Cuatro bodegas especializadas en productos de calidad premium sufren el atraso cambiario para exportar y la inflación de los costos de cosecha y poda
"Bodegas boutique", "vinos de alta gama", "maridajes", expresiones con resonancia de cavas a media luz, ocres de toneles y corchos, violáceos o dorados en copas de cristal. Escenas de placer y distinción que en nada evocan la tormenta perfecta que envuelve a los viñateros, que no tienen ni para pagar las labores de sus fincas y muchos están poniéndolas en venta.
Los bodegueros tampoco están pasándola bien: comparten las angustias de la producción agroindustrial, en un negocio que tiene un ciclo financiero largo con mucho capital inmovilizado, sobre todo si se inicia desde el cultivo de la cepa, que tarda años en expresar su potencial.
La alta presión tributaria con larguísimas dilaciones en los reintegros, el valor remachado del dólar, el flete descomunal y las dificultades para importar insumos son los conflictos que más mencionaron los bodegueros consultados para esta nota, la mayoría con emprendimientos chicos y familiares.
"Hoy nos conviene comprar uva a un productor que cosechar la nuestra", dice Marcelo Rivier, socio de la bodega que lleva su apellido, fundada por su padre, suizo, en 1957, con una finca de 100 hectáreas y 60 hectáreas de viñedos. "Hace años que la uva vale más o menos lo mismo, mientras los costos de cosecha, poda, insumos y demás subieron con la inflación".
El tema es delicado y genera una controversia en la familia: están los que quieren hacer las cosas como se planearon en condiciones más normales -esto es, plantando las cepas que se presume gustarán en diez años o cosechando las uvas propias- y los que ven que la sustentabilidad económica hoy penaliza ese trabajo y dicta otro camino.
"Teníamos un mercado externo armado. En 1998 empezamos a exportar y llegamos a Estados Unidos, Canadá, Suecia, Holanda, España, algo a Brasil y China. Pero fuimos perdiéndolos por falta de competitividad. La presión fiscal y laboral hoy es infernal. Solo nos quedamos con Suiza, casi por parentesco, y Japón, porque nos resistimos a perder ese cliente", dice Rivier. "Hoy Mendoza tiene 200 millones de litros de vino de excedente", lamenta.
La bodega produce entre 600.000 y un millón de botellas al año, todas de vino propio, y las vende en canales selectos: vinotecas, hoteles y restaurantes y eventualmente alguna boca puntual de supermercados.
El vino, lo de menos
"Una botella buena hoy vale más que el vino que tiene dentro", dice Sebastián Goyenechea, también socio en la bodega familiar que lleva su apellido, que tiene unos setenta empleados. "Mantuvimos el volumen de ventas del año pasado en el mercado interno, lo que en las circunstancias actuales es bueno. En facturación crecimos pero no pudimos trasladar toda la suba de precios: sobrevivimos sacrificando utilidad", sostiene.
Esta bodega produce 2,7 millones de litros anuales y exporta una cuarta parte de su producción, a Reino Unido, Alemania, Estados Unidos, República Checa, China y Rusia. "Nos estamos concentrando solo en los alta gama, en lo demás ya no se puede competir", afirma.
Para Goyenechea, "nunca se puede aumentar al nivel de la inflación", y retener en este contexto es perder: "Un vino parado es un vino que inmoviliza capital y se está devaluando. Aunque elabora la mitad de sus vinos con uva propia, no les conviene: "Me sale el doble cosechar mi uva que salir a comprar".
Para no reducir personal, la bodega aspiraba a acceder a los Repro, pero no salieron. Luego consiguieron un crédito de la CFI, que está aprobado y liberado desde hace cinco meses, pero el banco emisor no les entrega el dinero, con lo que no pueden importar las barricas que precisan.
Aprovechar lo que se pueda
La bodega Alfredo Roca también concentra la venta en las vinotecas. Empezó a exportar en 1987, pero más firmemente hacia 1996, con Wines of Argentina. Pese a que era un mal momento para competir en el exterior con el 1 a 1, cuando llegó la devaluación de 2002 los agarró bien parados, con clientes y conocimiento, por lo que pudieron aprovechar el viento de cola, cuenta Alejandro Roca, presidente de la firma familiar. En cambio, dice, la devaluación de enero de 2014 (cercana al 17%), no fue beneficiosa, porque les encareció enseguida el precio de los insumos y acortó sus plazos de pago, mientras los plazos de cobro continuaron inmutables.
Sus mercados más importantes son Estados Unidos y Brasil, y luego Canadá, Perú, Ecuador, Inglaterra, Holanda y Francia. "La botellita chica de espumante me abre nichos, pero hace poco la coticé para un cliente de Brasil y me dijo que mi precio era el doble que el de Sudáfrica. Hoy lo que se mantiene es la exportación de vinos de calidad, mientras se cayó la base de la pirámide", dice Roca.
"El costo del flete es un tema serio, que se suma a la falta de competitividad". Afuera cuesta entender que el flete de Mendoza a Buenos Aires sea tres veces más caro que el marítimo de Buenos Aires a Estados Unidos.
Esta bodega tiene 114 hectáreas de viñedos, con los que elabora el 90% de las 800.000 botellas de vino que produce al año. Quizá porque exporta 7 de cada 10, no ha tenido recientemente dificultades para importar, y Roca cree que es momento de hacerlo, dado el valor barato del dólar oficial. "En 2014 invertimos en una planta de espumantes nueva, con maquinaria italiana, y ahora estamos trayendo maquinaria de vendimia y mejorando la recepción"
Aunque no es una empresa familiar, las generales de la ley aplican también a Algodon Wine Estates. Esta bodega boutique de San Rafael fue comprada por inversores estadounidenses en 2006, junto con 830 hectáreas que incluían una cancha de golf, instalaciones, viñedos y terrenos para ofrecer a extranjeros, que es su negocio central.
De las 100.000 botellas anuales que produce, Algodón exporta un 10%, a Europa y hasta free shops y hoteles de Dubai, mientras que en el país están en vinotecas y restaurantes gourmet. "Hay bodegas que salen a comprar botellas o cápsulas a Chile porque acá no consiguen o aparecen problemas con la tinta o el papel que vienen de afuera, y que no podemos reemplazar por la exigencia de los clientes". dice Ignacio Goldín, responsable de marketing.
Goldin coincide en que los productores "con la uva malbec a $ 3 o 4 están complicadísimos". De todos modos, la bodega está invirtiendo para duplicar su producción, con miras a un cambio económico.
Fuera de los mercados
Sebastián Goyenechea
Director BODEGA GOYENECHEA
"Mantuvimos la facturación, pero sobrevivimos sacrificando rentabilidad,"
Marcelo River
SOCIO BODEGA RIVIER
"Perdimos mercados externos. Hoy la presión fiscal y laboral es infernal"
Alfredo Roca
SOCIO BODEGA ROCA
"Según un cliente brasileño mi espumante sale el doble que el de Sudáfrica"
Sebastián Goldín
RESPONSABLE MARKETING
VENTAS
"Con la uva malbec a 3 o 4 pesos los productores son los que tienen la situaciónmás complicada "
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