En Tierra del Fuego, en Estancia Viamonte realizan ganadería con alta tecnología, utilizan paneles solares, llevan adelante una huerta orgánica y miden la huella de carbono para cobrar bonos
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Tomás Ayerza, nacido en 1968 en la ciudad de Buenos Aires, se recibió de ingeniero en producción agropecuaria y tomó experiencia en el campo de cría de la familia en Ayacucho. El tiempo corrió y en 1995 fue a la isla de Tierra del Fuego a trabajar con su futuro suegro. Al poco tiempo se casó con Cristina Goodall, fueguina, con quien tuvo seis varones y se quedó en la isla desde hace 27 años.
Hoy es administrador de la Estancia Viamonte, donde se crían ovinos y vacunos, como actividades principales. Pero hay mucho más: en el campo toda la energía consumida es autoproducida, se están haciendo las mediciones para cobrar bonos de carbono y se desarrolla una huerta que produce verduras orgánicas y ajo negro, un speciality de alto valor comercial.
Bien al sur
El establecimiento Estancia Viamonte, de unas 40.600 hectáreas, está a 42 kilómetros al sur de la ciudad de Río Grande, en Tierra del Fuego, en el kilómetro 2886 de la ruta 3, que atraviesa el campo. Vivir en esa latitud no es para cualquiera. La temperatura promedio anual es de 5,6°C. La media de temperaturas máximas de verano es de 16°C; la de invierno, -5°C, con extremos de -15. La lluvia promedio no llega a 400mm repartidos regularmente a lo largo del año excepto en agosto, septiembre y octubre. Los suelos de la región son ácidos, con un horizonte orgánico superficial frágil, que no permite hacer labores. Por debajo hay arcilla y piedras.
Estancia Viamonte fue fundada en 1902 por Lucas Bridges, que se dedicó la producción lanera. Bridges era hijo del reverendo anglicano Thomas Bridges y de Mary Anne Varder, la primera familia europea en establecerse en Tierra del Fuego en 1863.
Durante muchos años, la estancia se dedicó a la producción de lana, primero con la raza Romney Marsh, luego con Corriedale y finalmente con MPM (Merino multipropósito). En los momentos de auge de la lana, en 1997, se esquilaban 21.000 ovinos. Actualmente, en el campo quedan 5500 porque se está reorientando hacia la producción vacuna.
La reducción de la producción ovina tuvo mucho que ver con la problemática de los perros llamados asilvestrados, serios depredadores de las majadas. Estos animales salvajes matan los ovinos por diversión más que para alimentarse. El problema se ha atenuado últimamente con perros protectores de las ovejas.
La incursión hacia la ganadería vacuna tiene como nave insignia a la raza Hereford, de muy buena adaptación a la zona y con la docilidad necesaria para su movimiento en una zona de monte bajo de ñire y en los corrales. Actualmente, en el campo hay 1300 vientres y 285 vaquillonas de primer servicio, más 850 terneros. “El sistema de producción es de cría, pero los terneros producidos se recrían hasta 330 kilos, para luego venderlos a un feedlot de la isla”, puntualiza Ayerza.
Manejo holístico del pastizal
En la isla de Tierra del Fuego, hay tres zonas según la vegetación: estepa, al norte; bosque fueguino, al sur, y ecotono, la transición entre ambas zonas. Estancia Viamonte está en el ecotono y tiene 50% de monte de ñire; 15% de estepa y 33% de vegas (bajos húmedos más productivos).
Se extiende 30 kilómetros a lo largo de la ruta 3 y tiene 12 kilómetros sobre la costa, lo que le otorga un microclima más benigno con respecto a otros campos ubicados más adentro de la isla. En el monte de ñire y en las vegas el estrato herbáceo está conformado por gramíneas, entre las que aparecen el pasto ovillo y el timote como especies introducidas.
En las vegas también se pueden encontrar plantas cespitosas perennes del género Carex. En la estepa se aprovechan la poa y la stipa. La producción de materia seca de ambientes tan distintos es muy disímil: puede ir desde 50kg/ha/año hasta 3000. La carga animal que soportan estos campos es del orden de 6ha/vaca o una oveja/ha.
Hacen un manejo holístico de los pastizales. Consiste en concentrar tropas en pequeñas superficies, con aprovechamientos durante 20-30 días, en vez de tener una menor carga de hacienda durante tres o cuatro meses en los campos de verano e invierno. Este manejo permite muchos días de recuperación de los lotes pastoreados, la aparición de nuevas especies y además libera hectáreas, que están siendo alquiladas a vecinos actualmente.
Cría y recría
Empezaron a hacer inseminación artificial a tiempo fijo en vaquillonas Hereford desde hace dos años, con semen de toros puros de pedigrí provistos por Select-Debernardi, con resultados alentadores que permiten producir sus propios toros.
En general, los porcentajes de preñez de los vientres en la isla son muy altos por la excelente sanidad. “Acá estamos libres de tuberculosis y de aftosa, y no hay enfermedades venéreas, lo que permite alcanzar 95% de preñez al tacto y 82% de destete, con muy buena genética”, destaca Ayerza.
El servicio va del 10 de diciembre al 10 de febrero, en la época de días más largos y de mayor producción de pasto de calidad. Los terneros se destetan en marzo-abril. “En el último ejercicio pesaron 210 kilos de promedio”, se enorgullece Tomás.
