En 25 de Mayo, provincia de Buenos Aires, en. tres meses el depredador atacó la hacienda de Martín Garciarena; se convirtió en un flagelo de difícil solución
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En tres meses, doce terneros muertos. Ese es hasta ahora el terrible saldo negativo que tienen en su establecimiento los Garciarena con su rodeo vacuno. El motivo: el puma que, al igual que otras especies en el nordeste del país y en la Patagonia, está provocando estragos en el sector productivo.
Desde fines de julio a la fecha, en su campo en el partido bonaerense de 25 de Mayo la historia parece no tener una solución a la vista. Si bien desde siempre, al ser un animal autóctono, la presencia del puma estuvo, nunca hubo ataques a la hacienda. En el establecimiento tienen una producción mixta: además de criar razas británicas, también hacen agricultura.
“Hacía más de 100 años que en la zona no había pumas dañinos. Había alguno que otro, pero no mataban animales. Desde mediados de julio ya llevamos 12 terneros muertos por el puma. Los cuatro primeros atacados eran de destete, los más chicos, que estaban en un rastrojo de maíz. Esto ocurrió antes de la parición”, contó Martín Garciarena, hermano mayor de la familia que vive en el campo.
Luego, cuando comenzó la parición, en los meses siguientes, fueron los terneros recién nacidos que estaban al pie de la madre los que sufrieron los ataques. Ahí, los hechos ya ocurrieron en diferentes lugares, distanciados entre ellos y en distintos rodeos. “El puma es un animal que no se limita a estar en un solo lugar sino que se traslada todo el tiempo. Va y vuelve, ataca en un lugar y luego se va a otro y vuelve a atacar: el último ataque fue hace 15 días”, detalló el productor.
Según describió, es la primera vez que arremete contra los terneros. En el campo no hay ovejas que siempre son el objetivo fácil que tiene el depredador y tampoco están los carpinchos que, por la seca de los últimos años, abandonaron la laguna que está en el establecimiento. Comentó que en los campos vecinos el puma atacó más que nada potrillos: “El puma prefiere los potrillos, es lo ideal para él. Acá no hay potrillos, por eso fue por los terneros”.
Para Garciarena, el conservacionismo y ambientalismo tienen mucho que ver en el desmadre de la fauna silvestre, con leyes que la protegen de una manera excesiva. “Si a uno lo agarran combatiendo el puma o la policía en la ruta te ve con una trampa en la camioneta, seguramente te hacen una denuncia judicial. Hay que tener mucho cuidado cómo se combate el puma”, remarcó.
“Lo peor es que el puma mata no siempre por hambre. Cuando ataca, solo come algo del animal y muchas veces solo lo hace por diversión y para enseñar a las crías a matar: lo matan y después lo abandonan. Eso da mucha bronca”, añadió.
Alternativas
Con este nuevo escenario, en las diferentes regiones donde está esta problemática han surgido distintas soluciones alternativas: algunos ponen burros en los rodeos vacunos que haría que el puma no se acerque al ganado: “Desde que pusimos unos burros no pasó más nada. Pero no sabemos si va a ser efectivo realmente. También es un problema andar poniendo burros por todos lados”.
Otros desarrollaron unas luces que se ponen en los postes del alambrado, que se encienden en la noche y ayudarían a reducir la depredación del puma a la hacienda. Para Garciarena, más que hacer un seguimiento personal, tratando de ahuyentarlos, no hay mucho por hacer.
“Es muy difícil encontrarlos porque se esconden en cualquier lugar, en el monte, en los cultivos, en las cañadas. Tiene muchos refugios. No podemos ni siquiera plantearlo a las entidades porque ¿qué solución nos van a dar? No existe una solución política ni gremial para esto. Tenemos que arreglarnos entre nosotros, entre los vecinos. Es lo mismo que está pasando en el norte del país y en la Patagonia”, recordó.
En detalle, en los últimos días varias entidades ruralistas del noroeste argentino denunciaron la problemática que tienen los productores en sus establecimientos agropecuarios por la descontrolada propagación de especies exóticas e invasoras para que las autoridades nacionales y provinciales “se involucren y tomen cartas en el asunto”.
También en la Patagonia, tras el crudo invierno y las devastadoras nevadas que azotaron los campos en esa región, los ataques del puma, sumado a la superpoblación de guanacos que genera una competencia con la oveja en la meseta central de toda la zona, se ha convertido en un problema central de la actividad pecuaria.
Sin soluciones a la vista, Garciarena señaló que, si los pumas siguen matando su hacienda, el remedio será convertirse en un experto en trampas y construirlas de acuerdo a sus propias necesidades.
“Lamentablemente nos vamos a tener que hacer baqueanos para combatir este flagelo. Es insostenible esta situación sobre todo que no sabemos hasta dónde puede escalar, hasta dónde puede llegar esto. Todas las mañanas me levanto, esperando que haya uno o dos terneros muertos”, finalizó.
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