Días atrás, antes de la Navidad, el titular de la cartera de Agricultura, Julián Domínguez, recorrió la fábrica reconstruida Lácteos Aurora, en la ciudad bonaerense de 9 de Julio y oró con los dueños y trabajadores
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Era 23 de diciembre. Caía la tarde en la ciudad bonaerense de Nueve de Julio. Y, aunque faltaba para festejar la Navidad, en la fábrica Lácteos Aurora había mucho para celebrar y agradecer. No era para menos, la planta, que un mes atrás había sufrido un devastador incendio que destruyó casi todas sus instalaciones, había vuelto a producir sus quesos.
Luego de una recorrida por las nuevas salas; los trabajadores, Paola Toledo y Martín Cappelletti (el matrimonio dueño de la pyme), el ministro de Agricultura Julián Domínguez y otros funcionarios se dirigieron a la ermita de La Sagrada Familia, que está al frente de la fábrica, a rezar un Padre Nuestro y un Ave María, como símbolo de “gratitud eterna”.
Aunque parecía imposible, nunca se bajó los brazos en el intento de reconstruir la empresa. Los miles de mensajes de apoyo y muestras de solidaridad que llegaron de infinitos lugares fueron el aliciente para seguir en el ruedo. Así también la pronta asistencia del gobierno nacional con 30 millones de pesos comenzaba a dar respuesta a la continuidad de la pyme. En ese sentido, una vez que el humo y la tristeza se disipó, la reconstrucción comenzó a hacerse realidad.
“Desde un primer momento el ministro se puso a disposición de nosotros para colaborar en lo que fuera necesario. Ese día vino a recorrer y ver como habíamos puesto de nuevo en marcha la planta. Nos dijo que iba a pasar camino a Chacabuco, donde iba a pasar la Navidad con su madre”, dijo a LA NACION Toledo.
“Sabíamos de su fe, entonces después de ver cómo estaba funcionando las nuevas salas, le dijimos de ir a rezar a nuestra ermita. Nos contó que en su despacho tiene una imagen de la Virgen de Luján y que cada vez que ingresa al ministerio se pone en manos de la Virgen. También dijo que tiene una imagen del ‘negrito’ Manuel, que fue el esclavo africano que acompañó a la carreta que traía dos imágenes de la Virgen María”, añadió.
Para Domínguez no era una visita más: “Era compartir un momento de reflexión que le dé a la empresa y a sus trabajadores las fuerzas para continuar y seguir produciendo, a pesar de las dificultades”.
“Encontré en Lácteos Aurora a una familia que encontró en la fe una forma para salir adelante. Los que creemos en la Virgen, nos encomendamos a ella y a nuestra fe para sobreponernos de los momentos difíciles. En la búsqueda permanente del bien común y de un destino compartido”, dijo el titular de la cartera de Agricultura.
La reconstrucción
Desde siempre que cada primer miércoles de mes y, antes de comenzar la jornada laboral, todo el personal se reunía a rezar el rosario al pie de la ermita. A los pocos días del siniestro, todos se volvieron a acercar para pedir consuelo por lo ocurrido. En esa oportunidad no solo fueron ellos quienes se hicieron presentes, sino que se sumó mucha gente del pueblo que quiso acompañar a la familia de Lácteos Aurora.
Poco a poco, comenzaron a resurgir. “Como el ave Fénix, después de esa primera semana tan dura, con ayuda de amigos y colegas comenzó la reconstrucción”, contó Toledo.
En los tres galpones de depósitos que no habían sido afectados, decidieron levantar las nuevas salas de elaboración. “En esos 800 metros cuadrados, con todo lo reglamentario, hicimos los túneles de frío, las cámaras de frío, una nueva sala de elaboración y nuevas salas de despacho”, detalló.
“Nos habían quedado guardadas las máquinas de versiones anteriores a las automáticas que se nos destruyeron pero que estaban en perfectas condiciones y decidimos volver a usarlas. Otras máquinas nos prestaron colegas y con eso pudimos poner en marcha la fábrica”, añadió.
En la actualidad, la planta ya no fabrica la masa de mozzarella que antes producía, sino que la compra y están entre un 70/80% de lo que procesaban antes del incidente. En esta primera etapa, solo producen mozzarella y la línea de hilados (provoleta y cheddar). Los otros quesos que antes elaboraban como cremoso, tybo, finbo y sardo en barra lo tuvieron que discontinuar.
“Antes teníamos un solo turno de ocho horas pero debimos incrementar a tres turnos rotativos seguidos porque la maquinaria no es automática y por lo tanto es más lenta”, indicó.
Por sorpresa, cuando se cumplió un mes del incendio, con la fábrica ya en marcha, los empleados citaron al matrimonio en la fábrica, donde les entregaron una carta de agradecimiento y les regalaron una remera con una fotografía suya y un “gracias” estampados. Además, ese día rezaron a la Virgen y en un mural plasmaron las manos de cada uno de los integrantes de Lácteos Aurora.
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