Carlos Ojea Rullán, un reconocido asesor de cabañas ganaderas, señaló en Expoagro Digital que se está buscando el equilibrio para una producción más eficiente. "No existe una vaca ideal de modo genérico, sino que depende de varios factores, entre ellos el medio ambiente", dijo.
Según el especialista, optimizar no siempre significa producir más por unidad, sino producir lo máximo posible con los recursos disponibles y en el medio ambiente en el que se interactúa.
"Un criador eficiente es aquel capaz de producir la mayor cantidad de carne sana con la mejor calidad en el menor tiempo, al menor costo posible y en equilibrio con el medio ambiente, manteniendo el bienestar animal y obteniendo rentabilidad", afirmó. El equilibrio, dijo, es la clave.
También planteó que, en la producción ganadera en la Argentina, no hay quién tenga la verdad absoluta por una variedad de factores que lo impiden. "Es un país muy extenso con diversidad de climas, precipitaciones, latitud y altitud. Vegetación, dimensiones territoriales, ecoregiones, tipos de suelo, temperaturas anuales, y alturas", describió.
Según recordó, en los años 80 a los productores les cambió la vida las técnicas de multiplicación genética. "Estas técnicas son muy buenas y positivas, usadas correctamente, pero pueden ser muy nocivas si multiplicamos la genética que no es la correcta", indicó.
Para el especialista, para poder lograr la eficiencia influyen factores no negociables, por ejemplo, la fertilidad, funcionalidad, adaptación al medio ambiente, productividad, rentabilidad y el bienestar animal.
Como una pirámide, describió la cadena de producción desde cabañeros (toros superiores y donantes de embriones, rodeos de pedigree, rodeo puro controlado); criadores (rodeo general comercial); invernada; frigoríficos; supermercados y carnicerías; y consumidores. "Cada piso que se baja la genética pierde fuerza, por lo cual tenemos que ser muy profesionales porque cualquier error que se cometa al principio de la pirámide bajará por goteo y llegará al final. Solamente el 30% de un fenotipo de un toro o de una vaca es genética; el 70% restante es medio ambiente", señaló Ojea Rullán.
Según sostuvo, el objetivo para "tener una vaca ideal" es tener una hembra con alto porcentaje de preñez (90%), destete de más de 85%, que el ternero logre la mitad del peso de la madre a los seis meses.
El especialista dijo que el equilibrio justo en la cría tiene cuatro pilares: fertilidad (las pérdidas de puntos de preñez no se recuperan), longevidad (menos toros y más terneras o vaquillonas para venta), adaptación (al medio ambiente) y producción (eficiencia en carne, cría, recría y engorde). Un trabajo pendiente, sostuvo, es lograr una vaca que consuma menos pasto para producir más kilos de terneros.
"Vamos a ganar mayor eficiencia en el feedlot, mayor eficiencia en la invernada, pero lo vamos a perder con la adaptación al medio ambiente o porcentaje de preñez. Pero de nada sirve esa mejora porque lo que ganamos por un lado lo perdemos por otro", dijo.
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