Los Orazi, con su cabaña La Pastoriza, en el partido bonaerense de San Miguel del Monte, desarrollan el pelaje colorado de la raza Angus, muy demandado por los ganaderos argentinos y de países vecinos
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Amanece y desde bien temprano en la cabaña La Pastoriza, en el partido bonaerense de San Miguel del Monte, se cargan los últimos camiones de hacienda con los reproductores vendido en el remate del viernes pasado. El equipo de trabajo se siente más que satisfecho por la tarea cumplida. Sin embargo, lejos de relajarse, ya están “esperando el nuevo parto, la nueva parición que será el fruto de un trabajo previo de años, de decisiones y de grandes inversiones”.
“No nos podemos quedar con que tuvimos un buen remate o con un buen toro que sacamos. Año a año es una nueva puesta a punto en lo comercial y en lo productivo. Me levanto y me acuesto pensando en los animales, esta es una pasión que se renueva con cada ternero que nace”, dice a LA NACION, Ricardo Orazi (h), dueño y gerente comercial de la cabaña.
Todo comenzó en los años 50, cuando Don Juan José, abuelo de Ricardo, que venía del rubro de la construcción, comenzó a comprar campos y rodeos Angus para poblar estos establecimientos. En 1982, fue su hijo Ricardo (p.), que estudió veterinaria y como segunda generación, decidió ponerse al frente de la empresa agropecuaria.
“El pedigree como mejoramiento genético de los rodeos propios era algo que siempre le interesó a mi abuelo, lo heredó mi padre que creó la cabaña para así proveer de reproductores a nuestros vientres y ahora yo lo continuó”, detalla.
Si bien la cabaña se fundó hace 41 años, un acontecimiento sucedido en 2001 los haría virar de su negocio ganadero tradicional y centralizar su producción comercial en los colorados de la raza. “Ese año nació en el establecimiento nació un toro colorado llamado Brigadier y una propia hermana, Felicitas. Fue un antes y un después: de esa vaca y ese toro nace la línea genética del colorado de La Pastoriza”, describe.
Ese fue el puntapié que los llevaría a hacer un giro comercial y productivo de 180 grados y convertirse en criadores de Angus colorado. Con ese desafío por delante, focalizaron la producción de estos ejemplares y rápidamente se hicieron referentes para otras cabañas, no solo en el país sino también en la región, liderando el mercado.
Hace ya una década que Ricardo (h), una vez recibido de Administración de Empresas y con la anuencia de su padre, comenzó a formar parte de La Pastoriza. “Desde que nací, todo mi tiempo disponible estuvo en la cabaña, acá me crié y acá vivo hoy con mi familia. Cuando me incorporé, aunque él sigue activamente y tiene su rol asignado, mi padre me permitió formar mi propio equipo de trabajo y me dio su voto de confianza en los nuevos proyectos”, dice.
Desde siempre el objetivo estuvo en mostrar su producción y los resultados que obtienen. Con ese fin participan de las exposiciones de la raza, como una vidriera viva de lo que hacen tranqueras adentro. “Dar a conocer el programa genético siempre fue nuestro eje, exhibir el tipo de animal productivo y comercial que tenemos ¿El premio? Es bienvenido pero es anecdótico para nosotros, nunca fue ni es el objetivo final”, asegura.
“Apuntamos a tener animales que mantengan su calidad racial pero que sean funcionales, con facilidad de parto y que se adapten a los distintos ambientes. De hecho se recrían a campo, en sistemas pastoriles en la Cuenca del Salado, son rústicos, con buenas estructuras y llegamos a un producto final que es muy demandado”, añade.
Aunque nunca dejaron definitivamente el Angus negro, hoy en día su plantel pedigree es 85% colorado y solo 15% negro. En el rodeo general es 60/40. “La fuerte y creciente demanda de colorados nos fue llevando a aumentar nuestra oferta ganadera para abastecer a los productores que nos pedían este tipo de animales en todas las categorías, manteniendo un lema: no resignar calidad. Si un animal lleva el sello La Pastoriza debe ser destacado productivamente”, indica.
Para el cabañero, esta diferencia entre negros y colorados no pasa por la calidad sino que tiene que ver más bien por gustos de la gente y, al haber poca oferta, “eso incrementa los valores con respecto a los negros”. Con esa demanda insatisfecha, cuenta, hoy mucha gente se está volcando a criar colorado, pero que en este negocio no se debe descuidar la calidad. Y en ese camino de constantes desafíos, los Orazi decidieron volver a emprender y buscan poner su sello fuertemente en el negro también.
“Con estos cambios al colorado que tienen algunos cabañeros cuesta encontrar y hacerse de genética negra de la buena. Y entonces queremos que La Pastoriza sea una gran opción para los ganaderos que buscan negro en el mercado. Hacia ahí vamos”, detalla.
En expansión permanente y con 300 toros en venta (70 de pedigree y unos 230 puros controlados) por año están presentes en cinco remates, el más importante es en julio con su subasta de marca líquida. Además venden unos 500 vientres entre puros controlados y pedigree: “Hace cuatro años nacían 70 terneros de pedigree, hoy son 300 y para el apuntamos a tener 500″.
Con 36 años, para Orazi, La Pastoriza es su vida. “Acá hay mucho trabajo, esfuerzo y dedicación. Es mi identidad, lo que me representa, es quien me permitió ser quien soy. Siempre para adelante, mejorando y creciendo”, finaliza.
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