Con base en Villa María, Córdoba, Ramiro Giraudo y sus hermanos realizan un planteo intensivo que combina galpón con dry lot y buscan ser autosustentables con las materias primas para la alimentación de las lecheras
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“Formo parte de una empresa familiar con tres hermanos y otro integrante de la tercera generación que nos ayuda a acelerar la incorporación de tecnología. Desarrollamos un planteo intensivo de tambo que combina galpón con dry lot (instalación al aire libre con comederos en la que las vacas permanecen todo el día) en Villa María, más agricultura de apoyo en campos alquilados cercanos, venta de vaquillonas con datos genómicos y un comercio de insumos para tamberos”, describió el empresario Ramiro Giraudo, de 47 años.
“Villa María es una cuenca lechera muy importante, con tambos de gran escala y tecnología, y fábricas también importantes que procesan localmente la leche. Nuestra empresa, El Lahual, tiene 220 hectáreas propias a 10 kilómetros de Villa María, sobre la ruta 158, donde están las vacas de tambo, y 180 hectáreas a 20 kilómetros de la ciudad, donde están instaladas la guachera y la recría. Además, alquilamos fracciones cercanas para producir granos y generar las reservas para la recría y el tambo”, añadió.
En el galpón se alojan las 250 vacas de mayor producción y las de preparto tratando de darles el mayor confort y muy buena alimentación. En el dry lot hay 300 con más de 100 días de lactancia. En este corral a cielo abierto, en los días de temporal la producción cae dos litros por vaca, mientas que se mantiene en el galpón.
“Hace cuatro años construimos un galpón para las lecheras buscando confort y mayor producción de leche. Tiene 110 metros de largo, a dos aguas, con calle central con comederos y 14 metros de cama de caliente de compost de cascarilla de maní a los costados. La cama se airea permanente con un cincel y rotorvator”, indicó.
Las 550 vacas son ordeñadas tres veces por día. En el galpón, los animales de inicio de la lactancia llegan a picos de producción de 51 litros por día y por vaca; las frescas (vacas en el periodo posparto) generan 42 litros como promedio. En el dry lot, las vacas con más de 100 y menos de 190 días de leche producen 35 litros como promedio. El lote de cola, de más de 190 días de ordeño, cae a 26 litros. El promedio de todo el tambo es de 38 litros por día y por vaca.
Para llegar a estas producciones, Giraudo utiliza una dieta potente, adaptada a cada categoría y estado fisiológico de las vacas. La ración base (TMR) incluye silaje y burlanda de maíz, harina de soja, proteína by pass (escapa a la fermentación ruminal), maíz y rollo de alfalfa. En las lecheras de inicio de la lactancia se agrega metionina (según estudios aumenta la producción de leche) y grasa by pass.
Poderosa herramienta
Giraudo le da mucha importancia a contar con la información correcta para tomar decisiones. “Hace dos años, introdujimos tecnologías de medición en el tambo, para ver por dónde se nos escapaba el dinero. Eso nos sirvió mucho siempre, pero fue clave en el segundo semestre de 2023, cuando enfrentamos precios muy bajos de la leche, que obligaban a ajustar los planteos. Contar con datos nos permitió detectar cómo ajustar, por ejemplo, la alimentación y el secado de las vacas”, resaltó.
Las mediciones con dispositivos en las vacas permiten monitorear actividad, rumia y celo entre otros parámetros. Por otra parte, los medidores de leche en la sala de ordeño agregan otros y avisan, por ejemplo, de un caso de mastitis antes de que la detecte el ojo humano; miden conductividad eléctrica de la leche y alertan sobre la existencia de casos subclínicos.
En el tambo de Giraudo, las vacas también se pesan al salir del ordeño. Junto con los medidores individuales, permiten detectar la que no comió, lo que dispara un alerta que indica que hay que revisar ese animal, con sospecha de enfermedad.
