La chicharrita, una plaga con mayor presencia en el norte, se expandió por la región central y generó una enfermedad que se está reflejando en importantes pérdidas en el cultivo de maíz
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“Es una paliza para el maíz”. Esa frase se repite entre los técnicos y productores agropecuarios cuando describen la alarmante situación que viven por los efectos que causa una enfermedad transmitida por la chicharrita, plaga que según alertó esa semana la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) podría hacer caer la producción maicera de la corriente campaña. La entidad advirtió que la plaga encendió todas las alarmas en la región central. A pesar de ser más común en el norte, ha llegado a Córdoba y Santa Fe, con un daño importante en los cultivos. El maíz es, después de la soja, el segundo producto de exportación del país: este año, según un informe de la Bolsa rosarina aportará US$7657 millones, US$1289 millones más versus el ciclo previo afectado por la sequía.
Los productores están en guardia por Spiroplasma kunkelii, una bacteria que causa la enfermedad del achaparramiento del maíz transmitida por el insecto de la chicharrita (Dalbulus maidis). Cuando la bacteria infecta al cultivo puede provocar síntomas graves como entrenudos acortados, proliferación de espigas infértiles, acortamiento del período de llenado de granos y muerte prematura de las plantas.
“Está encendiendo todas las alarmas de la región central, en particular en las provincias de Córdoba y Santa Fe”, precisó la BCR. Alertó que por este ataque podría recortar la producción. Las condiciones de altas temperaturas y abundantes precipitaciones, junto con el escalonamiento en las fechas de siembra, fueron las principales causas de la rápida reproducción y migración de la plaga desde el norte.
“Lo que estamos viendo en los CREAs [Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola] y en los asesoramientos particulares que tengo es que el palazo que se nos viene es grandísimo; la verdad es que estamos muy asustados”, manifestó Diego Hugo Pérez, asesor del CREA Las Petacas y del CREA Gálvez, en el sur de Santa Fe. Advirtió sobre un aumento significativo en la incidencia del daños en el centro provincial, especialmente desde la ruta 9 hacia el norte.
“A partir de los primeros días de enero ya empezamos a ver la sintomatología en el campo, la presencia del vector. Desde 10 hasta más de 30 Dalbulus por planta a más de 30″, comentó.
Las pérdidas son crecientes sobre los lotes de maíz de siembras más tardías. “A medida que fuimos avanzando en la fecha de siembra de diciembre de los años son mucho más fuertes, hay muchas plantas con enanismo, con doble/triple/cuatro espigas y en esas espigas prácticamente no tienen nada de grano”, comentó.
Por otro lado, señaló que, independientemente de la genética utilizada, el daño es prácticamente igual para todos los materiales. “Recorrimos un montón de ensayos de híbridos que tenemos en los lotes de producción y la verdad que estamos viendo que están todos los materiales afectados. La gravedad es terrorífica. Estamos pensando en replantear el sistema de producción para el año que viene”, señaló.
Hay Mabel Mabel que año para el maíz y viene a aparecer “la chicharrita”🤦🏼♂️ pic.twitter.com/cgW39bJ8GN
— Julian Imhoff (@julianimhoff) March 15, 2024
Precisó que lo que está en “duda” es el maíz de diciembre, que generalmente representa un 50-60% del área total del cereal. “Esto nos pone en jaque la sustentabilidad del sistema porque esto nos puede sacar de la rotación el maíz tardío”, indicó.
“No somos muy optimistas porque, por la gran población que hubo de Dalbulus y como se están recargando los perfiles para sembrar el trigo, si Dalbulus se refugia en el trigo o en los cultivos de servicio o en algún verdeo y queda algo de supervivencia de la plaga, posiblemente con el maíz temprano escapemos un poco a los picos de población, pero para el maíz de segunda y en diciembre estaríamos totalmente complicados”, agregó.
“La situación es gravísima”, sostuvo Mauro Libardi, asesor técnico y productor agropecuario del norte Cordobés, donde, según expresó, hay lotes con pérdidas de hasta un 100%. El especialista contó que entre diciembre y enero últimos, mientras realizaban la siembra, notaron un aumento significativo de la presencia de chicharritas, lo cual les llamó la atención, aunque inicialmente no le dieron demasiada importancia. Luego comenzaron a ver los primeros síntomas de rayado fino en los cultivos con plantas enanas y la formación de multiespigas. “Empezamos a ver cosas muy raras, como que en una planta te aparecen ocho o nueve espigas cuando en nuestra zona no tenemos más de una por las condiciones climáticas y las fechas en que sembramos’, dijo.
Además, una vez que las plantas entraron en fase de floración, se evidenciaron fallas en el proceso de polinización . “Aparecieron espigas que tenían pocos granos, eso es anormal porque a pesar de que tuvimos una sequía de 25 días en enero, después empezó a llover y tuvimos condiciones buenas para el momento de la floración”, expresó.
Ante este escenario, la preocupación aumentó. “Hace aproximadamente una semana, además de los síntomas de rayado fino, empezaron a aparecer signos graves de Spiroplasma. Este patógeno obstruye el floema de las plantas, provocando una acumulación de azúcares y un cambio en el color de las hojas a tonalidades rojizas”, explicó.
Después observaron problemas aún más graves. “Las espigas sueltas, sin llenado de granos o con granos que no pesaban nada, hacen que se adelante la mortandad de la planta que se seca de forma anticipada”, indicó.
Según detalló, en el norte de Córdoba, específicamente en el departamento Río Seco y Tulumba, la situación es alarmante con lotes que tienen hasta un 100% de pérdidas. Dijo que se estima que alrededor de 120.000 hectáreas de cultivos de maíz se encuentran afectadas en diversos grados.
Juan Pablo Ioele, técnico de INTA Marcos Juárez, comentó: “La plaga se ha ido adaptando a las diferentes fechas de siembra y ahora la tenemos con una incidencia importante en el sur y sudeste de Córdoba. Una vez que la plaga está presente, no se puede hacer más nada”.
Detalló que si se hubiera conocido esto deberían haber utilizado germoplasma resistente al vector o a la enfermedad. Luego haber sacado o controlado todos los maíces guachos y hacer el control químico. “Como no era un problema en nuestra zona, no se le dio mucha importancia porque en el maíz temprano no habíamos tenido la aparición de la enfermedad. Pero ahora que estamos viendo los maíces tardíos y de segunda, vemos que la chicharrita anduvo y que nos metió Spiroplasma adentro, con un daño que tampoco sabemos medir, pero que vemos que tiene un impacto importante”.
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