Legisladores de la oposición y consultores políticos analizaron el escenario del país frente a los comicios del 14 de noviembre próximo en un encuentro organizado por AZ-Group
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A las puertas de una nueva etapa política, los productores deberían acercarse a la sociedad para modificar percepciones negativas. Si el oficialismo es derrotado en las elecciones del 14 de noviembre, surge una oportunidad para que la población apoye la expansión de la producción de granos y carne. Esas fueron las principales conclusiones de un webinar organizado por la consultora AZ-Group con consultores y dirigentes políticos para analizar la coyuntura del país y del sector.
“Los productores agropecuarios se quejan por la presión impositiva y por las medidas anticampo del Gobierno, pero no participan en la vida política del país y tampoco destinan fondos para tener una representación profesional en el Congreso que los defienda”, dijo el diputado Pablo Torello, de Cambiemos.
“Históricamente, el sector agropecuario estuvo muy encerrado tranqueras adentro; los productores se ocupan de sus empresas y no destinan tiempo que hacer conocer su esfuerzo a los políticos y a la opinión pública. Así, en la cámara de Diputados, solo cinco bancas están ocupadas por representantes vinculados al agro sobre un total de 257″, señaló.
“Los productores tampoco están dispuestos a destinar recursos para mostrar la realidad a de sus empresas y para generar acciones de defensa y de lobby, como hacen otros sectores de la agroindustria”, opinó.
“Esa actitud displicente es un mal negocio, si se considera lo que dejan de percibir por retenciones, diferencial cambiario etc., y se compara con lo que debería aportar cada uno”, objetó.
“No están dispuestos a poner plata en la política, a pesar de que el país es manejado por los políticos; los productores se encierran en una cueva y no toman la iniciativa para dar pelea por la defensa sectorial”, insistió.
¿Cómo se podría motivar la participación de los productores en los asuntos públicos? se le preguntó a Torello. “Es una decisión individual; cada uno debe pensar si asume o no esa responsabilidad”, contestó. “Pero si no puede asumirla por edad u otro motivo, podría aportar recursos, junto con otros, para que un profesional ocupe su lugar”, invitó. Para reforzar el concepto dijo: “en la práctica, la preocupación de los productores por las medidas gubernamentales no va más allá de enviar o recibir WhatsApps o de hacer conversaciones quejosas entre conocidos”.
Este comportamiento pasivo contrasta con el que tienen otros sectores de la agroindustria, como carnes, cereales y oleaginosas, que han contratados lobbystas profesionales para lograr sus objetivos. En el campo, en cambio, “la representación está hecha por productores integrantes de las gremiales agropecuarias, que deben ocuparse de sus empresas diariamente y, en el tiempo restante, ver qué pueden hacer con los temas de sus representados trabajando siempre a pulmón”, sostuvo.
Más allá de esta realidad sectorial, Torello dejó la esperanza de que si Juntos por el Cambio gana las elecciones del 14 de noviembre, se caerán todos los proyectos kirchneristas disparatados, como la reforma judicial. Y si el resultado se repite en 2023, se comenzarán a tomar medidas para eliminar el intervencionismo gubernamental actual en los mercados y disminuir la presión impositiva, al tiempo que diseñarán reglas de trabajo de largo plazo que alienten la producción en un marco de seguridad jurídica.
Una nueva etapa
Por su parte, el diputado Juan Manuel López (Juntos por el Cambio, provincia de Buenos Aires) vaticinó que a partir del 14 de noviembre se volverá a equilibrar el tablero político, con la vuelta al bipartidismo y la aparición de una tercera fuerza. “Reconstruir el bipartidismo fue un proceso difícil, que se concretó con coaliciones, pero pudo hacerse gracias a que la sociedad demostró que puede votar un día a un partido y alejarse rápidamente de él si no cumple con sus expectativas; la gente tomó conciencia de lo que puede hacer con el poder que dan las urnas”, razonó.
