El poncho está de regreso. Prenda de identidad de los antiguos cordilleranos, pampeanos, serranos y norteños, abrigo esencial de gauchos, criollos y aborígenes por siglos, expresión sublime de la capacidad manufacturera de las tejedoras americanas y de la cosmovisión originaria, el poncho está siendo revalorizado en la modernidad, como vestimenta y por su significado simbólico.
Un fenómeno no solo americano. Ya son dos las temporadas de otoño-invierno en las que los europeos han incorporado al poncho como parte de su vestimenta habitual. Fácil de usar y de llevar, pródigo de materiales, texturas, motivos y colores, el poncho ha entrado de lleno en los guardarropas de millones de personas. Un exitoso intercambio cultural en la globalización.
En nuestras tierras, se destacaron en 2017 tres iniciativas vinculadas con la revalorización y difusión del poncho: la publicación de un magnífico libro y la realización de dos estupendas exposiciones.
Ponchos de América, de los Andes a las pampas, es el nuevo libro de Ruth Corcuera. La autora acaba de entregarnos la mejor obra de su vida. Esta publicación, magníficamente editada por Fundación Ceppa, e ilustrada con bellas imágenes, recorre el origen y la historia del poncho, su uso y significados, y el desarrollo de su producción artesanal.
Ruth Corcuera se detiene en los materiales, motivos y diseños de los ponchos, y en los telares y las técnicas de elaboración. El relato propuesto por la autora conduce al lector por un viaje ilustrado y ameno a la vez, impregnado de detalles coloridos y referencias históricas que cuentan el derrotero de nuestra prenda. Una lectura ineludible y apasionante.
Corcuera nos recuerda que el poncho no es solo una prenda del pasado, sino que está vivo, que se actualiza y se reinventa todos los días con el trabajo de las tejedoras argentinas y americanas que lo realizan, y los millones de personas que lo portan.
Ruth Corcuera es una pionera en el estudio y la difusión de los textiles americanos, y una humanista dotada de una sensibilidad especial. Su amor por la tierra criolla de sus antepasados ha sido el motor de sus trabajos sobre el arte textil durante los últimos cincuenta años, y sus contribuciones han trascendido las fronteras argentinas.
Otra de las iniciativas, Ponchos del Bicentenario, es la exposición que nos propone el Museo de Arte Popular José Hernández de la ciudad de Buenos Aires. Reúne cerca de treinta magníficos ponchos de la Argentina, Chile, Bolivia y Perú, que provienen de colecciones públicas y privadas, la mayoría elaborados en el siglo XIX y principios del siglo XX. Incluye ponchos mapuches de las pampas y la Patagonia, de lana de oveja; los norteños, de lana de oveja o de vicuña, y de algodón; los que tienen encajes de seda; y el denominado "inglés", de tejido industrial, reversible e impermeable, que a partir del último tercio del siglo XIX inundó los mercados porteño y pampeano y desplazó los textiles artesanales.
Se destacan dos ponchos históricos: el que le obsequió Juan Manuel de Rosas a su médico personal, Andrew Dick, y el que perteneció a Lucio V. Mansilla.
Finalmente, el Museo Las Lilas de San Antonio de Areco expone, con el título de Retratos Criollos, cincuenta fotos originales de motivos gauchescos del gran fotógrafo argentino Francisco "Paco" Ayerza, tomadas a fines del siglo XIX. Algunas de estas estupendas imágenes muestran la inmensidad de las pampas y las costumbres del campo. Otras fotos reproducen paisanos emponchados y a caballo que posan para el fotógrafo con el evidente propósito de comunicar la esencia de "lo argentino", a través de una construcción simbólica elaborada y cuidada en sus detalles, asociada a un proyecto del autor de ilustrar una edición del Martín Fierro, que finalmente no prosperó. La exposición incluye ponchos y objetos de campo que permiten contextualizar las imágenes y nos retrotraen a una época que ya se fue.
El poncho está de regreso; revalorizado como protagonista de la historia, se renueva como prenda moderna y actual.