En el pueblo santafesino donde se realiza la Fiesta Nacional de la Soja aprobaron una reglamentación para controlar la aplicación de fitosanitarios que hoy es un ejemplo. Las malezas están controladas, la producción mantiene sus niveles de rendimiento y casi no se han registrado denuncias por contaminación
Uno de los aspectos más conflictivos de la agricultura actual está centrado en las aplicaciones de fitosanitarios en zonas cercanas a las ciudades. En las poblaciones rurales del interior del país, el límite entre campo y ciudad se vuelve más difuso y el impacto del uso de herbicidas preocupa y genera debate. Pero el pueblo santafesino de Arequito, cuna de la Fiesta Nacional de la Soja, parece haberle encontrado la vuelta con una ordenanza que privilegia la convivencia armónica entre los distintos actores.
En el año 2011, y ante las crecientes denuncias de los vecinos que se sentían afectados por la aplicación de productos fitosanitarios en las zonas periurbanas, la localidad ubicada a un costado de la Ruta 92 dictó, con la asistencia técnica del INTA, la ordenanza Nº 965 en la cual se estipulaban una serie de controles y criterios en la utilización de agroquímicos.
“La ordenanza original es de la localidad de Godoy (otro pueblo del sur de Santa Fe) y fue realizada bajo un consenso comunitario”, apunta el ingeniero Luis Carrancio, de la Estación Experimental Agropecuaria INTA Oliveros, quien colaboró en el proyecto. “Allí se había hecho un trabajo de desarrollo local con toda la comunidad para lograr una normativa con un alto contenido técnico, pero que aparte tuviese un amplio consenso social”, comenta el especialista.
Tomando esta iniciativa como modelo, la comunidad realizó una adaptación de acuerdo a las necesidades específicas de Arequito, y a partir de su aprobación y puesta en vigencia, todo cambió. “De tener un promedio de 50 denuncias por campaña, pasaron a una sola en el año de promulgación”, revela Carrancio. Y en los últimos cinco años se han realizado apenas dos infracciones, que fueron sancionadas con una multa de alrededor de 5000 litros de gasoil.
La normativa es amplia e integradora, y se basa en restricciones de ciertos agroquímicos, la aplicación eficiente de estos productos y los controles por parte de la comuna. En primer lugar, se impidió en todo el distrito el uso de fitosanitarios de banda roja y coadyuvantes a base de nonilfenol etoxilado, también prohibidos en Europa, a menos de 1000 metros de la planta urbana. También restringió aquellos que se evaporan y comportan de manera volátil, para evitar así la incontrolable deriva por evaporación. Y alrededor de la parte urbana y áreas protegidas, únicamente se pueden utilizar agroquímicos de banda toxicológica verde.
A su vez, se necesita una receta agronómica elaborada por un profesional, que también debe ser aprobada por un veedor. Se trata de un ingeniero agrónomo que se desempeña como el órgano de control de la comuna y posee un rol importante al momento de la aplicación de los fitosanitarios. No sólo es el encargado de aprobar la receta, sino que también debe monitorear su aplicación y las condiciones atmosféricas durante la implementación. “El viento siempre tiene que ir para el otro lado del pueblo, para evitar que la deriva llegue a la zona periurbana”, acota Carrancio.
En ese sentido, se dispuso la distribución obligatoria de mangas alrededor del pueblo para determinar de qué lado viene el viento y la colocación de una bandera amarilla en los lotes lindantes al pueblo para que los vecinos sepan que allí se aplicaron recientemente productos toxicológicos. Además, se estableció un registro de aplicadores que deben estar habilitados y tener una continua capacitación.
A pesar de los buenos resultados obtenidos, en Arequito también se encontraron con algunos obstáculos. “Del lado del productor hubo alguna resistencia el primer año, pero necesitaron de una campaña para convencerse, al ver que no les bajó el rendimiento”, admite el especialista del INTA. Y otra de las dificultades que tuvo que afrontar la ciudad es el embate judicial de la empresa fabricante del nonilfenol, quien presentó una medida cautelar que fue finalmente desestimada por la justicia santafesina en primera y segunda instancia.
Por último, Carrancio destaca que siguiendo esta serie de pautas que maximizan la eficiencia de productos de banda toxicológica verde se ha logrado controlar el problema de las malezas resistentes: “Es que el abordaje sobre este tema es normalmente sobre el hecho consumado, entonces se hacen aplicaciones a destiempo y no de manera preventiva para impedir que la maleza se desarrolle”.
Así, con una mirada integradora al problema de las malezas, con tecnología y prácticas apropiadas, en el sur de la provincia de Santa Fe han logrado que producción y calidad de vida de la población sean realidades que pueden convivir.
LA NACIONOtras noticias de Especial Malezas
Más leídas de Campo
“Necesidades urgentes”. Federación Agraria le planteó a Victoria Villarruel una baja de retenciones para los pequeños productores
“Faltan profesionales”. Se fue a trabajar a Armenia y revela cuáles son las mejores oportunidades laborales
“El peor de los últimos 28 años”. Se derrumbó el consumo de carne vacuna y no ven una recuperación en el corto plazo
Análisis. Cómo reaccionaría el campo si la devaluación baja al 1% mensual y por qué dicen que el dólar blend ya no conviene