“Hay que salir de la idea de manejar el tambo como una población de manera genérica; hay que ir a las mediciones individuales, que dan otro grado de seguimiento de la salud, sanidad y performance de cada animal”, sintetizó Giraudo.
Vaquillonas con datos genómicos
La guachera y la recría de vaquillonas de reposición se desarrollan en otro campo de los Giraudo. Las terneras se calostran y van a una jaulita por 60 días con suministro de leche. Luego pasan a la recría con alimento balanceado Iniciador Ternero por otros 60 días. Después comienzan a consumir una TMR (ración totalmente mezclada), compuesta por silaje de maíz, burlanda, grano de maíz y alfalfa, para llegar al servicio con 340-350 kilos y 12 meses. Luego de la inseminación, pasan al lote de vacas preñadas con alimentación que cubre los requerimientos de crecimiento y gestación, para ingresar posteriormente al tambo.
Para la reposición de vaquillonas se utiliza semen sexado. Las terneras nacidas son sometidas a una prueba genómica, con el apoyo de Select Debernardi, que permite elegir los mejores toros que compensan las falencias de las hembras. Una parte de las terneras recriadas se vende como vaquillonas con información genética, además de buena conformación.
Giraudo también realiza trasplante embrionario. “Se lavan los úteros de las mejores vacas y los embriones logrados se implantan en vaquillonas receptoras de inferior rango genético, lo que permite acelerar exponencialmente el mejoramiento del rodeo. Es una técnica que dejó de ser compleja; hoy es una herramienta más para mejorar el nivel genético de las vacas del tambo”, dijo Giraudo.
Agricultura de apoyo y comercio de insumos
“Como empresarios buscamos ser autosustentables con la materias primas para la alimentación de las vacas. En campos alquilados, considerados como una unidad económica separada del tambo, en verano producimos grano de maíz que se cosecha húmedo, para más fácil digestión, y soja, que se canjea por harina en fábricas cercanas. En invierno cultivamos trigo apara cubrir las necesidades de almidón de la ración”, expresó el empresario.
Por otro lado, cuando la producción de leche alcanzó niveles satisfactorios la empresa decidió expandir sus actividades abriendo un local de venta de insumos para tambo: alimento balanceado, ingredientes para la ración (metionina, grasa by pass, etc.), especialidades veterinarias, bolsas para silo, productos para la higiene del tambo, etc.
“Buscamos desarrollar algo familiar para nosotros y agregamos el servicio de asesoramiento a través de equipos técnicos de nutrición y reproducción”, rememoró. El resultado de esa iniciativa comercial hoy son 300 cuentas activas, con clientes situados hasta 100 kilómetros de Villa María.
En síntesis, los Giraudo conforman un grupo empresario emprendedor en Córdoba, que salió de los límites que marcan los alambrados del campo, se fijó metas ambiciosas, venció los miedos de ingresar al circuito comercial y desarrolló nuevas actividades que contribuyen a estabilizar los ingresos y aumentar la rentabilidad de la producción original. Y ese proceso no tuvo la ayuda de una gran escala.
Un problema por resolver: Spiroplasma
Los ataques de chicharrita provocaron muchos daños en los campos cercanos a Villa María. La familia Giraudo sufrió una merma menor, de entre el 10 y12%, porque la mayor parte de los maíces era de siembra temprana, contaban con riego y las espigas ya estaban formadas cuando ingresó el Spiroplasma. Los productores vecinos, que debieron esperar las lluvias de noviembre-diciembre para sembrar, sufrieron ataques muy graves.
De cara a las siembra de 2024, Giraudo señaló: ““Vamos a tener que aprender a convivir con la chicharrita, como lo hacen los productores del norte del país”. Para esto, ensayará híbridos tropicales con buen comportamiento frente a esta adversidad y también recurrirá al sorgo granífero, no atacado por el insecto, que puede aportar mucha materia verde para el tambo. Otra decisión es aumentar las reservas confeccionadas con cultivos de invierno, para disminuir la dependencia del maíz.
Esta nota se publicó originalmente el 24 de abril último
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