Rocío Severino, Pablo Damiani y Facundo Alecho comercializan plantas cítricas y aspiran a potenciar un modelo de distribución en todo el país
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Hace dos años, Rocío Severino, una cantante lírica, compró 70 plantas de cítricos con la idea de vender algunas pocas para que le quede cubierto el costo para lo que quería plantar en su jardín. A la semana ya no le quedaba ninguna. Compró 300 más y la situación se repitió. “Ahí dijimos acá pasa algo”, contó su pareja, el pianista Pablo Damiani a LA NACION.
Así nació Cítricos Pampa, una empresa de venta minorista y mayorista de plantas cítricas de la ciudad de Toay, La Pampa. El mes pasado vendieron su primera franquicia en Mendoza a 1,2 millones de pesos y esperan el próximo trimestre alcanzar un promedio de 1,5 millones de pesos mensuales en ventas con la incorporación de la nueva franquicia, que se suma a los más de 40 puntos de venta alrededor del país con los que ya cuentan y la venta online.
El emprendimiento nació cinco meses antes de que se decretara la pandemia, sin embargo, el contexto no fue un impedimento para continuar expandiendo el negocio. “Nos apalancamos mucho en las redes sociales y en una estrategia de comunicación en un rubro, como es el de los viveros, que estaba muy estancado desde hacía muchísimos años”, detalló Damiani.
Es por ello que remarcó que una de las claves del éxito fue la comunicación. Junto a Damiani y Severino también integra la empresa Facundo Alecho, un baterista y dueño de una empresa de marketing. “Él tiene un gran conocimiento de la comunicación digital y su incorporación fue clave para que salga este resultado”, remarcó el empresario.
Antes de esto, Damiani junto a su pareja se dedicaban de lleno a la producción artística de espectáculos y tenían una empresa de seguridad vial con la que hacían capacitaciones a grandes empresas con simuladores de conducción. “Ahora eso está muy frenado por la pandemia”, se lamentó.
La experiencia a los tres les permitió ver y entender el negocio citrícola bajo una concepción diferente, incluso aseguran: “Tenemos un modelo de negocio que está lejos del vivero tradicional”.
Actualmente comercializan de manera online a todo el país y cuentan con más de 40 puntos de venta en las provincias de La Pampa, Río Negro, Neuquén, Chubut, Mendoza y Buenos Aires. Hace un mes desarrollaron un modelo de franquicia de centro de distribución y aspiran a vender una por provincia o cada 500.000 habitantes. “De esta manera vamos a lograr tener una presencia igual de importante en todo los puntos del país y aumentar exponencialmente las ventas”, explicó.
El próximo trimestre esperan alcanzar un promedio de 1,5 mensuales con el crecimiento de ventas de la franquicia de Mendoza. Y su próximo paso será realizar su primera siembra para lograr un autoabastecimiento.
“Hasta el momento veníamos trabajando con productores que producían para nosotros con acuerdos que habíamos realizado y el mes que viene vamos a empezar a producir nosotros”, dijo. En marzo de 2023 van a contar con la primera camada de 20.000 plantas de producción propia y a partir de ahí tendrían el ciclo completo: producción y comercialización mayorista y minorista.
Gracias a la estrategia de comunicación que desarrollaron, empezaron a captar una gran cantidad de clientes que no eran consumidores de viveros, pero comenzaron a través de las redes sociales a interiorizarse sobre el cuidado de las plantas y las condiciones para tenerlas. “Mucha gente que nunca antes se había propuesto comprar una planta o ir a un vivero nos empezó a comprarnos a nosotros cítricos”, indicó.
Según mencionó, la planta que más se vende es el limonero, que representa el 50% del total de la producción. El resto se distribuye entre otras 20 variedades que ofrecen. “De todas maneras, por ejemplo, tenemos muchos clientes minoristas que compraron cuatro naranjas diferentes que fructifican en distintas épocas del año; se dan cuenta de que pueden tener naranja todo el año. Cada vez se animan más a comprar diferentes tipos de plantas y variedades”, sostuvo Damicini.
No hay dudas que la huerta urbana fue uno de los fenómenos que creció en la pandemia. “Ya nos están empezando a contactar de pequeños municipios para hacer pequeñas plantaciones de cítricos para abastecer a su comunidad”, contó.
Para facilitar la tarea, hacen una clasificación de la edad de las plantas en S, M y L, al igual que los talles de la ropa para hacerlo más amigable. Entonces el cliente, de acuerdo a lo que esté dispuesto a pagar, puede decidir cuánto tiempo quiere esperar, esto es si compra una planta joven, intermedia o adulta.
“Estamos en la cresta de la ola, porque es algo que está creciendo y va a seguir creciendo porque la gente está buscando resolver todo lo que puede desde su casa”, remarcó el empresario.
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