Cinco meses antes de que se decretara la pandemia, Pablo Damiani, Rocío Severino y Facundo Alecha, de la ciudad de Toay, La Pampa, crearon un negocio que si bien tenía cierta demanda, no había despegado de la forma en que lo hizo durante la cuarentena. Las herramientas de venta online de las redes sociales le dieron al negocio el impulso que, normalmente, no tienen los productores agropecuarios o los viveros que proveen a los minoristas.
Esto hizo que Cítricos Pampa, un emprendimiento que nació en octubre de 2019 de venta de plantas de cítricos, pudiera tener un veranito en las ventas. El negocio facturó entre abril y octubre $5,6 millones.
"Durante la pandemia nos dedicamos a ver cómo solucionar los aspectos de logística, y muchos viveristas o semilleras que antes se autoabastecían recurrieron a nosotros porque no podían comprar de la manera en que normalmente lo hacían. Esto nos permitió expandirnos rápidamente", dijo Damiani a LA NACION.
Damiani y Severino, pareja desde hace 12 años, antes de la pandemia se dedicaban de lleno a la producción artística de espectáculos y en un arranque por "enriquecer" el jardín de su casa, compraron y revendieron estas especies de plantas para poder cubrir los gastos que hicieron en su patio. Fue a partir de esta iniciativa que vieron una oportunidad de negocio.
El emprendimiento ya abrió más de 40 puntos de venta en las provincias de La Pampa, Río Negro, Neuquén, Chubut, Mendoza y Buenos Aires. El mejor mes de ventas que tuvo el negocio fue en agosto, cuando las restricciones para cruzar entre provincias continuaban siendo estrictas; en ese lapso el negocio tuvo un boom en las ventas, cuya facturación ascendió a $1.700.000.
"Cuando se dio todo empezamos a ver sobre la escalabilidad a través de viajes al norte para contactarnos con los productores cítricos para darle una forma al negocio de la venta de las plantas frutales, además de usar la tecnología", agregó el emprendedor.
Por las condiciones climáticas extremas de La Pampa y la Patagonia, los empresarios debieron pensar sobre el tipo de cultivo que debían llevar a esa región para facilitar su adaptabilidad. Según mencionó, la planta que más sale o se vende es el limonero, que representa el 50% del total de la producción. El resto se distribuye entre otras variedades como la naranja de jugo, mandarina, pomelo blanco y quinoto. "Buscamos aquellas variedades que tuvieran el injerto adecuado, como el trifolio (un portainjerto)", especificó.
Relata Damiani que la gente en las redes sociales preguntaba si las plantas "eran lindas" para tenerlas en las casas y que la atención personalizada pudo ser una de las respuestas a este despegue. "El productor tiene mucha información sobre las variedades de las plantas, pero no llega al consumidor final y se pierde mucha información en el medio. Hay gente que no las conoce", detalló.
Por tanto, la pandemia fue el puntapié para que los consumidores minoristas invirtieran en este tipo de plantas, tanto para adornos como árboles frutales en los jardines. "Estaban buscando sustentarse tanto como fuera posible de plantas frutales para tener puertas adentro de sus casas. Había mucha gente que no había comprado un cítrico en su vida, pero a través de la información que se le brindaba se interiorizó sobre el tema", se explayó.
Actualmente, el invernadero cuenta con 4500 plantas, aproximadamente, que tienen el clima y cuidado adecuado para soportar el invierno. Durante los meses fríos en los que transcurrió la cuarentena estricta y la imposibilidad de hacer las entregas a domicilio, los emprendedores decidieron hacer "preventas, nombrar y cuidar" las plantas hasta septiembre que pudieron hacer los envíos con normalidad.
Cuenta el empresario que el perfil del consumidor final es de personas de entre los 25 y 85 años que quieren tener una planta en su casa. Los emprendedores adquieren la producción de agricultores del NEA y NOA. Desde allí las trasladan.
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