El crecimiento de las especies responde desde una mayor disponibilidad de alimento, cambios en la topografía hasta, dicen los productores, reservas que crecieron para albergarlos
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En los últimos meses, productores de distintas regiones comenzaron a alertar sobre lo que, por experiencia en sus campos, consideran un problema creciente: ataques de pumas, jabalíes o el avance de ciervos axis o el guanaco que, según la especie, o matan ganado bovino o compiten por el pasto como el caso del guanaco con las ovejas.
Los pumas y los jabalíes no tienen depredadores naturales y tampoco hay programas de control de las especies. La sobrepoblación de animales que generan daño en la producción también alcanza a los guanacos y ciervos axis mencionados. La proliferación se produjo por la disponibilidad de alimento, topografías, climas y hasta campos que pasan a ser controlados por ONGs que facilitan su desarrollo, entre otras causas mencionadas por los afectados. Las leyes que hay a nivel nacional carecen de regulaciones que posibiliten el control de las especies, según los productores, no han sido suficiente y se ha aumentado considerablemente el problema.
En las provincias de la Patagonia, los productores tienen que batallar con el puma y el guanaco, mientras que en La Pampa, San Luis, Córdoba, Santa Fe, Buenos Aires, Entre Ríos, el problema son los jabalíes y los ciervos axis. También los pumas en algunos de estas provincias.
Pedro Garitaonandia es un productor de Santa Cruz, cuyo campo limita con el Parque Nacional Patagonia. Todos los años, entre septiembre y abril, pierde entre 400 y 600 ovejas; el 90% se lo adjudica al puma. “Esta región está en terapia intensiva. Preferiría tener de vecino a un productor que a un parque nacional, pero los campos están desocupados por este problema y las tierras las compran organizaciones como la Fundación Rewilding”, dijo. Desde hace 30 años, los productores de la zona dejaron de hacer ganadería: el puma mata vacas y terneros por igual, pero menos que si se trata de ovejas. Para tratar de contener y aminorar las pérdidas en la Estancia La Vizcaína, contó, se manejan con perros protectores para espantar a estos animales.
Aseguran que la Fundación Rewilding tiene en la Patagonia más de 260.000 hectáreas en los alrededores de la meseta, que han comprado desde 2015 a la fecha y que han quedado fuera de producción. Ante una consulta de LA NACION, desde la Fundación desmintieron ese dato, pero aclararon que, efectivamente, “ha comprado tierras”. Además, agregaron que existen muchísimas otras reservas nacionales, provinciales, municipales y privadas en la Argentina. Según mencionaron, más allá de eso, los pumas han recuperado sus poblaciones por otras razones que van más allá de la existencia de estas áreas protegidas.
Para los productores, el 2017 se convirtió en un año bisagra en este problema. “Los campos están todos desocupados y los que no, las tierras las compran organizaciones como Rewilding que van en contra de la producción. Los pumas son los que nos hacen daño. A la Fundación les dimos la oportunidad de trabajar en equipo. Ellos le ponen collares satelitales a guanacos y pumas, y hacen un seguimiento de los animales por GPS, pero no hacen nada cuando entran a los campos a matar las ovejas. Intenté que me pagaran las ovejas, pero no lo hicieron”, relató. Garitaonandia aclaró que no tiene problemas con la Fundación, de hecho, cada tanto toman mate en su campo, pero tiene en claro que cada uno defiende su causa.
Martín Roa, de la Asociación Agrícola Ganadera de Santa Cruz y extensionista del INTA, agregó que el puma hoy se está viendo en lugares donde antes no se veía, por el “vaciamiento” de los campos de la región. Coincidió con Garitaonandia que las ONGs internacionales que tienen sede en el país, reciben fondos del exterior para comprar campos. Su propio campo ha visto aminorar el lote de ovejas por el aumento de los pumas: lleva contabilizados 50 animales desde los primeros avistamientos.
“Creer que el productor no quiere su ambiente, no tiene sentido, porque el productor vive del pasto que genera el campo. Ese pasto se traduce en carne y lana, que es lo que después vende. Si no cuida su ambiente y pastizal deja de subsistir. El productor se debe considerar como el primer ambientalista”, señaló. Antes de 2017, la mayoría de los productores todavía tenían “algo” de hacienda en sus campos. En su caso, recuerda que en 2018 incorporaron los perros protectores de hacienda, una herramienta pasiva de protección, por la aparición de los pumas. “No estábamos preparados para lidiar con el depredador. Para controlarlo, lo que hacen es tener en el campo lotes pequeños y hacer rotación de la hacienda”, relató. Por las características topográficas, hay campos que se convierten en el refugio de los pumas, mientras que otros solo sirven de paso.
Otro de los problemas de la Patagonia es el guanaco; su predador es el puma, sin embargo, con el correr del tiempo y dada la producción de la oveja mansa, estos se han convertido en la presa fácil del puma. Más allá de este problema, el guanaco genera un impacto en los pastizales que es importante controlar.
