Año 1874: al finalizar la revolución, Nicolás Avellaneda es reconocido presidente de la República. En la provincia de Buenos Aires, las tropas de frontera acantonadas en las cercanías de Junín, se comienzan a repartir las caballadas que han sido desmovilizadas después de la contienda.
El coronel Conrado Villegas, al mando del regimiento 3 de Caballería con asiento en la ciudad y fuerte de Trenque Lauquen, (fundada por él en 1876) conociendo que solo se puede superar al aborigen disponiendo de mejor movilidad en el desierto, se hace de 6000 caballos, de los cuales selecciona 600 de pelaje blanco, tordillo y bayo destinados a ser los animales de pelea.
El Regimiento 3 se hizo famoso por la temeridad de sus hombres y la caballada que tenia, “misteriosa bandada de fantasmas”, al decir del comandante Manuel Prado en su libro La guerra al malón. Villegas pensaba que un regimiento de pelaje uniforme era más vistoso, elegante y daba una idea de orden, cohesión y profesionalismo. Las correrías de esos jinetes en sus blancos por el desierto consolidando la frontera fueron legendarias, llegando inclusive hasta el lago Nahuel Huapi.
Prado, un joven cadete de 14 años, ingresa al regimiento. Él y los escritores contemporáneos Jose Pedro Thill y Jorge Alberto Puigdomenech, autores de Guardias, fuertes y fortines de la frontera sur, son quienes nos cuentan la historia.
La tarde del 18 de octubre de 1877, Villegas da la orden de invernar la caballada en un corral protegido por cerca y foso a 200 metros del fuerte. Una guardia de un sargento y ocho soldados quedan a cargo del portón. Al amanecer, el sargento Francisco Carranza descubre que, durante la noche, por los fondos del corral, los indios se llevaron 80 blancos y 40 caballos civiles, aplanando el foso. Los animales, completamente amadrinados siguieron a sus yeguas en silencio en medio de la noche.
Enterado Villegas de la funesta noticia, manda llamar a su segundo, el mayor Germán Sosa y le encomienda que con 65 hombres rescate a la caballada, y le pide que se lleve consigo a Carranza (contento de no haber sido fusilado). El pulpero del fuerte, el francés Fanton, quiso cobrar al cadete Supiciche antes de partir, los cigarros que le debía, por las dudas?.
El cadete Manuel Prado parte junto a la tropa de rescate a las 8 de la mañana y al pasar frente al cuartel de Villegas, este les dice sombrío: “No vuelvan ustedes sin los caballos...”
Después de una marcha forzada siguiendo la rastrillada, ya estaban en Loncomay, a 210 kilómetros de la comandancia. La avanzada del mayor Rafael Solís y del Cabo Pardiñas descubre una toldería en una laguna cercana. Estaban los caballos robados y la tropilla de los indios, pastando juntos.
La tropa se divide: 30 hombres al mando del mnayor Solís atacará los toldos y 20 al mando del Teniente Alba (Prado incluido) se ocupará de capturar los caballos. Después de una refriega de una hora, los soldados vencen, solo huye un indio montado. La toldería albergaba 83 indios de pelea y 129 mujeres y niños.
A las 4 de la tarde se emprende el regreso al fuerte con 456 caballos, los 120 del fuerte y 336 de los indios. El indio fugado alerta a las tribus cercanas. Al anochecer son emboscados por Nahuel Payún y 60 hombres de la tribu del Cacique Pincén, los cuales son derrotados. Sigue al galope el arreo en fuga con la caballada y los prisioneros. En plena noche vuelven a ser atacados y el mayor Sosa, en la retaguardia, los rechaza nuevamente. Pasan de noche por Sanquilco y Mari Lauquen, al amanecer el cabo Pardiñas parte para avisar al cuartel y a las dos de la tarde la tropa completa, montada íntegramente en los blancos robados, hace su entrada triunfal en Trenque Lauquen.
Villegas, en la comandancia, los recibe emocionado y el Mayor Sosa informa: ¨Se ha cumplido la orden, ahí están los blancos, los civiles y algunos caballos de los indios¨. Luego de las felicitaciones, se les da 48 horas de permiso, y un caballo indio a cada uno. El episodio ya forma parte de la gloriosa historia del regimiento. Prado pasa a retiro en 1898 como Teniente Coronel. Fue periodista y escritor. Falleció en 1932. Conrado Villegas, ¨El toro¨, llega a General. Fallece en 1884, a los 43 años de tuberculosis en Paris, hoy descansa en la iglesia Nuestra Señora de los Dolores de Trenque Lauquen.
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