En el sector de la producción piden que la campaña termine de una vez para tener una derrota digna o empatar en el mejor de los casos debido al impacto de la sequía
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Un poco lejos ha quedado el último Mundial de fútbol que tantas alegrías nos dio. Es inevitable, en ese recuerdo, los partidos que parecían que no estaba definido el resultado hasta el último minuto y uno pedía la hora. En esta campaña agrícola, los productores agropecuarios parecen estar en la misma situación, pidiendo que este año termine de una vez por todo, pero no para ganar sino para tener una derrota digna o en el mejor de los casos un empate ajustado.
Si recordamos cómo comenzó esta campaña 2022/23 hace un año atrás, momento de inicio de la guerra, los costos aumentaron un 50% en promedio con respecto a la campaña anterior liderado por la suba de los fertilizantes, que lo hicieron en un 116%.
Hacer un maíz esta campaña costó un 57% más que la campaña 21/22 y también para el trigo 65%, y la soja 38%. Si sumamos los nueve cultivos principales, las subas fueron más de 5000 millones de dólares, como dijimos un 50% más que la campaña anterior. A esa suma hay que agregarle el aumento de los alquileres en quintales y precio debido al dólar soja. Cuando sube la inversión, sube el riesgo.
El segundo factor que es determinante en la producción esperada es el clima. Estamos finalizando la tercera Niña consecutiva, suceso que solo pasó cuatro veces en la historia desde que se tiene el primer registro en 1870. Saber de este evento por lo menos fue bueno para planificar mejor la agronomía de los lotes, fechas de siembra, densidades, etc. No alcanzó.
A la falta de lluvia se le agregó el trimestre noviembre-enero más cálido desde 1961; estamos atravesando la novena ola de calor desde noviembre y entre el 17 y 18 de febrero se dieron heladas en buena parte de la Argentina, marcando el récord histórico de bajas temperaturas en febrero en 30 localidades.
Según las diferentes mediciones, hubo algo más de 11 millones de toneladas de trigo con una caída del 45% con respecto al año pasado y habrá una producción de soja cercana a los 30 millones de toneladas y 40 millones de toneladas de maíz, si el partido terminara hoy.
El tercer factor es la mirada del Gobierno y la intervención de los mercados en conjunto con el resto de la cadena. En cualquier lugar del mundo cuando hay menos producción los precios suben, acá bajan.
Hay un viejo refrán que dice que si no estás sentado en la mesa, estás en el menú y es donde parece que están los productores hoy. ¿Se posponen exportaciones de trigo y maíz comprometidas y se da rienda suelta a las importaciones de soja? ¿por qué no van todas las medidas en el mismo sentido?
Brasil exporta e importa trigo, maíz y hasta soja en algunos años. ¿Y si hacemos lo que hace el resto de los países del mundo que el mercado regule los precios y los stock y que cada actor de la cadena se haga cargo de su abastecimiento?
Una tenue luz al final del camino
La campaña 23/24 traería algo de alivio. Si los pronósticos de largo plazo no fallan, iríamos a un año Niño, donde estadísticamente la Argentina tiene más producción de granos gruesos.
También están bajando los principales insumos del agro, los fertilizantes sobre todo la urea y el glifosato, entre otros. Si se normalizan las importaciones estos precios tendrían que estar presentes en la próxima campaña.
Por último, la expectativa de un cambio de Gobierno que traiga un alivio, aunque sea parcial en los tres grandes problemas del agro: la brecha cambiaria, las retenciones y las intervenciones en las exportaciones e importaciones.
Para estas cosas todavía falta la finalización de esta campaña, donde a grito unificado los productores están pidiendo: terminalo juez, terminalo.
El autor es director de Globaltecnos
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