RÍO NEGRO.- Las reiteradas crisis de la industria vitivinícola desde los 80 hasta el 2000 terminaron convirtiéndose en una oportunidad para que los hijos de un productor de uvas instalaran primero una bodega boutique y, hace dos años, comenzaran a producir sidra con manzanas de primera calidad con el método champenoise.
A los 18 y 13 años, los hermanos Tello –Ricardo y Farid- empezaron a elaborar vinos en la cochera de su casa en Cervantes, Río Negro, al límite entre el valle y la estepa patagónica. Desde chicos vieron como su papá había cultivado uvas y vendido a las bodegas, pero en el 2000 abandonó la actividad: la crisis golpeó fuerte y cerraron muchas bodegas y cooperativas.
"Comenzamos a elaborar con lo que teníamos, con una moledora manual y barricas de plástico –cuenta Ricardo a LA NACION-; hacíamos a prueba y error, pero nos perfeccionamos, nos recibimos de ingenieros agrónomos y de enólogos y hoy tenemos una bodega boutique".
La bodega San Sebastián –con certificación nacional de boutique- tiene barricas de madera de primer uso, tanques de acero inoxidable y produce vinos de autor, con unas 15.000 botellas al año. En la línea "joven" –Fenon- tiene Malbec, Merlot y blancos con parrales de 80 años.
También la variedad francesa Trousseau, un rosado que hace décadas era frecuente en Río Negro, pero que hoy sólo elaboran tres bodegas.
La línea de barrica –Lechuza- tiene el Cabernet Franc ganador, en 2017, de la medalla de oro en Río Negro, donde compitieron elaboradores artesanales y grandes bodegas. También hacen Pinot Noir y Trousseau. La "estrella" es el Gran Reserva con 24 meses de barrica, un blend de cuatro variedades.
Hace dos años, Ricardo arrancó con "Alto Vuelo", una producción de sidras con el método champenoise (método que se usa para los espumantes en la región francesa de Champagne). Creó el emprendimiento con su pareja, Luciana Persiani, después de un tiempo de capacitación en Europa.
"Vimos que la clave era no usar descartes, conservantes y tecnología de hace 40 años. Es crucial emplear la mejor manzana, con el mayor agregado de valor posible; las mejores variedades y calidades", explica.
Fabrican la sidra a partir de variedades como Pink Lady (manzanas chicas, muy sabrosas, que se exportan). "La calidad nace desde la planta; nada de descarte, fruta de primera, lavado con hidrolavadora dejando la fruta como para consumo en fresco; recién ahí se procesa", dijo.
Aplican la técnica de prensado asturiano con tela, lo que les permite no agregar agua y obtener un buen nivel de acidez. Para las burbujas, usan el método champenoise y el segundo fermentado se hace en botella.
"La combinación permite bajar abruptamente la concentración de azúcar –describe-. Hacemos variedades nature, extra brut (seis veces menos de azúcar que una sidra industrial) y demi sec, con tres veces menos azúcar", indicó.
Producen, por ahora, 5000 botellas de 750cc al año que comercializan en Río Negro, Neuquén y Chubut.
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