La fotógrafa Isabel Lacau intenta captar el mensaje secreto del campo bonaerense.
"La ciudad y el campo" fue el título elegido para la muestra fotográfica presentada recientemente en el Museo de la Ciudad. Allí, la obra de Isabel Lacau refleja al ámbito rural bonaerense más allá de lo simplemente visual, "intentando penetrar el misterio que encierra esa llanura quieta y, a la vez, llena de vida".
Isabel pertenece al campo -vive en Lincoln- por adopción. Era muy joven cuando, al casarse con Pedro Lacau, ingresó en esa llanura, extendida en tierra, cielo y horizonte, que el tiempo fue haciendo suya.
"Soy porteña y mi experiencia campesina se limitaba a los amables días de vacaciones, en campos de amigos. Al casarme pasé a integrar un ámbito que al hacerse cotidiano sentí totalmente diferente. Son imágenes en que el protagonismo humano brilla o se pierde, según cómo lo vivamos.
Isabel confiesa que descubrir un lugar, un detalle, un momento que quizá nunca habrá de repetirse, puede ser la culminación de una larga búsqueda, el final de un arduo camino consciente y puede ser, también, el golpe de algo desconocido y lleno de misterio que impulsa la mano hacia el disparador de la cámara una y otra vez, en el afán de dar permanencia a lo aparentemente efímero.
-¿Cuánto hay de racional y cuánto de emotivo en una fotografía de Isabel Lacau?
-Siento que mis fotos se rigen mucho más por la emoción que por la razón. Si un momento, un paisaje, la luz o la penumbra -y hasta un sonido como telón de fondo- no me emocionan, no acciono el disparador.
En general, cuando salgo al campo con la cámara no planifico los temas, sino que voy dispuesta a escuchar un llamado. Cuando se produce la respuesta, entonces consigo que el eco se transforme en imagen. De todos modos, quise acompañar esa actitud con profesionalismo, por eso decidí adquirir formación técnica junto a Pedro Luis Raota y a Andy Golstein.
-¿Hasta dónde es posible que una fotografía responda a lo que percibieron los ojos del fotógrafo al decidirla?
-No lo sé. Muchas veces, por el contexto en el que aparece un tema, pienso en determinada imagen, pero después la realidad resulta muy distinta.
En busca del misterio
La entrevistada sostiene que el fotógrafo elige dos veces: cuando acciona el disparador de su cámara y cuando decide si la imagen obtenida refleja o no lo percibido al tomarla. "Es así que, en ocasiones, ninguna de las tomas me satisface y, en otras, me quedo con muchas. Fotografiar puede ser algo muy pensado o impulso puro, mientras que seleccionar la imagen obtenida es totalmente racional; en ese momento estoy decidiendo si responde a lo que percibí cuando la tomé. Aclaro que mis fotografías no tienen el solo destino de representar lo tangible, sino descubrir el misterio que encierra toda imagen."
De más de diez muestras presentadas por Lacau, cuatro destacan especialmente el momento pampeano: la referida al comienzo; "Pampa" y "Silencio" (Bienal Latinoamericana de Fotografía -1996- ciudad de México), "Pampa" (Consulado de la República Argentina en Nueva York - 1997) y "Los elegidos" (Galería Kin - 1998), también en ciudad de México.
En todas predominan temas que la fotógrafa califica como mínimos y austeros: un torniquete añoso como quizá solamente exista en nuestro campo; la línea dura de un alambre de púa que por sí sola detiene el paso; la marca de las patas de un tero sobre el barro batido; fragmentos de viejas huellas multiplicadas por lluvias y vientos a lo largo del tiempo; cabezas de cardo que la luz oscurece en lugar de iluminar; una solitaria cabeza de girasol plena de futuro.
"Todo refleja lo cotidiano, pero transformado por la mirada creadora del fotógrafo; todo -sostiene Isabel- está también dando testimonio del hombre que va y viene, vive y trabaja en la llanura."
Curiosamente, la figura humana, en la obra de Lacau, queda como fuera de cuadro, pese a ser protagonista de lo que está mostrando.
-¿Una fotografía puede ser obra de arte?
-Creo que no puede evaluarlo el fotógrafo, sino quien al contemplarla está recreando. Si el contemplador se conmueve, colabora con quien manejó la cámara, dando vida al mensaje que percibió y trató de transmitir; puede entonces llenarlo de belleza.
-¿Por qué se hace reiterativo, en Isabel Lacau fotógrafa, la búsqueda de lo humilde, de lo en apariencia poco relevante?
-Es algo que manda en mí; no sé por qué sucede. En oportunidades me han observado que no es la mía la tarea del fotógrafo frente a todo lo que puede ofrecer el campo argentino y sus habitantes, como realidad tangible: el ganado pastando en grandes rodeos, los extendidos trigales o los floridos girasoles que tiñen hasta el infinito la llanura, las modernas máquinas trabajando, el agricultor, el ganadero...
Es posible que quienes así piensan estén acertados, desde su interpretación de la vida rural, pero... hoy, con mi cámara, trato de reflejar otro aspecto de mi llanura: el misterio que encierra, el mensaje profundo de la tierra, herida a veces por el hombre y otras por la propia naturaleza. Es algo así como fotografiar lo imperceptible, fotografiar ese silencio que, de repente, puede transformarse en alarido... Quizás en otro momento mi cámara se mueva de manera distinta y sean otros los motivos que elija y otro también el mensaje. Hoy son éstos los que encuentro cuando camino o galopo este campo que me atrapó para siempre. . .
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