió una carta al presidente del Banco Central (BCRA), Miguel Pesce, aconsejando su derogación. La carta se envió y llegó a destino, pero la norma del BCRA sigue inalterable.
En un escenario de múltiples dólares, el ministro de Economía recurrió a la herramienta del dólar soja: puso un tipo de cambio diferencial para que el campo venda la mercadería que tenía. Le fue bien con las anteriores versiones y en la última llegó con lo justo a la meta de divisas que se había trazado. Al campo le quedó claro desde el primer momento que era una medida no para congraciarse con el sector, sino por una necesidad del Gobierno: acumular reservas que llegaron con divisas vía la agroexportación.
Para afrontar las distorsiones que generó el dólar soja en otras producciones vinculadas con la producción animal, Massa diseñó un mecanismo de compensaciones que, tarde, ha realizado pagos, muchos inconclusos aún.
También creó un mecanismo para facilitar el engorde de hacienda que pasó sin gloria. Y hace más de un mes anunció que iban a darse a conocer medidas para estimular la siembra de trigo que siguen brillando por la ausencia.
En noviembre pasado, en una visita a Mendoza, Massa anunció un dólar diferencial para los productores de vino. “Trabajamos con un programa de fomento de las exportaciones. Lo vamos a hacer desde el 20 de noviembre al 30 de diciembre con todas las economías regionales”, dijo en ese momento. Luego volvió sobre esa promesa en el mazo último. Sin embargo, hubo que esperar hasta mediados de abril pasado para que efectivamente se ponga en marcha un mecanismo que se llama dólar agro y le dio un tipo de cambio diferenciado a las economías regionales. Ese instrumento, cargado de exigencias como cumplir con precios internos, vencerá a fin de agosto.
A la vista de los resultados, es insuficiente la gestión de Massa con el campo. Así lo entienden algunas fuentes en la Mesa de Enlace, que no obstante creen que “algo” se intentó, aunque se quedó a mitad de camino.
“Intentó hacer lo que se podía con las herramientas que había, independientemente que su partido sea el culpable o no en parte de lo mal que estamos”, señaló una fuente de la agrupación, que añadió: “Obviamente los resultados no son buenos ni tampoco son suficientes, porque no son lo que esperábamos o necesitamos. Me da la impresión de que se intentó algo, tal vez no sea todo; falta mucho más”.
En este contexto, y a la luz de lo transcurrido en la relación con los temas del campo, una pregunta parece imponerse en el sector: esta es si el Sergio Massa candidato, y en carrera para ser presidente, atenderá los temas que él como ministro no terminó de abordar.
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