La cabañera Chantal Badin es la primera que logró el registro de la raza equina Ardenés en el país; su experiencia en la Exposición Rural de Palermo
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La alegría y felicidad que tiene Chantal Badin se denota en su sonrisa, cada vez que un visitante se acerca a su fila para felicitarla por los ejemplares de su cabaña. Es que esta francesa está más que emocionada de haber logrado traer por primera vez a la pista central de la Exposición Rural de Palermo caballos de la raza equina Ardenés, una de la más antiguas de caballos de tiro, proveniente de la región belga de las Ardennes. Se lo encuentra también en Francia y Luxemburgo.
Según cuenta, la aventura comenzó en 1985 cuando su marido Jacques vino a la Argentina por cuestiones laborales. Pasaba el tiempo y en esos alrededor de 10 años que estuvieron en el país la familia se fue enamorando de sus costumbres. Al tiempo que regresaron a Europa, instalados más precisamente a Bruselas, surgió la posibilidad en el 2008 de comprar un campo en Villaguay, Entre Ríos, y no la quisieron desaprovechar.
“Desde hace tiempo veníamos analizando con mi marido de hacer un giro en nuestras vidas y volver a las raíces. Pensamos que debíamos volver a algo más simple, a una vida cerca de la tierra, del suelo. Nuestros abuelos tenían campos y esto era una gran oportunidad de llevarlo a cabo”, dice a LA NACION.
Fue así que adquirieron un establecimiento de actividades mixtas en esa provincia. Un día, mientras participaban en una exposición rural al sur de Bélgica, Jacques tomó conocimiento de las virtudes de esa raza de caballos que lo deslumbró y decidió traerla a la Argentina, creyendo que por el tipo sería de gran utilidad para los productores locales.
“Sabíamos que hacía tiempo, muchos inmigrantes los habían traído en barcos pero que ninguno se ocupó de registrarlos como nueva raza acá”, indica.
Fue así que vía aérea en el año 2009, trajeron los primeros seis ejemplares al país: un padrillo, cuatro yeguas preñadas con distintos padrillos y una potranca. El tiempo transcurría, la manada crecía y había que poner orden a la inversión hecha.
Poco a poco, Chantal fue tomando cada vez más control de ello y, junto a Nadia, su veterinaria, Micaela, encargada de llevar adelante el registro y el resto del personal del campo, más la ayuda del laboratorio de la Sociedad Rural Argentina, fue organizando cada vez más sus animales. Tras un largo proceso de registración genealógica de 12 años en la SRA, la raza fue reconocida de manera oficial recientemente.
“Hoy tenemos en total en la cabaña 33 animales puros. Con el gran equipo de trabajo que tenemos recorrimos todo este largo camino y logramos el registro como raza en mayo 2022. Fue una gran lucha”, relata.
“Fueron muy exigentes en la Sociedad Rural, me hicieron sufrir mucho pero la verdad que les agradezco porque me permitió lograr ser los primeros criadores de esta raza registrada”, añade.
Desde hace años que la vida de Chantal es un poco nómade, hace al menos 10 viajes por año a la Argentina para poder estar al tanto de lo que pasa en su Establecimiento Chanty SA.
“A veces vengo por un mes, otros viajes son solo por 15 días. Pero trato de estar atrás del proyecto equino y de las otras actividades del campo. No conocía nada de estos caballos pero de a poco fui descubriendo las virtudes de esta raza y me fui enamorando. Cada vez que venía preguntaba dónde están mis caballos, qué potrillos nuevos habían nacido”, relata.
Para la cabañera, el haber presentado sus ejemplares en la Pista Central de Palermo fue un gran y merecido logro. Ahora busca que muchos productores argentinos la sigan, se conviertan en criadores también de Ardenés y así poder constituir la asociación en la Argentina: “Somos los únicos criadores en la Argentina, por ahora”.
Entre las virtudes destaca su docilidad, su inteligencia, fortaleza y su resistencia. Explica que su uso se asocia con tareas de agricultura, viñedos y explotaciones forestales donde no puede acceder un vehículo tradicional.
“Su pisada impacta diez veces menos sobre el suelo. Nosotros los usamos como hobby y también para tirar carruajes. Es un caballo noble, rústico, sobrevive a climas desfavorables con poca comida. Pese a su rudeza, es muy manso y fácil de manejar. Por esa mansedumbre particular los utilizan mucho para equinoterapia. Por eso ahora quiero traer más sangre y difundir todas las aptitudes y cualidades de esta raza realmente fuera de lo común. Por algo fueron usados y elogiados por Julio César y por Napoleón en la campaña a Rusia para transportar los cañones y artillería pesada del ejército”, finaliza.
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