Los mensajes están para ser escuchados: el mundo le ofrece una nueva oportunidad a la Argentina. Con la recuperación de los precios internacionales de los granos ocurrida en los últimos meses, morigerada esta semana, el escenario para favorecer un aumento de las exportaciones es más propicio que en el primer trimestre de este año, cuando la pandemia del Covid-19 castigaba a todos los países.
Ahora la opción es subirse a la autopista, para ir más rápido, o transitar por la colectora. El Gobierno parece haber elegido la primera alternativa, según se observa con el resultado de la reunión que mantuvo el equipo económico con los referentes del Consejo Agroindustrial Argentino (CAA), que reúne a más de 60 entidades del sector, con excepción de la Sociedad Rural Argentina (SRA).
A esta altura del año, en el CAA preveían que su proyecto de ley para fomentar las exportaciones del agro con estabilidad fiscal y financiera -para pasar de US $65.000 millones anuales en exportaciones a US $100.000 millones- tuviera estado parlamentario. Pese a que hay conversaciones y borradores, el gabinete económico solo está dispuesto por ahora a avanzar en la desburocratización de procedimientos que involucren al Senasa o la AFIP, entre otros organismos. Según informó LA NACION en un artículo de Fernando Bertello, el presidente de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, José Martins, dijo que el proyecto de ley se trataría el año próximo, probablemente a partir de marzo, una vez que esté cerrada la negociación por la deuda externa con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Desburocratizar el comercio exterior no es una idea original. El gobierno anterior ya había iniciado ese camino con la derogación de normas obsoletas y la extensión de trámites electrónicos, entre otras disposiciones. Solo había que acelerar ese proceso.
Con la demora en llevar adelante el proyecto de ley agroindustrial, el Gobierno parece replegarse a una actitud conservadora porque teme que una mínima reducción de los Derechos de Exportación (DEX) afecte los ingresos fiscales. No cree en la teoría que sostiene que una baja de impuestos incentiva el aumento de la producción, lo que compensa, vía otros tributos, esa caída.
Esa posición conservadora se refleja también frente a la carne vacuna. Pese a que los frigoríficos le presentaron un programa de inversiones para los próximos dos años por más de 180 millones de dólares y ofrezcan cortes a precios bajos en el mercado interno para fin de año, todavía el Gobierno no dispuso la reducción de los derechos de exportación para la carne premium. Y se podrían dar más ejemplos, como la lechería que, nuevamente, está a las puertas de una crisis de rentabilidad en los tambos.
Pero hay un cambio de tendencia internacional. Eso se reflejó en la reciente encuesta del Centro de Agronegocios de la Universidad Austral e Isonomía, que reveló un aumento del 13% en el índice de confianza de los productores, AgBarometer, en noviembre respecto de septiembre pasado, al pasar de 69 a 78 puntos.
"Si bien aún muestra valores inferiores a 100 (que indica que las respuestas negativas superan a las positivas) parecería haberse iniciado un proceso de recuperación de la confianza", destaca el informe. Esto sucede en el contexto de una campaña agrícola difícil, donde la preocupación por la escasez de lluvias está en el tope de las preocupaciones. El partido del clima se juega día a día.
Falta mucho para que se alcance el restablecimiento de la confianza, especialmente con el Gobierno. Esto quedó reflejado en otra encuesta, de la consultora Amplificagro, en la que nueve de cada diez productores consultados, sobre un total de 552, opinó que la administración de Alberto Fernández tiene un desempeño negativo. Uno de los principales puntos de la desconfianza está dado por la incertidumbre cambiaria, ya que la mayoría cree que se producirá una devaluación del peso, según la encuesta.
Más allá de estos relevamientos, lo cierto es que el escenario internacional es propicio para la Argentina. Lo reflejó un informe del coordinador de proyectos de la Fundación Producir Conservando (FPC), Gustavo Oliverio. Con la salvedad de lo que pueda ocurrir con el tiempo, señala que podría haber un récord para los últimos 20 años de ingresos por exportaciones del complejo granario por US$34.000 millones. A su vez, los ingresos fiscales por DEX podrían llegar a US$7800 millones, unos US$1000 más que los previstos en abril pasado. Oliverio ve un "viento de cola inesperado para un país que aún no ha definido un objetivo claro ni propone cómo llegar al mismo".
Otra vez, como ha sucedido en oportunidades anteriores, el tren vuelve a pasar para la Argentina. Será cuestión de subirse o dejar que pase de largo y perder oportunidades para alcanzar la meta del desarrollo.
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