En una entrevista con LA NACION, Mario González y Pablo Asens, presidente y vicepresidente de Coviar, respectivamente, hablaron de la actualidad del sector y las tendencias; el impacto del enoturismo
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El 2024 marcó un punto de inflexión para la vitivinicultura argentina. Tras un 2023 complejo en el que el sector enfrentó caídas en la producción y de exportaciones, hubo una recuperación y este año muestra signos de crecimiento. Con un aumento en las ventas al exterior y un mercado interno estable, los especialistas estiman un incremento del 10% en la producción. El sector, en tanto, está apuntando a capitalizar las nuevas tendencias que se imponen entre los consumidores jóvenes donde, dijeron, observan que requieren vinos “fáciles de tomar”.
“Aunque la comparación se hace con un año particularmente difícil [2023], el panorama es más alentador. El desafío ahora es asegurar la demanda de todo ese volumen. Afortunadamente, la diversificación del sector permite colocar los productos en distintos nichos de mercado, desde vinos premium hasta productos derivados de la uva”, dijo Mario González, presidente de la Corporación Vitivinícola Argentina (Coviar), en una entrevista con LA NACION.
La vitivinicultura es una economía regional clave con fuerte influencia en Cuyo, entre otras regiones del país. Con más de 23.000 viñedos distribuidos en 200.000 hectáreas, la Argentina se posiciona como el séptimo país del mundo en superficie cultivada con vid. “La vitivinicultura argentina no solo es parte de la identidad del país, sino que también constituye un motor económico de gran importancia”, señaló González.
Pablo Asens, vicepresidente de Coviar, agregó al respecto: “El vino es parte de la mesa de los argentinos, es parte de nuestra historia, de cuando nacimos como Nación. Hoy es parte de los cinco íconos que a los argentinos nos enorgullece cuando vamos al exterior: la carne, el fútbol, el tango, la Patagonia y el vino. Es algo muy nuestro”. La industria genera miles de empleos directos e indirectos en provincias como Mendoza, San Juan, Salta y La Rioja. Con cerca de 900 bodegas en actividad, el sector es un motor productivo que combina tradición e innovación para sostener su competitividad en un mercado global cada vez más exigente.
En términos de comercio exterior, la Argentina se posiciona entre los principales exportadores de vino a nivel mundial. En 2024 las ventas al exterior experimentaron un crecimiento notable en productos como el mosto y las pasas, aunque el mercado de vinos embotellados y a granel presentó desafíos. En valor, las exportaciones totales alcanzaron los US$933 millones, lo que marcó un crecimiento del 15,3% en relación con 2023; ingresaron US$124 millones más que el año precedente, según el Observatorio Vitivinícola Argentino.

“Tenemos un sector con un potencial inmenso, pero que también enfrenta dificultades que requieren soluciones concretas, sobre todo en lo que respecta a financiamiento y costos de producción“, afirmó González.
A nivel doméstico, el consumo de vino en la Argentina se ha mantenido estable, aunque con una leve caída en 2023. Las preferencias de los consumidores están cambiando, con una creciente demanda por vinos jóvenes, dulces y afrutados, además de una inclinación hacia envases prácticos como latas y botellas más livianas. “El consumidor joven busca vinos fáciles de tomar, menos estructurados, y con opciones refrescantes. Es clave acompañar este cambio para sostener el mercado interno”, explicó Asens.
Pese a los signos de recuperación, la industria enfrenta una serie de desafíos que pueden condicionar su desarrollo a largo plazo. Uno de los principales es la incertidumbre climática: fenómenos como heladas tardías, granizo y sequías pueden afectar la producción y comprometer la rentabilidad de los productores. La necesidad de contar con seguros agrícolas accesibles y políticas públicas que atenúen estos efectos es una demanda recurrente del sector.
A esto se suma el acceso al financiamiento, un factor clave para el crecimiento. Las bodegas y productores requieren inversiones constantes en tecnología, infraestructura y modernización para ser competitivos a nivel global, pero las altas tasas de interés y la falta de créditos adecuados limitan estas posibilidades. En este sentido, Coviar ha planteado la necesidad de generar líneas de financiamiento específicas para la industria.
Además, la competencia internacional impone otro desafío. Países como Francia, Italia y España dominan el mercado del vino, mientras que emergentes como Chile, Australia y Nueva Zelanda han logrado consolidarse con “estrategias agresivas de comercialización”.
Sin embargo, una de las estrategias más exitosas para potenciar el sector ha sido el desarrollo del enoturismo. Desde 2010, la cantidad de turistas que visitan las bodegas argentinas ha crecido exponencialmente, convirtiéndose en una fuente de ingresos clave para muchas empresas.
Mendoza lidera este segmento, pero provincias como Salta, San Juan y la Patagonia también han diversificado su oferta, combinando visitas a viñedos con experiencias gastronómicas, catas dirigidas y actividades recreativas. "El turismo del vino no solo fortalece la industria, sino que también genera empleo y desarrollo en las regiones productoras“, aseguró Asens.

Una mirada al futuro
En el marco de la Fiesta Nacional de la Vendimia 2025, el próximo sábado 8 de marzo se llevará a cabo una nueva edición del Desayuno de Coviar, el evento institucional más relevante de la vitivinicultura argentina. Con la presencia de autoridades nacionales, gobernadores de las provincias vitivinícolas, empresarios y productores del sector, el encuentro se realizará en el Hotel Park Hyatt Mendoza y será transmitido en vivo a través del canal oficial en YouTube.
En el evento se presentará una actualización del Plan Estratégico Vitivinícola 2030 (PEVI 2030), una hoja de ruta que busca garantizar el desarrollo sostenible de la industria en la próxima década. Entre los principales desafíos se encuentran la reducción de la carga impositiva, la mejora en infraestructura y logística, y la expansión a nuevos mercados. El presidente de Coviar enfatizó que la previsibilidad y la planificación son claves para consolidar el crecimiento del sector. “Necesitamos políticas públicas que nos permitan competir en igualdad de condiciones con otros países productores y garantizar que toda la cadena de valor sea rentable”, destacó.
El 2025 representa una oportunidad de recuperación y consolidación para la vitivinicultura argentina. Con una mayor producción, estrategias de diversificación y el impulso del enoturismo, la industria se prepara para enfrentar los desafíos con una mirada optimista y con la esperanza de seguir posicionando al vino argentino en el mundo.
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