Según un estudio del INTA, los productores pueden controlar la carga ovina, pero no la carga del guanaco. No obstante, no se ha logrado bajar la carga de guanaco, y las opciones que hay son para aprovechamiento de la carne y la fibra del guanaco. Estos niveles de caza aún son muy bajos y no se permite que se convierta en un negocio.
Los expertos coincidieron en que los planes de manejo nacionales y provinciales se tienen que ajustar. Además de pedir que la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), una organización de control de especies amenazadas, baje un nivel de protección a estas estas especies y permita una mayor caza y comercialización.
El gobierno nacional tiene un marco general para controlar las especies, pero cada provincia lo ajusta a su realidad. En la Patagonia, cada una de las provincias tienen distintos problemas y algunas están más atrasadas que otras en sus marcos legislativos. Los productores solicitan el apoyo de los gobiernos tanto nacional como provincial para que los ayude a la recuperación ganadera.
El mismo cuadro relatan desde Entre Ríos, por el jabalí, una especie nativa de Europa, Asia y Norte de África que fue introducida en 1905 por Pedro Luro. En los 80, en la Argentina se realizaban cotos de caza, un terreno habilitado para cazar, pero estos se fueron prohibiendo. Con el tiempo estos animales, que tienen pariciones de alrededor de 30 animales por año, se comenzaron a desperdigar y reproducirse de manera veloz. Así, las piaras han comenzado a generar pérdidas significativas en los cultivos como el maíz y trigo.
“Se ha intensificado de una manera tremenda. Esto no viene de ahora, sino de hace casi 40 años, y es desproporcional el aumento. Ha provocado un daño no solo productivo, sino que arrasan con alambrados, porque son piaras de hasta 30 animales”, dijo Nicasio Tito, presidente de la Federación de Asociaciones Rurales de Entre Ríos (Farer). Estos animales generan pérdidas en los cultivos, pero también provocan un daño ecológico, en la flora y fauna: “Son animales de hasta 400 kilos que atacan”.
La única solución que ven los productores es impulsar una ley con su respectiva reglamentación para que sea aplicable a estos problemas. La diputada de la provincia de Entre Ríos, Gabriela Lena (UCR), presentó un proyecto de ley en el Congreso para declarar como “plaga de especies exóticas invasoras por dañinas” a estos animales. Se prevé que el proyecto ingrese a la Comisión de Agricultura y Ganadería la próxima semana.
Tito se esperanzó que a partir de este proyecto de ley se comience a trabajar con la fuerza de la policía caminera y rural, y organismos como el Senasa y Bromatología para tratar de encontrar una solución. Para que el proyecto sea lo más robusto posible tienen que estar involucrados el Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial. “Los jabalíes no tienen depredadores naturales. Están incontrolables, al ser las piaras tan grandes provocan daños incuantificables”, estimó.
Guillermo “Willy” Bernaudo, ministro de Desarrollo Económico de Entre Ríos, aclaró que la caza está permitida y trabajan ampliando las capacidades de análisis de laboratorio de la carne de jabalí y la comunicación para que la gente sepa que “no debe consumir carne de jabalí sin análisis”. El ciervo axis también está permitido para la caza. El problema en esto es que el ciervo se caza de noche y lo que está prohibido es la caza mayor de noche, para evitar el abigeato escudado en la caza mayor. El productor tiene que dar una autorización para realizar la caza.
Fernando Miñarro, director de conservación de la Fundación Vida Silvestre, agregó que en el caso del jabalí y los ciervos axis son dos especies exóticas invasoras. “Hoy están afectando a los sectores productores y a la parte humana desde la producción. Tienen que ver con el consumo de forraje para la ganadería, la transmisión de enfermedades, los impactos y cambios que generan en los ecosistemas”, precisó. Los ciervos axis son especies que fueron introducidos desde Asia para la caza.
Miñarro aclaró que no se trata de habilitar temporadas de caza, sino de control de las exóticas y ver de qué manera o medios se pueda abordar esta situación. En ese sentido, dijo que las direcciones de control de fauna de las provincias, campos privados por fuera de las áreas protegidas, pueden tratar este problema. “Se ha dejado pasar bastante tiempo, ahora el problema es que se ha incrementado muchísimo. Es muy probable que haya temores que a la hora de implementar planes de control, cuando se habla de controlar animales carismáticos como el ciervo, genere un rechazo por parte de la sociedad”, advirtió.
Para esto se tiene que trabajar en programas de control y concientizar a la sociedad lo que generan, por caso, los ciervos. “Lo que se busca es removerlas de los espacios donde no pertenecen y están causando la extinción de otras especies”, completó. El problema sigue siendo la financiación para llevar adelante un programa robusto sin causar daños en ninguna de las partes.
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