“Es una enseñanza para los políticos: deben mejorar lo que ofrecen diariamente, porque si no la sociedad los abandona, como ocurrió el 12 de septiembre, cuando la población le puso un límite claro a un gobierno arbitrario”, recordó.
A su turno, el consultor Jorge Giacobbe trazó un panorama de lo que pueden esperar los empresarios agropecuarios de la política los próximos meses. Ratificó una nueva derrota del oficialismo en las próximas elecciones del 14 de noviembre. Justificó su pronóstico al decir que “lo que ocurrió en las PASO no fue un cisne negro; no fue consecuencia de una postura ideológica sino la catarsis de la angustia acumulada por la crisis económica, por el daño psicológico del el encierre interminable por cuestiones sanitarias y por los escándalos del Gobierno con el vacunatorio VIP y el festejo del cumpleaños de la primera dama”.
Los datos que obtuvo Giacobbe tras las PASO en sus encuestas muestran mayor deterioro de la imagen presidencial que en el período previo a las elecciones: solo 17% de valoración positiva y 68% de negativa. La imagen positiva al inicio de su gestión era de 38% y alcanzó picos de 68% en los tramos iniciales de la pandemia.
“Este vaivén de la percepción de la opinión pública sobre un político demuestra que la gente no ama para siempre a un líder y le hace pagar los errores y la desconexión con sus necesidades”, razonó Giacobbe al interpretar la volatilidad política actual.
El consultor dijo que la derrota del oficialismo ocurrirá a pesar del poder que despliegan los aparatos partidarios (planes sociales, reparto de artefactos para el hogar, etc.). “Las tres angustias de los argentinos no se neutralizan con una bicicleta regalada; hay una parte de la población que acepta los mecanismos de ayuda y vota a quien se los da, pero a otra parte no les alcanza y no los elige, sobre todo si el político no genera suficiente nivel de expectativas positivas”, diferenció el analista, que dio como ejemplo al ex intendente de Moreno, Mariano West, que obtenía menos votos que los planes sociales repartidos en el distrito.
Además, al gobierno actual no le ayudó al cambio de figuras del gabinete. Ninguno de los ministros nombrados tiene más de 18% si de imagen positiva. Y Aníbal Fernández y Juan Manzur tienen 67% de imagen negativa. “Fueron puestos en el gabinete por su personalidad y capacidad para gobernar, pero no enamorarán al electorado”, explicó.
Si el oficialismo es derrotado en las elecciones del 14 de noviembre, los dos años que quedan del gobierno de Alberto Fernández seguirán siendo angustiantes, según Giacobbe. “La situación política quedará trabada por el mayor equilibrio de bancas en el Congreso y subsistirán los problemas estructurales de la Argentina, como la pobreza, la inflación, etc.”, aventuró.
“Serán dos años durísimos hasta seis meses antes de las elecciones de 2023, cuando el oficialismo busque un candidato potable para presidente, aunque con un controlador como Cristina Fernández de Kirchner de Alberto Fernández o Carlos Zanini de Daniel Scioli en 2015″, adelantó. “Si la situación económica fuera muy crítica, pueden jugar a perder y dejar la bomba activada para que le explote a la oposición victoriosa”, añadió.
En ese contexto, “los productores agropecuarios deberían hacer un esfuerzo por modificar la percepción equivocada del sector que hay en muchos habitantes urbanos: oligarcas que cobran en dólares y se quejan, contaminadores del ambiente, etc.”, propuso Giacobbe.
“Deberían construir permiso social y generar un cambio de imagen en la opinión pública, para que los políticos, que siguen a la opinión pública, dejen de ver al campo solamente como fuente de ingresos”, desafió.
El agro debe conquistar a la opinión pública, opinó. “Sobre todo con las nuevas generaciones como protagonistas, que pueden relacionarse de manera distinta con la comunidad. Es una batalla cultural que no se resuelve solamente con cartel de una pieza de TV, sino hablando con la gente”, aconsejó finalmente Giacobbe.
LA NACION