En la última campaña, y tras el impacto de la sequía, en lugar de usar financiamiento propio por un 30% del total como lo venían haciendo, bajaron al 25%; las opciones que crecieron
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Luego de tres campañas marcadas por la sequía, lo que significó una pérdida de capital, en el último ciclo agrícola, 2023/2024, los productores usaron para la siembra menos financiamiento propio en términos porcentuales y, por el contrario, recurrieron a más fondos provenientes de terceros. Como dato para destacar, si bien con un porcentaje aún bajo, creció el financiamiento a través del mercado de capitales. En tanto, versus la temporada anterior hubo una expansión de dos puntos para el financiamiento bancario.
Así lo señaló la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) en un informe. En la campaña pasada, los productores desembolsaron para la siembra, insumos y pulverizaciones US$15.024 millones. Esto fue para soja, maíz, trigo, girasol, sorgo y cebada. De acuerdo a la entidad, el 25% de la inversión se solventó con capital propio y el 75% a partir de terceros. Este último rubro, según la BCR, se compuso de un 23% de bancos, 10% en el mercado de capitales y 67% a través del sistema de crédito comercial.
Para comparar, en la campaña anterior, 2022/2023, que había demandado una inversión de 16.400 millones de dólares, el 30% de la inversión para la siembra de esos cultivos se financió con capital propio y el 70% a partir de terceros. Respecto de esto último, un 21% había sido con bancos, 6% mediante el mercado de capitales y 72% con crédito comercial.
“Normalmente ronda el 30% [lo que se usa de financiamiento propio], pero en esta campaña estuvo por debajo luego de los resultados negativos por la sequía”, indicó a LA NACION Franco Ramseyer, de la Bolsa rosarina, autor de un informe al respecto con Julio Calzada.
En números, en el ciclo 2023/2024 el financiamiento con capital propio trepó a US$3789 millones para semillas, fertilizantes, agroquímicos, pulverizaciones, entre otros rubros. “Para el 75% restante de la inversión, que da cuenta de US$11.368 millones se habría ejecutado con financiamiento otorgado por terceros, a saber: entidades bancarias, el mercado de capitales, mutuales, corredores, acopios, cooperativas, proveedores de insumos y traders”, señaló el informe de la BCR. En el ciclo 2022/2023, el 21% del financiamiento total, unos US$2470 millones, fue con créditos bancarios. En tanto, para 2023/2024 el porcentaje trepó al 23% del total, con US$2595 millones.
“Durante la campaña 23/24 los empresarios rurales debieron acudir a financiarse a través de terceros, en mayor medida de lo histórico, por la pérdida de recursos que causó la peor sequía de la historia en la campaña precedente”, expresó Ernesto Ambrosetti, consultor en agronegocios y energía renovable.
Según Ambrosetti, fue la cadena agroindustrial quien realizó “un esfuerzo mayor para impulsar la inversión ante esta situación que permitió la recuperación de la producción”. Señaló: “Recordemos que estábamos en un escenario de alto riesgo político, económico, financiero y social, con tasas de interés que superaban el 120% y con castigo adicional a los productores que conservaban soja. En ese escenario, los diferentes integrantes de la cadena agroindustrial realizaron un esfuerzo descomunal para impulsar la producción, recuperar la actividad y generar empleo, dinamismo económico y las divisas tan necesarias para el beneficio de todos los argentinos”.
Nicolás Udaquiola, director de la consultora AZ Group, coincidió que en la campaña 2023/24 los productores recurrieron “significativamente” a la financiación externa por necesidad de fondos luego de dos campañas con sequía y porque, dijo, “el marco económico invitaba a desarrollar un negocio financiero con los cultivos para aprovechar la perspectiva de tasas de interés negativas en pesos”.
“En números, el desarrollo de un cultivo de maíz en campo alquilado de la zona núcleo exigía una inversión del orden de 1200 dólares por hectárea, de los cuales alrededor de 35-40% correspondía al alquiler, el 24% a la implantación, 21% a la protección y el resto a cosecha y gerenciamiento. Es decir, para sembrar 300 hectáreas de maíz había que disponer de 360.000 dólares, un monto que equivale al valor de dos departamentos de tres ambientes en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires”, contó.
Recordó que la campaña 2023/24 arrancó con una necesidad financiera importante fruto de dos causas. Por un lado, por cómo venían los productores luego de los ciclos secos 2021/22 y 2022/23 y, por otro, “por el incentivo de que el negocio económico-financiero daba proyecciones convenientes”. Añadió: “El propio mercado invitaba a tomar financiamiento a tasas proyectadas muy negativas con respecto a la evolución futura del tipo cambio”.
Para Udaquiola, en el escenario electoral de la Argentina de 2023 “el que pudo aprovechar financiamiento temprano en pesos terminó haciendo un negocio financiero muy conveniente con las siembras, por cómo se terminó dando todo”.
Y remarcó: “El canje futuro no fue el instrumento de financiamiento más buscado, sino que se prefirió la financiación bancaria y comercial. Además, esa decisión estuvo apoyada en el riesgo de que una nueva seca llevara a muchas empresas a quedar sobrevendidas y no poder cumplir los compromisos de entrega de granos que establecen los canjes”.
En este contexto, Ramseyer destacó que en la última campaña “creció bastante el financiamiento en el mercado de capitales”. Con US$1120 millones se ubicó en el 10% del total, por encima del 6% del año pasado. “Con la incertidumbre que hubo gran parte de 2023 muchos productores eligieron cubrirse ahí, porque, por ejemplo, el pagaré, que fue el instrumento que más se utilizó [un 67%], cubría frente a variaciones en el tipo de cambio ya que es dollar linked”, explicó.
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