Espíritu y materia, presentes en toda realidad
Es difícil imaginar un hecho en que no estén ambos aspectos; muchos ignoran esto cuando reclaman más beneficios con la idea de que el “Estado se encarga”, como si éste no fueran todos los ciudadanos que pagan impuestos
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Católicos, judíos, musulmanes y budistas sostenemos nuestra fe sobre la base de grandes principios, al tiempo que rezamos en templos construidos con ladrillos e iluminados con energía eléctrica, en los que se celebran servicios realizados por religiosos, quienes comen y beben.
Un matrimonio se sostiene sobre la base del amor y el cariño, al tiempo que desarrolla la convivencia en un inmueble, visten y compran bienes para la crianza de sus hijos, su educación, etcétera.
Una campaña política se basa en ideas y estrategias para implementarlas, al tiempo que demanda fondos para pagar los avisos publicitarios, el traslado de los candidatos, las boletas que se usan para votar, el almuerzo de los fiscales, etc.
¿Es posible imaginar algún hecho que sea puro espíritu o pura materia? Me resulta difícil y, si existiera, sería la excepción que confirma la regla. A propósito: la clasificación de las ocupaciones, en trabajo manual y trabajo intelectual es cada vez menos relevante. El trabajo manual requiere leer y poder interpretar instrucciones, saber cómo reaccionar frente a los imprevistos, etcétera.
¿A qué viene todo esto? A la peligrosa tendencia que tienen muchos argentinos, de ignorar estas consideraciones tan elementales. Nos encanta que exista el fútbol para todos, creemos que podemos agregar nuevas enfermedades a la cartilla de servicios que ofrecen las empresas de medicina prepaga sin modificar el valor de las cuotas, todo sintetizado en la idea de que “el Estado se encargue”; como si el Estado no fuéramos los seres humanos de carne y hueso que pagamos los impuestos.
Javier Milei puso esta cuestión sobre el tapete cuando les dijo a sus candidatos que cada uno debía proveerse los recursos con los cuales financiar su propia campaña. No, obviamente, para que la plata fuera al bolsillo del líder libertario, sino para poder comprar folletería, traslado de fiscales, etcétera.
Una de Perogrullo. Cuando alguien está en campaña, está sujeto a la lógica de la campaña. Por lo cual es entendible que los adversarios de Milei no se la dejaran pasar, en muchos casos distorsionando la iniciativa. Mi perspectiva es diferente: la política práctica, además de ideas, requiere recursos. ¿Cómo se financian las campañas de los candidatos a los cuales su líder no les impone la condición planteada por Milei? No importa lo que diga la legislación, no esperemos transparencia en la respuesta.
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