En medio de las menores cotizaciones del cereal, y con derechos de exportación del 12%, es combo puede ser limitante en zonas que, eventualmente, en la nueva campaña requieran una mayor cantidad de aplicaciones
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CÓRDOBA.- ¿Qué relación puede haber entre las retenciones, la caída de los precios del maíz y la chicharrita? ¿Acción individual o conciencia comunitaria? ¿Defensa paralizante o actitud ofensiva aprovechando las recomendaciones y novedades que provienen de la mano de la tecnología?
A semanas del inicio formal de la siembra de maíz, todas estas cuestiones, entre muchas otras, rondaron en la primera jornada del 3° Congreso Internacional de Maíz en esta capital provincial. Según los organizadores de La Pastelera, el evento contó con 6000 inscriptos y 130 oradores nacionales y del exterior. Con proyecciones de que la merma en la siembra del cereal, principalmente a causa de la chicharrita, se ubicará entre 1,3 y 2 millones de hectáreas, según las previsiones de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires y la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), respectivamente, el solo hecho de ver salas llenas donde se habló del tema reveló un dato central: los productores y técnicos no quieren perderse nada sobre la plaga. Saben que se avecina un partido desafiante, con una cancha que la campaña pasada quedó inclinada por las fuertes pérdidas productivas. Cada diapositiva que brindaba un algo relevante para los asistentes despertaba enseguida una reacción en cadena de celulares apuntando hacia la pantalla para captar la información. Decidir con información vale oro.
Otros aspectos que juegan el partido tienen que ver con la velocidad con la cual se está trabajando para encontrar soluciones duraderas y, además, la actitud con la cual se busca afrontar la problemática desde los ámbitos público y privado. Respecto del primer punto, más de la mitad de las aprobaciones de agroquímicos y biológicos en los últimos 18 meses corresponden a productos que tienen una vinculación con la plaga. En cuanto a lo segundo, el concepto de “conciencia comunitaria”, que acuñó Alejandro Pérez, profesor de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), pareció ir en esa línea y lo dejó en claro en varios tramos de su charla. “Todos deben estar involucrados”, dijo, y agregó: “Entre todos los productores tenemos que consensuar un proceso de toma de decisiones”.
Pérez, en rigor, hizo foco en que este tema que ha desvelado a los productores se vino presentando como una problemática disruptiva. Esto por la falta de información inicial, la complejidad de la plaga, cuestiones vinculadas con la disponibilidad de productos registrados, “falta de conciencia comunitaria” y, también, “falta de materiales adaptados”.
En este marco juega el Manejo Integrado de Plagas (MIP), pero, dijo, no como una “tecnología empaquetada adoptada” por los productores. “El MIP es un proceso de toma de decisiones y de agricultura que se mejora gradualmente con un mayor conocimiento ecológico y habilidades de observación”, indicó. Remarcó que se trata de un sistema de selección de técnicas de control integradas en una estrategia de manejo. Y citó temas vinculados: el control del maíz guacho, la resistencia genética, el estudio del ciclo y la dinámica poblacional [la curva de población presente] y el control de la plaga (químico-biológico, por ejemplo).
Si bien el segundo reporte de la Red Nacional de Monitoreo de la plaga, donde confluyen organismos públicos y privados, dio cuenta de una menor presencia del insecto, en muchas zonas se está viendo maíz voluntario. “Seamos conscientes de esto”, apuntó Augusto Casmuz, experto de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres, de Tucumán. “Pongamos en práctica las herramientas de manejo”, acotó luego.
Casmuz habló en un panel sobre “conociendo el achaparramiento y la chicharrita”. Hizo una suerte de radiografía de este insecto que es monófago [se alimenta exclusivamente de maíz]. Entre otros datos, la plaga adulta puede vivir sin maíz de 90 a 120 días. Los adultos infestados son más longevos y tienen más tolerancia al estrés térmico. En este marco, un relevamiento permitió detectar cómo durante junio y julio, con el frío extremo que se registró en distintas regiones, bajó la cantidad de la plaga.
Señaló que, aun en ausencia de maíz, las poblaciones de la plaga se proveyeron de refugios en cultivos invernales, cultivos de servicios, malezas. Explicó que donde no está sembrado el maíz ya está en el sistema, el insecto es altamente longevo, con un potencial de desarrollo muy importante, hasta 600 huevos por hembra.
A su turno, entre otro puntos, María de la Paz Giménez Pecci, del Instituto de Patología Vegetal (IPAVE) del INTA, describió que la chicharrita es vector de transmisión de cuatro patógenos [rayado fino, spiroplasma, fitoplasma y virus del mosaico estriado] que afectan el cultivo, según difundió la organización del congreso.
“Dos son virus y dos son bacterias que no tienen pared celular, también se comportan como virus y afectan de diferente modo a la planta. Necesitamos entender cuáles son los patógenos, el más frecuente es el spiroplasma, una bacteria que se puede cultivar, al que se agregan el rayado fino y el fitoplasma”, indicó. Consignó que, si bien la bacteria spiroplasma es la más difundida en la región y que necesita calor para multiplicarse, “hay que prestarle atención a todos los patógenos”.
En medio de tanta información sobre la plaga, una pregunta no menor que asoma es qué relación puede haber entre los precios del maíz, las retenciones y la chicharrita. Agustín Biagioni, director de marketing global de Rizobacter, dio varios datos ante LA NACION, tras participar de una charla.
Según alertó, hoy “el precio de las commodities no les permite a los productores hacer la cantidad de aplicaciones necesarias en las regiones más afectadas” por la plaga. En este punto, el actual nivel de derechos de exportación del cultivo, del 12%, se torna en una carga pesada contra la inversión en aplicaciones.
En el país, el promedio de aplicaciones ronda 0,8, con regiones que saltan a 2 y 3. Es una marca menor, no obstante, al rango de 5 y hasta 14 que incluso realizan en Brasil en algunas zonas de los Cerrados. Pero, vale recordar, el vecino país no tiene derechos de exportación para el cereal ni tampoco brecha cambiaria. Para tener en cuenta, a igual latitud que Brasil habría que pasar a cinco aplicaciones en ciertos sitios.
En esta línea, el experto graficó que, en la Argentina, la presión de las retenciones es mayor frente a la necesidad de un control más elevado. Biagioni indicó que “los biológicos muestran tener un control equiparable a los agroquímicos”. Como producto biológico la firma tiene a Rizoveria. Más allá de esta alternativa, el control apunta a ser 50% biológico y 50% químico.
En tanto, Marcelo Morris, líder en el equipo de protección de cultivos de Bayer en Brasil, detalló que allí “se trabaja con algunos productos foliares, nuevas mezclas y formulaciones que hoy están dentro del mercado”. Además, entre otros conceptos, señaló que se pone el foco durante el ciclo del cultivo para minimizar pérdidas y en el barbecho químico se está atento para eliminar hospedantes. Hay un monitoreo nacional para ver si hay alta presión de la plaga, se busca llegar al germoplasma adecuado y realizar un tratamiento de la semilla para tener un control “al inicio del cultivo”.
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