Hoy la Argentina se debate entre la inflación, el déficit fiscal, el achicamiento estatal y el atraso cambiario.
Es necesario retomar un debate postergado, en el cual el gobierno parece haber perdido la iniciativa.
El gradualismo, defendido en razón de proteger los sectores más vulnerables, es justamente a quien termina perjudicando si no es constante.Las políticas de shock generan efectos negativos en los sectores más relegados de la sociedad, pero si el gradualismo es lento y no tiene convicción termina bastardeando el proceso.
No hay una muerte súbita, pero si hay una muerte lenta, como la muerte de la rana, cuando se la va calentando de a poco, no se da cuenta, y cuando lo hace, ya es muy tarde.
La Argentina debe definir si sigue o no con el sistema de sustitución de importaciones, su política de subsidios, quien paga y quien recibe. Nadie debería sentirse Robin Hood en esta nueva argentina.
La reforma impositiva dejó un sabor amargo y la reforma laboral que se vislumbra corre el mismo destino, el cual, no soluciona el problema de fondo, ni genera nuevos empleos.
Es necesario generar un debate acerca de los seguros para mitigar el riesgo climático. La Argentina estuvo dos años con 22 provincias en emergencia agropecuaria y nada se ha hecho.
El Gobierno tiene que tener una definición política sobre este tema y coordinarlo con las provincias. La ley de Emergencia Agropecuaria dispone un fondo de 500 millones de pesos que no se actualiza y que no sirve ni siquiera para arreglar caminos.
El clima no entiende de política y no podemos estar atados de pies y manos cada campaña.
Es necesario contar con un seguro que cubra el capital de trabajo y así los productores puedan mantenerse en la actividad. Mucho se habla de competitividad y la mitigación del riesgo forma parte de ella.
Es necesario dar un gran debate nacional, y para eso, también es fundamental que el gobierno recupere la iniciativa, una convocatoria amplia en donde todos debemos participar.
El autor es presidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA)