Diego Ustarroz, de la EEA INTA Manfredi, asegura que integrar trigo o cultivos de cobertura a la rotación ayuda a controlar las malezas. Pero hay que tener cuidado con la disponibilidad de agua
En el centro del país reinan las gramíneas resistentes al glifosato y el yuyo colorado con resistencia múltiple. De norte a sur, el problema de malezas en Córdoba disminuye en la medida en que es posible incorporar más cultivos a la rotación. Mientras en el norte las siembras tardías de maíz obligan a realizar muchas aplicaciones con graminicidas y herbicidas residuales para llegar a la siembra, estas aplicaciones disminuyen hacia el Sur de la provincia, donde se rotan maíz, soja y trigo, que ofrecen mejor competencia para el avance de las malezas.
Para Diego Ustarroz, especialista en malezas de la EEA INTA Manfredi, la clave es evitar los problemas de resistencia múltiple en gramíneas. “Lo que estamos recomendando son herbicidas residuales que vayan controlando las camadas de nacimiento para reducir la presión de selección y así evitar que estas malezas generen resistencia a más de un herbicida con diferentes modos de acción. Por ejemplo, hay un caso de Sorgo de alepo en Córdoba que es resistente al glifosato y al haloxifop R metil. Para evitar eso tenemos que rotar herbicidas y utilizar residuales con diferentes modos de acción”, insiste. Y agrega que también hay otras medidas de manejo como la siembra de cultivos de cobertura y de trigo, que funcionan con éxito en el sureste de la provincia. Aunque hacia el centro y norte de Córdoba esta práctica se dificulta por la menor disponibilidad de agua.
Pero Ustarroz advierte que “en el futuro será necesario comenzar a adelantar la fecha de siembra de maíz, porque para sembrar la segunda quincena de diciembre o primeros días de enero se tienen que hacer muchas aplicaciones de herbicidas y esto puede generar más resistencias”.
El especialista reconoce que el Amaranthus hybridus resistente a glifosato y a inhibidores de ALS está modificando la utilización de herbicidas residuales. Frente a esto, la receta es simple y compleja a la vez: “hay que alternar herbicidas con diferentes modos de acción, inhibidores de ALS e inhibidores de la PPO para controlar las gramíneas previo a su nacimiento y después hacer un repaso con un graminicida. Además, sembrar cultivos de trigo y de cobertura todos los años que se pueda”, insiste Ustarroz.
LA NACIONTemas
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