Se deberá poner el foco, entre otros temas, en el manejo de las finanzas y en la planificación de los impuestos y volver a analizar las unidades de negocio desde el punto de vista económico
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Últimamente estamos bombardeados por noticias políticas, económicas, financieras y cambiarias que nos hacen temblar en un año de elecciones, con niveles de inflación y pobreza muy altos. Escuchamos discursos gubernamentales con datos inexactos y con promesas que no se cumplen, vemos diariamente contradicciones entre funcionarios y se anuncian medidas improvisadas que no dan resultado.
En ese contexto, con muchos elementos negativos debemos liderar nuestras empresas en un tiempo atravesado, además, por la pandemia generada por el Covid-19. Como contrapartida, estamos en un sector con muy buenas perspectivas en el nivel mundial y con mejor situación económica y financiera interna que la industria, el comercio y los servicios.
Avanzamos en un ejercicio comercial en el que los mayores precios de los granos han cubierto, en parte, los pobres rindes que se obtienen por La Niña, que ha dejado su huella de seca en muchas zonas del país.
Hemos vivido un 2020 intenso que nos ha permitido, de alguna forma, entender cómo cuidarnos y cómo cuidar a nuestros equipos de trabajo de esta pandemia que nos afecta desde los puntos de vista físico, intelectual y emocional.
Más allá de su efecto negativo, nosotros, como empresarios, debemos tener una mirada positiva y sobre todo esperanzadora para los demás, por ser parte de una actividad declarada “esencial”, en la que la mayor parte de nuestras tareas se realiza al aire libre. Hemos podido seguir trabajando, lo que en nuestro país no es poca cosa. En una Argentina donde las noticias negativas están a la orden del día, ser empresarios que transmitan una mirada esperanzadora, solidaria y positiva a nuestros equipos, más que una opción es una obligación.
Nos debería motivar ser generadores de valor para todo el espectro social que nos rodea, sabiendo que el tiempo pasa rápido y nuestras empresas deben trascendernos. Seguramente en algunos años, cuando miremos con perspectiva, nos daremos cuenta que fuimos parte de las empresas que superaron este temblor. Igual que cuando nuestros hijos son chicos y, miran y aprenden de nuestros actos, así nuestros equipos, al pasar este momento, serán capaces de darle valor a todo este esfuerzo.
Abrir la mente, el desafío
En 2021, pese al contexto, no hay lugar para paralizarse esperando el cambio salvador. En cambio, se requerirá armonía mental y pulso firme para conducir las empresas por este camino tortuoso.
En este escenario, tanto los que gerencian las empresas como sus directorios deben estar, más que nunca, abiertos al diálogo, a observar otras empresas, a capacitarse, a pedir asesoramiento, a contratar gente que los ayude a pensar desde puntos de vista y miradas diferentes a los empleados en el pasado. Hay que tener un abanico amplio de posibilidades para ser capaces de tomar buenas decisiones en medio de este sismo cuyo fin no está a la vista.
Habrá que poner el foco, entre otros temas, en el manejo de las finanzas y en la planificación de los impuestos, y volver a analizar las unidades de negocio desde el punto de vista económico. Desde las finanzas habrá que lograr que cada vez que vendemos productos (grano, carne, leche, etc.) los fondos cobrados se inviertan lo más rápido posible, al saber que nuestra moneda pierde valor cada día con niveles de inflación del 4,8% mensual.
Por otro lado, dedicar tiempo a conseguir una financiación en pesos acorde a la rentabilidad del negocio agropecuario será otra de las funciones del empresario viable en 2021, habida cuenta de que el sector está siendo discriminado por normas emanadas del Banco Central. En 2021 será riesgoso endeudarse en dólares, sobre todo si el vencimiento del crédito es posterior a las elecciones legislativas.
La carga impositiva seguirá siendo muy alta en 2021, lo que obligará a dedicar mucha energía y tiempo para enfrentarla. En la planificación de impuestos, habrá que revisar una y otra vez las mejores alternativas para convivir con nuestro mayor socio que es el Estado y que, año a año, “creativamente”, genera nuevos tributos (por ejemplo, el impuesto a la riqueza) y origina nuevos trabajos para las administraciones, que ya operan como pagadores y cobradores de sus ingresos.
Desde las unidades de negocio, habrá que volver a poner foco en los grandes indicadores que movilizan los resultados de cada actividad. Será preciso analizarlos detenidamente y tomar decisiones con tiempo para generar mejoras en la rentabilidad, en un contexto de aumento de alquileres, volatilidad en los insumos más importantes e incremento de los servicios en dólares (fletes y labores), gracias al tipo de cambio anclado que genera inflación en dólares. El objetivo será alcanzar una rentabilidad razonable por uso de tecnología probada y modelos que funcionen en condiciones de lluvias normales o inferiores a lo normal.
Las coberturas de precios en los mercados a término y demás herramientas de tecnología comercial serán los faros que permitirán atravesar la niebla conformada por la incertidumbre macro y la volatilidad de los mercados agropecuarios.
Los árboles no crecen hasta el cielo y los precios de los granos tienen comportamientos cíclicos. Los actuales valores de las oleaginosas pueden cambiar de tendencia si se obtiene una buena cosecha estadounidense de soja y si se recupera la producción de aceite de palma, colza y girasol en los principales países productores, luego de los fracasos del ciclo 2020/21.
En las distintas actividades, habrá que evitar estar muy expuesto a los bienes salario, sobre los que se puedan establecer más intervenciones en los mercados. También habrá que revisar el plan de inversiones de largo plazo, para privilegiar solo las de rápido y alto retorno.
Hacia adelante, la política y los cambios constantes de timón que genera el Gobierno-Precios Cuidados, la Mesa de los argentinos, la posibilidad de aumento de derechos de exportación en granos, leche y carne podrían erosionar nuestros márgenes con el correr del calendario.
Algo similar puede ocurrir si se acentúa el intervencionismo del Estado sobre las actividades. El ejemplo más próximo es la coincidencia de precios del trigo y del maíz disponibles por la virtual prohibición de embarques del primero. Por eso, habrá que revisar frecuentemente los datos cargados en el Excel del presupuesto para no encontrarse con sorpresas desagradables demasiado tarde.
En este marco de país y del sector, es que el empresario debe tomarse el tiempo para planificar, analizar, interactuar, asesorarse, estar dispuesto a realizar acciones nuevas (como fijar precio de un cultivo antes de haberlo sembrado) y generar el mejor plan 2021 para su equipo y su empresa.
Habrá que poner foco en que lo importante no es el saber (el conocimiento se compra) sino el hacer; tenemos que ser grandes hacedores, ser de aquella clase de empresarios que pueden llevar el conocimiento a la acción, aún en contextos políticos excepcionalmente desfavorables.
El autor es referente de Gerenciamiento de Empresas de AZ-Group
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