Se trata de un proyecto en desarrollo de investigadores del INTA Santa Cruz, la Dirección Nacional del Antártico y la Universidad Nacional de la Patagonia Austral; es para mejorar la dieta del personal en el lugar
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En la Base Marambio, en la Antártida, lograron que los primeros plantines de cultivos hidropónicos germinen. El proyecto es desarrollado por investigadores del INTA Santa Cruz, la Dirección Nacional del Antártico y la Universidad Nacional de la Patagonia Austral (Unidad Académica Río Gallegos). Los ensayos son con vegetales de hoja verde, lechuga y rúcula, y apuntan a mejorar la integración de la dieta del personal que trabaja en la base.
Se realizan en un contenedor marítimo de seis metros de largo equipado con tecnología hidropónica. Está acondicionado con un sistema de aislamiento tricapa y calefacción a base de energía eléctrica para soportar las bajas temperaturas del continente. Las máximas medias en julio pueden llegar a los -11°C y descender hasta los -20°C.
La instalación cuenta con dos sectores de producción con tres niveles cada uno y un sistema de monitoreo y relevamiento remoto de datos. En esas condiciones lograron que vegetales de hoja verde crezcan en uno de los climas “más extremos” del planeta.
En cuanto a la seguridad, el sistema puede detectar derrames, humo y alertar a los responsables. Toda la electrónica del módulo fue diseñada y adaptada específicamente para el proyecto por profesionales de las instituciones participantes, contemplando tanto la disponibilidad local de componentes como así también las capacidades disponibles en el lugar.
Con respecto a los insumos biológicos, se trabajó con semillas certificadas y tratadas para garantizar su inocuidad, seleccionadas priorizando su resistencia a las bajas temperaturas. Las especies elegidas responden a la demanda de alimentos de la base.
El sistema hidropónico permite respetar la imposibilidad de utilizar el suelo en la Antártida para no alterarlo y, a la vez, garantiza el correcto tratamiento de los residuos generados por los cultivos.
En el Módulo Antártico de Producción Hidropónica se producen lechuga (de las variedades Morada y Grand Rapid) y rúcula. Por el INTA, dirigen Jorge Birgi y Boris Díaz y el suboficial César Araujo Prado es el encargado de Seguridad e Higiene Ambiental del Comando Conjunto Antártico Grand Rapid, y rúcula.
El grupo es el responsable de seguir el desarrollo de las plantas, ajustar los manejos de luz y soluciones nutritivas, evaluar las condiciones de las instalaciones hídricas y calibrar los sensores necesarios para monitorear el funcionamiento del sistema productivo.
“El trabajo es muy intenso, pero lo estamos viviendo con mucho entusiasmo porque estamos produciendo en las primeras plantas hortícolas en la Antártida Argentina -dice Birgi-. Todos aquí nos brindan su apoyo; hay equipos estuvieron trabajando intensamente para que se cumpla con el objetivo”.
En estos días el equipo está finalizando la última de tres etapas. Ya hicieron las pruebas hidráulicas del sistema de producción; instalaron el sistema de telemetría y calibraron los sensores para el seguimiento de los cultivos.
Birgi explica que, con la primera siembra, se están probando los sustratos, las semillas y la respuesta de las plantas a la solución nutritiva. Díaz es el encargado de evaluar cuál es la calidad del agua que está ingresando al módulo para luego utilizar ese recurso como base para lo que son las soluciones nutritivas que está también él está formulando.
En la división de tareas, Araujo Prado, evaluó que el proyecto es positivo porque “permitirá contar con vegetales frescos cosechados en el día para mejorar la calidad de vida y la dieta del personal que se encuentra durante un año en la base, que dejará de consumir vegetales en conserva”.
“El personal también se encargará del mantenimiento y cuidado de la producción y será capacitado para desarrollar cultivos hortícolas -describe-. Estas tareas también son muy positivas para la mejora del estado de ánimo y la autoestima, sumado al consumo de verduras frescas, que sin dudas ejercerá un impacto positivo en quienes prestan servicio”.
El sistema de producción hidropónico es útil en zonas en las que no hay suelo, o cuentan con suelos pobres, y en las que el ambiente (temperaturas muy bajas o fotoperiodos muy cortos o muy largos) no permite producir en forma sostenida durante todo el año.
Birgi indicó a LA NACION que el módulo tiene capacidad para 240 plantas de verduras de hojas, que se pueden renovar cada 35 días por otro plantín igual o por frutas. A esa producción se le suman 11 bandejas de germinados para consumo de brotes en fresco; en cada bandeja entran 220 plantas.
En la base hay una dotación de 70 personas, pero el número de gente que vive va cambiando. En verano es cuando más hay, pudiendo hasta duplicarse ese número. El proyecto incorporará nuevas especies, pero antes de llevarlas a Marambio realizan ensayos para analizar su comportamiento. Por ahora, harán lechuga en dos variedades, rúcula, acelga, perejil, albahaca y a futuro podría sumarse, por ejemplo, la frutilla.
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