La cadena de valor agroalimentaria consume el 30 por ciento de la energía disponible en el mundo, de acuerdo a datos de la FAO. Se necesita energía en la producción de cultivos, en la ganadería, en el almacenamiento y procesamiento de alimentos, en transporte y en la distribución. Aunque el uso de los combustibles fósiles en el agro ha disminuido, estas fuentes de energía son finitas y ambientalmente problemáticas.
África: refrigerar con energía solar
La energía solar es una de las energías limpias más recomendadas por la FAO en la transición hacia un modelo verde. Mediante paneles solares se puede reducir el desperdicio de alimentos en lugares donde los productores no acceden a energía eléctrica y de esta forma mejorar el impacto en la huella de carbono.
La empresa británica InspiraFarms diseñó cámaras frigoríficas energéticamente eficientes que funcionan con energía solar para empresas agrícolas y distribuidores de alimentos en África oriental y meridional. El objetivo fue que los productores africanos puedan acceder a nuevos mercados de mayor valor, reducir los costos de energía y las pérdidas poscosecha.
InspiraFarms aborda la sustentabilidad desde dos aspectos: el tipo de energía que usan para refrigerar y la disminución de gases de efecto invernadero por el desperdicio de alimentos. El diseño de las soluciones de refrigeración incluye sensores e IoT para adaptar el frío a los cambios fisiológicos y atmosféricos que se producen durante un ciclo de enfriamiento para ser “amable” con el producto y prolongar su vida útil.
En la Argentina, el Censo Nacional Agropecuario de 2018 registró 250.881 explotaciones agropecuarias. Unos 25.850 establecimientos rurales cuentan con energía solar y 88.231 no tienen ningún tipo de suministro. La buena noticia es que si los productores decidieran que sus campos funcionen con energía limpia estarían en muy buenas condiciones de abastecerse, incluso al nivel de los países pioneros y ahora con algunas ventajas económicas.
“Los paneles solares solían ser una inversión costosa para los productores, pero a partir de las restricciones cambiarias es una opción tentadora y se suma a las tendencias ´verdes´ del mercado de productos agrícolas”, explicó Alex Bril, emprendedor y Country Manager de Solar LATAM.
El uso de energías renovables no sólo es clave para la seguridad alimentaria sino que es una herramienta para acceder a mercados competitivos. Innovar para alcanzarlos puede significar un cambio en las tecnologías más básicas, pero sin duda vale la pena. En el corto plazo, la demanda de productos que demuestren que su producción ha sido sustentable hará que las energías limpias- como la biomasa o los paneles solares- se transformen en una herramienta para hacer negocios.
El autor es socio de Barrero & Asociados
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