El rico y vasto legado indígena en la cultura criolla

La historia argentina es pródiga en próceres y protagonistas que formaron a nuestra joven república. Sin embargo, frecuentemente ha relegado, discriminado e invisibilizado a uno de los actores mas importantes de la trama: los indios (aborígenes, naturales de la región, pueblos originarios o como se los quiera llamar).

Los primeros habitantes llegaron desde Asia a través del estrecho de Bering hace 12.000 años. Posteriormente, los conquistadores encontraron en la Argentina entre 200.000 y 400.000 nativos. Con los años, las guerras civiles y de independencia hicieron que la relación con los aborígenes fuera inestable y conforme la región se iba poblando, hubo enfrentamientos. Como consecuencia, muchas tribus formaron parte de la “civilización” y otras fueron desapareciendo por luchas, epidemias y la gradual degradación de un modo de vida que dejaría de existir. Pero subsidió la cultura de los dos grandes grupos:

Los pueblos recolectores, agricultores, alfareros y sedentarios que habitan en las regiones central, NE y NO del país (Tobas, Wichis, Guaraníes, Diaguitas, Quechuas, Collas, Calchaquíes, Huarpes, Comechingones, etc.), fueron asimilados a través de las misiones jesuíticas y el trato frecuente con el blanco ya que sus hábitats eran lugares muy transitados por los criollos en su camino a Bolivia, Perú y Paraguay.

Los pueblos nómades y cazadores que habitan en centro y Patagonia (Tehuelches, Araucanos, Yamanes, Onas, Ranqueles, Patagones, Mapuches, Pehuenches, etc.) ocupan las últimas regiones en incorporarse a la “civilización” blanca. De carácter más independiente vivieron en conflicto por el territorio.

¿Qué elementos influyeron de estas diferentes culturas y son legados en el ámbito criollo y nacional? Van algunos ejemplos.

Las boleadoras, usadas para la caza y la guerra, más eficaces cuando las tribus obtuvieron caballos. Adoptada por el gaucho, el uso de la boleadora en la caza de ñandúes fue casi un deporte o diversión. La lanza, si bien existía en Europa, el uso de cañas tacuara o colihue reemplazaba a la madera industrial y de esta forma pasaría a ser parte de las armas criollas. El poncho, de origen andino, en todos sus modelos y características con una gran variedad de diseños textiles, adoptado en la colonia y muy difundido en la actualidad. La platería fue un arte que algunos indios practicaban, antecesor y complemento de la platería criolla. Comidas y cultivos autóctonos (locro, maíz, quínoa, papa, batata, mandioca, zapallo). La carne salada conservada al sol llamada charqui, hoy obsoleta pero de uso en la época colonial como única forma de mantenerla en condiciones. La yerba mate, infusión nacional por excelencia, no importa si vino del Paraguay o Uruguay, su adaptación a la vida moderna es total. Se podría considerar el legado mas difundido. Un antecesor/ reemplazo de la yerba mate fue el té pampa, que consistía en hervir hierbas autóctonas e ingerirlo como infusión. Instrumentos musicales como bombos, tambores y quenas de uso difundido en el folklore.

La doma india (una forma de amansar a través del cariño y la paciencia). La bota de potro (calzado formado por el cuero crudo extraído de las patas de un equino de uso muy difundido entre el gaucho).

Lenguas y dialectos, infinidad de lugares llevan nombres nativos: Trenque Lauquen (laguna redonda), Nahuel Huapi (isla del jaguar o tigre) Chascomús (laguna de aguas salobres), Salliqueló (médano de los zorrinos), Cutral Có (agua de fuego), etc. A nivel arquitectura, existen testimonios hoy solamente turísticos, pese a que el grado de avance no fue comparable al de otras civilizaciones más complejas (incas, aztecas, mayas). Pucarás (fortalezas de piedra en cima de montañas) como el de los indios Quilmes, las ruinas de Tilcara y Santa Rosa de Tastil y vestigios del camino del Inca, todo en el norte del país.

Muchos de estos legados conviven con nuestro presente. La cultura de un país es una amalgama de características étnicas y sociales donde cada uno forma parte de un todo.

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