Gabriela Taglioli produce en Salta miel de uvas, una de las especialidades que sobresalen en la muestra Caminos y Sabores, que se realizará hasta el domingo en la Rural
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Detrás de sendos tarros de miel de uvas está Gabriela Taglioli (46) y su hija Martina (19) que invitan a la gente a probar la especialidad de la casa. La sonrisa que tienen dibujada en el rostro la contagian a metros de distancia. El objetivo es captar clientes, atraerlos y que dejen volar la imaginación con la receta que creó su abuela Susana y que empezó a replicar con el transcurrir del tiempo Héctor, su papá. El emprendimiento familiar que ahora busca su veta en la cultura veggie, con productos innovadores, está en Salta, pero desde la pandemia comenzó a extenderse a nivel nacional.
Entre decenas de alimentos y productos que exponen emprendedores de todo el país está uno de los productos más originales de la exposición de Caminos y Sabores, que empezó hoy y se hará hasta el domingo próximo en el predio ferial de la Rural de Palermo. Se trata de la miel de uvas.
Entre tarros y tarros también sobresalen los que a simple vista contienen otros ingredientes. En los cartelitos blancos del mostrador se puede leer miel de uvas con nueces y almendras; con maní con jengibre y canela; con menta y limón; con pimienta y ají, y con aceitunas. Una combinación poco conocida en la industria alimenticia y que ella logró gracias a la constancia e imaginación que le inculcaron desde chica.
“Este es un producto que se realiza a partir del proceso que se le hace al jugo, la cáscara y la semilla de uva. No tiene agregados, aditivos ni conservantes. A la vez, a la miel de uvas se le agregan otros productos, propiedades o sabor. Tenemos una línea gourmet y una línea nutricional”, dice.
Gabriela es profesora de arte. Estudió toda su vida para eso, aunque una crisis personal a los 30 la llevó a probarse como emprendedora y ahora toda la familia empuja hacia el mismo lugar. Sus cuatro hijos, Maximiliano (27), Ariana (23), Santiago (20) y Martina (19) tienen ciertas tareas asignadas para que el negocio florezca.
“Al ser madre y ver la situación económica que había, y el hecho de sentirme insatisfecha con esa situación, decidí crear mi propio emprendimiento. Pensé en qué mejor que hacerlo con base en esa receta familiar, desarrollarla y llevarla a un negocio”, explica.
Así lo hace desde hace 17 años, pero el secreto de la familia comenzó a divagar en el paladar de la gente que probaba la miel que hacía su padre en Cafayate. “La receta era de la abuela, una mujer que elaboraba bien los alimentos. Ella siempre me decía que si no tenía harina podía reemplazarlo por harina de sémola, por ejemplo. Me enseñó a no ser tan estructurada en la cocina y librar la imaginación. A suplantar ingredientes si no los tenía y salir adelante a pesar de todo”, la recuerda.
Las enseñanzas de Susana las atesora en lo más profundo de su memoria, pero fue su papá Héctor, un ingeniero agrónomo, quien comenzó a honrarla con tarros de miel de uvas en pequeñas escalas, que vendía en uno de los lugares turísticos más visitados del noreste argentino. “A la receta le fui sumando color y vida. Es un producto que nos acompañaba en la mesa familiar. Así lo fui desarrollando, gestando”, explica.
La marca se llama Tahuainti, que significa cuatro soles en quechua y que hacen referencia a sus cuatro hijos. “Cada uno aporta su granito de arena. Lo que les quiero dejar es un legado, no un negocio. Lo sienten propio y se involucran. La idea es inculcarles la cultura del trabajo”, expresa.
Desde una esquina del stand la observa con una sonrisa Martina, que lleva un delineado colosal que le resalta el rostro. Es la única de los cuatro hermanos que siempre está dispuesta a acompañarla a todos lados. Sabe que la constancia y el trabajo en equipo ayudaron a la familia a desarrollar el producto a gran escala y venderlo a nivel nacional.
“Fue bastante difícil sacar la miel de uvas porque es un producto exclusivo y que la contemplen como un mosto concentrado porque en el nomenclador de bromatología está registrada únicamente la miel de abeja y nada más. En el norte se hace miel de caña, muy similar a la uva y que es producida como la caña de azúcar y la uva y no producida por la abeja. Por eso decimos que esta es la versión vegana de la miel, pero es difícil llegar a los registros. A nosotros nos costó varios años”, explica.
Recién en 2017 pudieron obtener las habilitaciones municipales y lograron superar una serie de pasos hasta ser aprobados por la Anmat. “Nos llevó 10 años la habilitación de los productos. Así como conseguimos las habilitaciones obtuvimos las entradas a las ferias nacionales y pudimos salir de la provincia”, resalta. Los productos tienen que superar una serie de análisis a partir del registro nacional del establecimiento que lleva distintas etapas: “Es complicado, pero no imposible. Sí, es difícil trabajar con innovación en la Argentina. La innovación, si bien es promovida, cuesta registrarla”. Relata también que las uvas las producen agricultores de la zona de Cafayate.
El reconocimiento por su trabajo
En 2018 Gabriela ganó el premio a “Madre emprendedora” y llegó a ser semifinalista en la distinción de “Emprendedor del año”.
“Esa crisis personal me llevó a empezar este negocio. Hoy esto es una inyección de energía, pero la pandemia nos sacudió. Nos afectó completamente, la pasamos muy mal. Tuvimos que buscar alternativas, pero en épocas de crisis nacen las oportunidades”, rescata.
Antes de la llegada del virus, el negocio fluía, pero en medio de la crisis sanitaria llegó a no tener facturación. “La pandemia me agarró en uno de los mejores momentos, pero el precio de la miel entonces no era lo mismo que ahora. En ese momento estaba haciendo 500 kilos por semana y bajamos a cero. Muchos de mis revendedores desaparecieron. Esto me sacudió mucho, perdí contacto con mis clientes. Muchos me decían: ‘cerré y ahora me dedico a otra cosa’. Revendedores que hoy ya no están o que el Covid-19 se los llevó”, relata, apesadumbrada.
La idea de participar de la muestra que se desarrolla en el predio ferial de la Rural es “captar nuevos clientes”. Hoy produce 300 kilos del producto por semana que se venden en 400 pesos cada kilo. Pero aclara que la facturación es muy variable. “Durante la pandemia empecé a ofrecer la miel de uva como un ingrediente e hice contacto con los productores de cerveza artesanal que la están usando para hacer la variedad honey de uva”, señala.
“También con los productores que hacen las barritas de cereal vegana y productores de alimentos para bebé, que la usan para endulzar. Todo esto me hizo descubrir una nueva faceta del negocio”, narra.
Gabriela afirma que no conoce a nadie más que haga esta miel en la Argentina. Cada tanto aparece alguien que intenta probar con nuevas recetas y combinaciones, pero sin mucho éxito. “El secreto de la receta es el proceso, pero no hay nada raro. El ingrediente es la uva negra de Cafayate”, aclara.
A lo largo de la jornada de la exposición, los productos que más salieron fueron las combinaciones con mostaza, pimienta y ají, un producto gourmet para acompañar el pollo o cerdo. Además de la de nueces, almendra y maní, para acompañar quesos y helados.
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