Es 2013 un año de fuertes desafíos a nivel electoral, y, por ende, una oportunidad que el agro no debe dejar pasar. Así, nuestro objetivo como sector debería apuntar a profundizar el camino iniciado en 2009 con la incorporación de dirigentes rurales a la política para seguir construyendo poder dentro de los poderes del Estado. Esto significa que necesitamos a muchos más dirigentes rurales y productores del llano compitiendo en las próximas elecciones por lugares en los Concejos Deliberantes, las legislaturas provinciales y el Congreso de la Nación.
Algunos dirán, no con poca razón, que la enorme apuesta hecha en 2009 con la introducción de candidatos del sector, que supuso un enorme esfuerzo económico y logístico de parte de varios actores, no rindió lo que se esperaba. No se consiguieron los anhelados cambios en retenciones, en políticas comerciales, ni se logró frenar la política de atropellos del Gobierno hacia el campo.
Pero estas voces deberían tener en cuenta lo que sí se logró en estos cuatro años de lucha desde adentro. Se logró un proyecto de retenciones acordado en forma mancomunada por la oposición, que no llegó a ley por ciertas torpezas, las propias torpezas cometidas fruto, a su vez, de nuestra inexperiencia en política (aunque aprendimos la lección).
Se avanzó en proyectos de eliminación de la pesadilla de la Oncca, truncados por la súbita decisión presidencial de eliminar el organismo. Se generaron proyectos de ley consensuados y directamente emanados desde el agro sobre lechería, ganadería bovina y ovina, semillas, fitosanitarios, arrendamientos y cuota Hilton, proyectos que no llegaron a debatirse en el recinto simplemente por la obstinada oposición del oficialismo a darles curso.
Durante los dos años que la oposición tuvo la mayoría (2009-2011) se frenaron toda clase de proyectos descabellados dirigidos al campo, especialmente en lo concerniente a la propiedad y el uso de la tierra. Y lo más importante de todo: por primera vez, en décadas, logramos una fuerza de lobby del campo importante dentro del poder político. El que los resultados no hayan sido los esperados no debe nublar el hecho de que por fin tenemos una fuerza propia en la política, que no debería desaparecer después de las próximas elecciones.
Necesitamos más concejales, legisladores provinciales, senadores y diputados nacionales para discutir la amplia gama de temas que están siendo debatidos en las diferentes esferas del poder público, como el uso de fitosanitarios y transgénicos, la regulación en torno al uso de la tierra, el difícil equilibrio entre producción eficiente y sustentable. Ya vimos más de un gobierno municipal aprobando legislaciones no del todo racionales en torno de estos temas. No dejemos que esto siga sucediendo porque dejamos espacios vacíos en los debates en los que podemos aportar, nada más y nada menos, nuestro trabajo, la experiencia y el conocimiento por ser, además de hombres políticos, hombres de campo.
La mayoría de los ruralistas que estamos ocupando lugares en la política hoy no sabemos si seguiremos en ella después de 2013. Estamos trabajando fuertemente para hacerlo, pero lamentablemente el campo ya no es la figurita deseada de 2009 y los espacios en las listas de los principales partidos, escasean. Sería beneficioso que en los próximos meses, muchos productores y dirigentes se animen a dar el salto, así el campo sigue teniendo su fuerza propia de lobby. Esto implicará sacrificios, un gran esfuerzo económico, mucho trabajo y quizás una cuota de frustraciones como la que tuvimos los que arrancamos hace cuatro años.
Pero no hay elección, ya que el futuro y la rentabilidad del sector seguramente se va a poner en juego en los próximos años. Es hora, entonces, de arremangarnos y ponerle, como estamos acostumbrados, más pasión a nuestro trabajo y más política al campo.
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