Juan Lariguet tomó esa posición en Corteva para la Región Cono Sur luego de una vertiginosa carrera
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Disfrutar los procesos. Para Juan Lariguet, presidente de Corteva Cono Sur, esa es la cuestión. Con solo 38 años, para este pampeano, nacido y criado en una familia de productores agropecuarios en Intendente Alvear, haber podido transitar un camino profesional colmado de aprendizajes es el mejor capital que conserva en los 15 años que lleva en la compañía.
Son ya tres lustros de una relación que comenzó mientras estudiaba Agronomía en la UBA, cuando llegó a sus oídos una oportunidad de postularse para una pasantía y “ganar experiencia en una multinacional del sector”.
“Es el sueño de todos los que venimos del interior del país a estudiar: entrar en una compañía importante [en ese momento se llamaba DowAgroscience]. Tenía 22 años y era mi primer trabajo y aunque era para data entry, para cargar datos para planillas de seguimiento del área de customer service, estaba feliz”, cuenta a LA NACION.
Los días transcurrían entre el trabajo y el estudio. La dedicación y esfuerzo poco a poco empezaron a rendir sus frutos. “Como pasante recién ingresado uno veía a los efectivos y los beneficios que les brindaba la empresa y quería formar parte de esa planta permanente”, describe.
Una vuelta estaba dando una clase de mercados agropecuarios en la universidad y, escuchándolo, entre el público presente había un gerente de la compañía. Cuando acabó la charla, el directivo se ofreció llevarlo de regreso de la facultad a las oficinas de la empresa.
“Lógicamente, como pasante, me sentía orgulloso que un directivo de la firma me esté escuchando. Recuerdo como si fuera hoy todo lo que conversamos en su auto a la vuelta. Fue de las primeras personas que me dijo que ‘quien quiera crecer, aquí hay espacio’. Me mostró el mundo corporativo, desde un espacio muy humano. Al poco tiempo se abrió una vacante y logré mi efectivización”, detalla.
Un par de meses después, sumó un logro más: en julio del 2009 obtuvo el título de ingeniero agrónomo. Pero algo más le faltaba para coronar un año inolvidable: se abrió la posibilidad de tomar una posición para planeamiento de producción de semillas en Colón, provincia de Buenos Aires. Ahí tampoco lo dudó, armó sus valijas y hacia allí partió.
“Me fui a vivir en el mismo predio donde estaba la planta de procesamiento de semillas. Literalmente me mudé a vivir a mi trabajo. Fue genial, de lunes a lunes tuve la posibilidad de conocer gente increíble con el placer de dar mis primeros pasos ya como profesional. De repente llegaba el viernes, se acababa la semana pero en el campo no se para, y entonces me iba con la gente de producción un sábado o un domingo a recorrer algún lote”, destaca.
El negocio de semillas de la empresa seguía en crecimiento, por lo que al año siguiente los gerentes le propusieron sumarse a un nuevo grupo de desarrollo más ligado al área de investigación. “Siempre digo que cada función que me tocó atravesar es un rol que seguiría haciendo al día de hoy, sin ningún tipo de inconveniente. Me hubiese encantado seguir eternamente en cada una de las cosas que me ha tocado hacer. Siempre disfruté cada puesto que ocupé. Uno pasa demasiadas horas en el trabajo y, si no lo hacés de esa manera, la verdad que no encuentro otra forma de llevarlo adelante”, dice.
Tras dos años en esa posición más ligada a la investigación, en 2013 se le presentó otra posibilidad de aplicar y ser seleccionado para manager de la línea de semillas híbridas de maíz. Fue su primera incursión en el área comercial. Trabajó codo a codo con el grupo de marketing, con el grupo de ventas de semillas.
“Se me amplió bastante el alcance de la posición. Eran horas y horas dedicadas a recorrer la Argentina, donde conocí en profundidad la heterogeneidad, la cantidad de ambientes y la diversidad de productores que hay en nuestro país”, añade.
Fue tomando más responsabilidades hasta llegar a manejar el portfolio para toda la región, incluido Uruguay, Paraguay, Bolivia y Chile, además de la Argentina. En el medio, se realizó la fusión de tres grandes compañías (Dow, Dupont, Pioneer), que lo encontró a Lariguet como líder de Cono Sur para ya todo el negocio de semillas: girasol, soja, sorgo pero siempre siguiendo muy de cerca a “mi querido maicito”.
Sin dejar su posición de líder de semillas en el Cono Sur, en 2019, se comprometió con un nuevo desafío de sumar a Brasil, México y Colombia. Y en plena pandemia, en el 2021, se trasladó a México para tomar la posición de director de Marketing para los negocios, ya no solamente de semillas sino que también la plataforma de protección de cultivos.
“La región mesoandina es una región súper diversa, son más de 14 países desde México hasta el Perú y son más de 30 cultivos. Estamos hablando de producciones de arándanos, de frambuesa, de aguacate, de flores”, describe.
Y llegó el Día D. A mediados de marzo de este año, Lariguet estaba en Sinaloa, específicamente en Culiacán, la capital, almorzando con unos clientes cuando sonó su celular.
“Cuando miré el teléfono y vi quién era el que llamaba, supuse de qué se trataba. Y así regresé con mi familia a la Argentina para hacerme cargo de la compañía. La decisión familiar estaba previamente tomada. Si hay algo que creo que es clave tanto del ámbito laboral como personal es que siempre se debe tener una buena comunicación: el hablar, el plantear los escenarios y el estar preparado para lo que de alguna u otra manera la vida nos traiga”, asegura.
“La clave es tener un buen balance de la familia, es la que sostiene absolutamente todo. Mi familia es la que me ayudó a tomar la decisión de moverme a México y en un año estar de regreso en la Argentina”, agrega.
En la actualidad, Lariguet tiene mucha expectativa de la posición que hoy ocupa. No olvida sus inicios y conserva las mismas ganas de seguir conociendo y aprendiendo de los demás. “Estoy disfrutando de esta posición, así como dije me hubiese quedado eternamente haciendo lo que me tocó hacer en cada momento. Hoy ese chico que empezó a los 23 años sigue teniendo las mismas ganas de aprender. Creo que lo más valioso de una persona es poder tener la humildad de aprender de cada una de las personas con las cuales tenemos el placer de trabajar y de interactuar”, dice.
“Como agrónomo del interior del país, el poder estar hoy en uno de los países más importantes para la agroindustria a nivel mundial, el poder estar liderando una de las mejores empresas del agro a nivel mundial para una persona que tiene 38 años y 15 años en la compañía es como tocar el cielo con las manos”, agrega.
Su mensaje final fue para los jóvenes. “No bajen nunca los brazos. El camino puede estar lleno de piedras pero que si uno traza un norte, traza una ruta (a veces más sinuosa y a veces menos, a veces más rápida y a veces más lenta), lo importante es tener claro a dónde uno quiere llegar y dar todo lo que lo que esté al alcance para poder lograrlo”, finaliza.
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