El mendocino Manfredo Seufferheld desarrolló una tecnología para retrasar la brotación de las yemas de la vid con foco en evitar el impacto de heladas de primavera
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Desde hace seis años que el argentino Manfredo Seufferheld lleva adelante en Estados Unidos una investigación con la que desarrolló una tecnología para retrasar la brotación de las yemas de la vid, que es el órgano de la planta indispensable para producir el fruto y así reducir en un 80% el riesgo de que pierdan volumen y calidad al ser alcanzadas por heladas de primavera que, según indicó, con el cambio climático se han agravado.
Después de que se recibió de ingeniero agrónomo en Mendoza, hace 30 años, se fue a Estados Unidos a hacer un doctorado en la Universidad Estatal de Colorado. Allí formaba parte de un equipo que realizaba investigaciones vinculadas a la conservación de recursos genéticos en nitrógeno líquido y él, específicamente, se dedicaba a la fisiología del estrés al frío y a la deshidratación. Siempre había tenido en mente que lo que él había encontrado en esa investigación podía convertirse en una solución interesante para el problema de las heladas en los cultivos.
Sin embargo, después que finalizó sus estudios dejó esa idea a un costado y eligió una vida académica. Se dedicó a continuar con investigaciones y a dar clases en la Universidad de Illinois.
El mendocino contó que en 2016 su vida dio un giro cuando presentó con éxito su investigación en una incubadora de negocios que tiene la universidad en la que se desempeñaba como profesor. Se inscribió en el I-Corps (Cuerpos de Innovación por sus siglas en inglés), un programa que pertenece a la Fundación Nacional de Ciencias (NSF) de Estados Unidos, que ayuda a los científicos a salir de los laboratorios para validar sus investigaciones y que generen a partir de ellas emprendimientos tecnológicos para su comercialización.
Así fue como Seufferheld durante dos años viajó alrededor de Estados Unidos para entrevistarse con potenciales clientes, competidores, especialistas y así entender “el paisaje del negocio”.
“Cuando uno tiene una idea en un laboratorio, la considerás como si fuera tu hijo, creés que es lo mejor del mundo, que va a ser una gran solución para la humanidad, pero después, al salir del laboratorio, uno se puede encontrar con un montón de circunstancias que tiren abajo ese proyecto”, comentó.
Sin embargo, eso no fue lo que le sucedió. Por el contrario, se encontró con que su investigación podía ser una gran solución para los productores. De esa forma nació FrostDefense, una startup financiada por la NSF, que tiene a Seufferheld como fundador.
“Durante la cosecha muchos agricultores veían una baja en su productividad porque a los racimos del vid les faltaban granos y había uvas que no se habían terminado de desarrollar. Una de los factores que provoca ese efecto son las heladas”, explicó.
Por eso, detalló que con su trabajo, al retrasar la brotación, aumenta la ventana de tiempo en que las yemas pueden estar protegidas de las heladas siendo que en primavera es la época en que brota la principal, que es la que da mayor cantidad de racismo y mejor calidad de uva para la vinificación.
“Esa es la más importante de preservar. En caso de que esta muera, brota la segunda que va a tener menos racimos y la calidad de su uva va a ser menor, y la tercera puede ser directamente infructífera”, comentó. En esa línea, agregó: “Cuando un agricultor pierde el brote principal, sufre una doble pérdida porque cae el volumen de producción y la calidad de la uva. Sumado a que va a tener una menor rentabilidad porque la bodega le va a pagar menor por esa uva”.
Explicó que con el cambio climático los inviernos se están acortando. Pero las heladas se extendieron en el tiempo, por lo que hay más riesgo de heladas en primavera, y las variaciones de temperatura, que naturalmente se dan en la época de transición entre el verano y el invierno, se magnificaron. Esto, a su vez, señaló que ocurre siendo que las yemas de la vid pierden resistencia al frío muy rápidamente.
Entonces, si la helada es intensa mueren, o de lo contrario se provocan lesiones “subletales” que llevan a “pérdidas silenciosas”.
En ese sentido, comentó que en Mendoza hicieron una prueba y en las uvas tratadas tuvieron como resultado un incremento de los rendimientos de cosecha de entre 10% y 30%.
Se trata de un método de base fisiológica que ralentiza el desarrollo fisiológico endógeno de la planta más allá de la ventana de heladas más rigurosas, sin retrasar la cosecha. Estas soluciones están basadas en un spray no tóxico/no hormonal y respetuoso con el medio ambiente.
Además, contó que en FrostDefense desarrollaron una plataforma analítica que es capaz de predecir cuándo las yemas van a brotar y durante ese periodo qué probabilidades hay de que puedan sufrir una helada significante. “De esta manera le damos al agricultor una herramienta más para poder tomar mejores decisiones”, agregó.
Si bien aún no lo están comercializando, afirmó que ya hicieron las pruebas para demostrar que sus productos funcionan a campo. En tanto, actualmente se encuentran en la etapa de la “optimización”.
“Si bien ya sabemos que el producto funciona, en estos próximos dos años tenemos que hacer ciertos ajustes y mejoras, y también todos los papeles de aprobación”, concluyó.
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