En Tierra del Fuego, la mayoría de los campos hacen cría con venta de los terneros al destete porque en invierno pueden perder hasta 30 kilos de peso por las condiciones tremendamente rigurosas. Como Estancia Viamonte está sobre el océano, tiene menor influencia negativa de las bajas temperaturas y de la nieve, lo que permite recríar los terneros hasta 330 kilos, siempre sobre campo natural, tras lo cual se venden a un feedlot de la isla.
Energía para todo el campo
Toda la electricidad que se consume en el establecimiento es autogenerada; no está conectada a la red nacional. La producción de energía combina paneles solares con motores a gas, alimentados por la red que pasa por el campo. Hay 24 paneles solares con inversores y baterías, que abastecen a la oficina, a la herrería, al galpón de esquila, a los freezers, etc. de la estancia en primavera y verano, y motores a gas que operan en invierno.
“Antes de instalar los paneles solares, los motores funcionaban 17 horas por día como promedio, para atender las demandas de energía; ahora bajamos a 3-4 horas; es la primera estancia que esquila con energía proveniente de la luz solar”, destaca Ayerza, quien explica que el ahorro de gas permitió recuperar la inversión -25.000 dólares- en cinco años. “Además, si se cuidan adecuadamente, los paneles solares pueden durar 25 años y son más convenientes que los generadores de energía eólica, que tienen muchos problemas con los rodamientos”, diferencia Tomás.
Huella de carbono
Este año, empezaron a trabajar en la huella de carbono, con la intención de vender bonos. El proceso comenzó con un estudio del campo, porque hay que demostrar que fija carbono con el paso del tiempo mediante prácticas regenerativas.
“Se hace un primer análisis en el que se estudia la composición del suelo, la capacidad de absorción de agua y el contenido de materia orgánica y de carbono por hectárea”, explica Ayerza. “Luego, año tras año, se hace un relevamiento de pastos. Al quinto año, se realiza un estudio completo y recién ahí se determina si el campo fijó o no carbono adicional. Para esto último se toman mediciones. Por ejemplo, si al principio había 116 toneladas de carbono por hectárea y en la última medición se miden 118, se podrían vender 2 toneladas por hectárea”, se esperanza.
Con medidas regenerativas como el pastoreo holístico, la fijación de carbono es creciente y eso podría capitalizarse económicamente con bonos de carbono. Estos son vendidos por las certificadoras a las empresas que los demandan, como las petroleras o los fabricantes de cigarrillos. Actualmente un bono cotiza a alrededor de ocho dólares por tonelada de carbono.
Huerta orgánica
“Hace unos años, con mi esposa pusimos en marcha una huerta en el campo, con el fin de contribuir a la alimentación de la familia y de las personas que trabajan en la empresa. Al poco tiempo empezamos a certificar como orgánicos al utilizar, por ejemplo, solo fertilizantes biológicos como la bosta del galpón de esquila”, rememora el directivo.
“Además, desde hace unos años estamos produciendo un ajo violeta muy picante, que logró el INTA en Santa Cruz. Sembramos 10.000 por año y una parte se convierte en ajo negro. Este producto final se obtiene con un proceso fermentativo: con condiciones especiales de temperatura se deshidrata, para quedar como una pasa de uva. Con esta presentación mantiene las propiedades del ajo, pero se endulza y queda con gusto a trufa”, apunta.
La producción de la huerta se vende como fresco en verdulerías y restaurantes de Ushuaia, y el ajo negro se ubica en dietéticas y restaurantes gourmet con alto valor por ser un speciality orgánico y con el sello de calidad fueguina. “Hay solo tres productores de ajo negro en la Argentina. De esta forma la quinta pasó de ser algo de subsistencia a una unidad de negocios actualmente”, resume Ayerza. La próxima etapa de diversificación será el turismo rural, para atender visitantes a los que se les dará alojamiento y gastronomía en un entorno de paisajes de ensueño.
Perros protectores
Los perros salvajes producen muchos daños en las majadas del sur del país. Son animales que inicialmente eran domésticos, pero luego se alejaron del hombre, proliferaron y volvieron a su estado natural para convertirse en depredadores.
Para hacerles frente se están usando perros protectores de las ovejas. Para que tengan esta característica, se hace parir a las perras entre las ovejas. “Los cachorros se crían entre ellas y toman afinidad muy grande con los ovinos. Incluso, en algunos casos, se los hace mamar de las ovejas”, explica Ayerza. En otros casos, nacen en un brete muy chico con ovejas y permanentemente están ligados a ellas. “A medida que van creciendo, se los va poniendo en condiciones de corral cada vez más extensivas; cuando las crías tienen cinco meses, ya se largan definitivamente a campo afuera, casi sin contacto con el hombre”, completa.
Como son muy territoriales, los perros protectores marcan todo el campo con heces y orina. Ante la presencia de extraños, ladran permanentemente. “Además, cuando se entra con ovejas a un lote con perros salvajes, la primera semana es de conflicto permanente; los perros protectores corren a los asilvestrados”, asegura Ayerza. Por otro lado, cuando hay una entrada de perros depredadores, los protectores los atropellan y los espantan, aunque sin dar peleas directas.
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