En la muestra, que comenzó hoy, se presentó el documento “Agrobioindustria, aportes para un país diferente”, donde doce entidades del sector, con la adhesión de otras más de 40, trazaron un horizonte de producción y ventas al exterior para 2031; podrían sumarse un millón de nuevos empleos; reclaman una reforma impositiva y laboral
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En la primera jornada de la Exposición Rural de Palermo, doce entidades ligadas con el agro presentaron un documento que calcula que el sector podría lograr hacia 2031 US$28.800 millones extra en exportaciones de granos, carnes y lácteos, lo que representaría un crecimiento del 55%. Esto se conseguiría con más producción en las distintas actividades y el empleo podría expandirse en 570.000 nuevos puestos de trabajo. Del trabajo se desprende que si se suman los posibles desarrollos de las cadenas de las producciones regionales, bioenergías y bioproductos, podrían generar US$40.800 millones adicionales en ventas al exterior y un millón de nuevos empleos. Se aclaró que para el cumplimiento de las proyecciones deberán existir políticas que acompañen la actividad.
El documento, que se llama “Agrobioindustria, aportes para un país diferente”, lleva la firma de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), la Asociación Forestal Argentina (AFOA), la Fundación Barbechando, la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), Coninagro, Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (CREA), Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), Federación Agraria Argentina (FAA), Fundación Producir Conservando, la Asociación Maíz y Sorgo Argentino (Maizar) y la Sociedad Rural Argentina (SRA), anfitriona de la presentación. Más de 40 otras entidades del sector también adhirieron al documento.
El trabajo se realizó teniendo en cuenta “los disruptivos cambios tecnológicos, productivos, comerciales y geopolíticos que ocurren a nivel global, regional y local”. Allí se escribió que para el logro de los objetivos serán necesarias políticas que, entre otros puntos, apunten a “un marco institucional que garantice la división del poder, las reglas de juego, la propiedad privada y la seguridad jurídica”, “programas económicos consistentes, orientados a estabilizar la macroeconomía, con equilibrios fiscales y monetarios”, “una reforma impositiva y laboral que impulse la actividad privada a partir de un entorno de negocio que promueva la inversión, el empleo, y devuelvan competitividad al federalismo, esto implica eliminar los derechos de exportación y otros impuestos distorsivos” y, entre otros aspectos, una infraestructura moderna, una agenda para el comercio exterior y la “consolidación y desarrollo del funcionamiento de los mercados”.
En el trabajo explicaron que de eliminarse las limitaciones que generan las políticas públicas actuales, la producción de cereales y oleaginosas podría incrementarse un 43%, superando los 185 millones de toneladas, hacia el año 2031. Esto, explicaron, se daría en los escenarios más optimistas, donde se elimine la desprotección sobre el sector que se deriva de las actuales políticas.
Mientras tanto, la producción de carnes (aviar, bovina y porcina) crecería un 57% alcanzando los 9,4 millones de toneladas y la producción de leche lo haría en un 32%, llegando a los 15,3 millones de toneladas. “Este crecimiento proyectado para la próxima década tendría impactos significativos sobre las exportaciones y la creación de empleo. Sólo en las cadenas de granos, carnes y lácteos se generarían US$28.800 millones adicionales en exportaciones, es decir, sería un crecimiento 55%, y 570.000 nuevos puestos de trabajo hacia 2031″, mencionaron.
Durante la presentación participaron Ángel Rossi, director de la SRA; el economista y autor del trabajo, Roberto Bisang; Nicolás Pino, presidente de la SRA, entre otros representantes de las entidades. También estuvo en el lugar el legislador porteño Roberto García Moritán. “Esto es un trabajo que lleva un tiempo largo, mucho esfuerzo de idas y vueltas de convivir y desde el lugar que me toca hoy, me pone muy contento. Es un orgullo haber podido hacer este trabajo, encargado a Carlos Odriozola y Rossi. La idea es mostrar que se puede hacer algo entre todos, dejar los egos; Esteban Bullrich nos dio una cátedra clara de cómo son las cosas cuando uno deja ese protagonismo absurdo para hacer en función, cuando priorizás y entendés que primero es el otro y se logra este tipo de trabajo”, dijo el presidente de la SRA.
Durante la presentación mencionó que la idea es mostrar que se puede hacer algo entre todos. Además, contó una anécdota con Esteban Bullrich, de quien entendió que es necesario “dejar los egos”.
“Hagamos la Argentina que queremos hacia adelante. Les pido que redoblemos el esfuerzo, cada uno desde el lugar que les toca; que la Argentina que queremos sea un sí, que no nos lleven más por el camino de la política berreta que nos han llevado en los últimos años. Somos el lugar más competitivo como campo, y que más aporte le hace a la Argentina. No puede ser que la política berreta nos mire como una caja. Golpeemos la mesa y hagamos saber lo que necesitamos, no mezquinamente sino porque nosotros tenemos mucho más para dar”, planteó.
Producción
En esa línea, en el documento señalaron que el área cultivada en la Argentina podría crecer 6,5 millones de hectáreas.
Según el trabajo, la agrobioindustria se posicionó como un motor de desarrollo genuino para el país: hoy representa el 18% del PBI. Esto lo compararon con la manufactura, que tiene una participación del 16%, mientras que la energía y minería representan un 10% del total del aporte al PBI nacional.
Sólo en las cadenas de granos, carnes y lácteos se generarían US$28.800 millones adicionales en exportaciones, es decir, sería un crecimiento 55%, y 570.000 nuevos puestos de trabajo hacia 2031
Además, el sector tiene relevancia en el comercio mundial de granos, carnes, lácteos, subproductos y alimentos, sumando el 64% de las exportaciones. “Este trabajo sostiene que la bioeconomía como modelo de desarrollo es una alternativa superadora –de las restricciones actuales– y abarcadora –de los avances previos– en el rearmado de la estructura productiva local. Con el soporte de la biotecnología, consiste en la captura de energía libre, su transformación en biomasa y posterior industrialización integral de todos los productos, subproductos y desechos con especial cuidado por el medio ambiente”, indicaron.
Esto, dijeron, aplica a la producción de alimentos –desde los tradicionales a los funcionales–, incorpora a las bioenergías, resignifica a los biomateriales, genera una amplia gama de nuevos servicios y revaloriza la biodiversidad.
Por otra parte, mencionaron que en el pasaje de la biomasa (granos) o semielaborados (harina) al producto para consumo (fideos en góndola), la existencia de 290 producciones agrarias y una veintena de ganaderías abre múltiples posibilidades de bases para el uso alimenticio con distintos grados de transformación. De ese universo, 32 productos y sus respectivos encadenamientos explican más del 90% de la actividad y dentro de estas la mayor relevancia está en una decena de producciones granarias.
En el documento destacaron, entre otros puntos, que en la Argentina existe una veintena de empresas que producen etanol, 12 de la cuales utilizan la caña de azúcar como insumo y 8 lo hacen en base con la fermentación de maíz. Además, en materia de biodiésel se registran unas 40 plantas con distintos tamaños y destinos de producción.
Remarcaron que los biocombustibles facturan anualmente unos 2100 millones de dólares (como en 2018) y generan entre 4000 y 5000 puestos de trabajo directos más otros 15.000 a 18.000 indirectos. Además, “tienen un fuerte arraigo local”.
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