Las nuevas autoridades contarían con esos recursos entre diciembre y marzo de 2024, tras la cosecha del cereal
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En un contexto de fuertes desequilibrios macroeconómicos y luego de lo que fue una de las peores sequías de la historia, el clima aporta una cuota de optimismo. Las lluvias habrían marcado un punto de inflexión de cara a la siembra de trigo y prometen dólares para la nueva administración. ¿Dónde estamos parados? ¿Cuál podría ser el aporte de divisas de la campaña triguera 2023/34? ¿Una buena noticia para el nuevo gobierno?
En lo que resta del año, es claro que la economía marchará bajo un régimen de transición. Hay que sobrevivir hasta el cambio de gobierno. En particular en materia cambiaria. Como todos sabemos, el Banco Central (BCRA) transita una etapa de marcada fragilidad. Los pasivos remunerados vienen creciendo a gran velocidad en lo que va del año.
La emisión monetaria está más viva que nunca. Todo esto sin sumar la situación dramática que representa el cálculo de las reservas netas, que estaría en rojo. En este contexto no es de extrañar que la inflación esté fuera de control y que la presión sobre el mercado cambiario se mantenga latente.
Lamentablemente, el sector externo no nos está acompañando. El último dato de saldo comercial fue negativo en US$126 millones (abril), acumulando un rojo de US$1469 millones en el primer cuatrimestre. La campaña agrícola en curso tiene poco para aportar en materia de volumen. Y en cuanto a precios el mundo es uno muy distinto al que vivimos en 2022. Las cotizaciones de los commodities agrícolas volvieron a los niveles de preguerra. La oferta estaría asegurada por parte de los principales productores del mundo y esto lleva tranquilidad a la demanda.
El nuevo Gobierno iniciará su gestión con una pesada herencia y sin viento de cola (en materia de precios de commodities). Pero, recientemente, apareció un primer destello de luz al final del túnel. Después de un abril y semanas de mayo donde la ausencia de lluvias había opacado las perspectivas de siembra de trigo, llegaron las precitaciones y con estas el optimismo de cara al nuevo ciclo.
Una cosecha de trigo que importa
Para contextualizar, la cosecha de trigo opera como puente financiero en el verano, tanto para el productor como para el país en general. Para este último, constituye una bocanada de dólares frescos hasta el ingreso de la nueva cosecha de soja y maíz (marzo/abril).
En la última campaña, las exportaciones de trigo, durante el cuatrimestre diciembre/marzo, alcanzaron solo 2 millones de toneladas producto de la sequía. De esta forma, se ubicaron muy por debajo del promedio de ciclo previos, próximo a 8 millones de toneladas. En términos de dólares, en la última ocasión representaron US$650 millones en el cuatrimestre mencionado. Un aporte muy pobre, en comparación con el promedio de US$2000 millones de las campañas previas, con amplia dispersión dependiendo el año. O sea, en promedio, salvo este ciclo de sequía, la economía ha contado con el ingreso de unos US$2000 millones por exportaciones de trigo, entre diciembre y marzo.
Después de las lluvias ¿cuánto podría aportar el trigo 2023/24? Si bien las precipitaciones no cubrieron con la misma contundencia la totalidad de las zonas afectadas por la sequía, la recarga en el área central fue significativa, con acumulados que llegaron a superar los 100 mm. Y, hacia adelante, los modelos apuntan a un Niño moderado. Buenas noticias.
En este contexto, según diversas fuentes, la intención de siembra se estaría ubicando por encima de 6 millones de hectáreas. Tomando promedios históricos recientes de área perdida y rindes, podemos estimar la producción en torno a 19 millones de toneladas. En caso de concretarse, implicaría una recuperación mayor al 50%, respecto al ciclo actual.
Bajo el escenario propuesto, considerando consumo interno y remanente, podríamos pensar en un saldo exportable próximo a 11 millones de toneladas para toda la campaña. Si tomamos el valor FOB publicado por la Secretaría de Agricultura, para diciembre 2023, podemos estimar el valor de las exportaciones totales de la campaña en torno a US$3100 millones.
¿Qué porcentaje de los US$3100 millones podría corresponder a exportaciones dentro del cuatrimestre diciembre/marzo? Podemos tomar como referencia lo ocurrido en las últimas campañas, salvo la sequía, en las cuales las exportaciones del cuatrimestre en cuestión representaron entre 50% y el 78% del total de la campaña en términos de volumen. Así, podemos pensar el valor en un rango de US$1550 a US$2400, muy superior al del último ciclo.
Con el guiño del clima, la nueva administración podría iniciar con un envión favorable en relación al aporte de divisas de la campaña triguera durante los primeros meses de gestión. Así, en un contexto de marcada necesidad de dólares, esto podría aliviar parcialmente el empalme hasta la cosecha de la gruesa, que se espera sea muy prometedora. Es claro que el número final del aporte del trigo entre diciembre y marzo dependerá de múltiples factores, que incluyen desde el devenir de los precios hasta cuestiones políticas. Ahora bien, si consideramos las necesidades financieras de los productores, tras una severa sequía, posiblemente veamos un importante volumen de negocios en cosecha. A esto, además, habrá que sumar el saldo que llegue a fin de año sin vender de soja y de maíz.
El autor es responsable del Departamento de Análisis de Mercados de la corredora Grassi SA
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