Mientras el girasol y el maíz tienen un buen presente, la soja depende de factores climáticos y políticos para que se recupere
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El productor argentino enfrenta un año complejo en materia de precios. Por ello, es importante diferenciar escenarios por productos. El girasol es el de mejores perspectivas. Para el trigo, la oportunidad ya pasó, cuando tuvimos valores que llegaron a los USS$/t 250. Hoy, el FOB argentino se ha puesto competitivo y los valores ya no gustan. Pero, es lo que hay. Las alzas podrían venir cuando quedemos mano a mano con Brasil más adelante (si subsiste el arancel externo del Mercosur).
Para el maíz, la plaza local plantea algo inédito. Esto es, que el consumo interno y el excedente exportable sean similares (muy probable). De hecho, los precios forward que hoy se ofrecen para marzo/abril no pueden explicarse con ningún precio de exportación viable. No podemos competir ni con Estados Unidos ni con Brasil con los FOB implícitos. Atención. Los valores que se ofrecen sólo pueden ser abonados por empresas del consumo interno (polleros, feedloteros, chancheros, tamberos). El desafío que plantea esta situación es una tremenda novedad. Mirar Chicago y tener en cuenta los precios FOB ya no es la única “receta” en la nueva campaña.
El caso de la soja, como venimos anunciando hace rato, es el menos amigable. Ya con una cosecha de soja récord en Estados Unidos, una alta probabilidad de que Brasil también alcance un récord en soja de 170 millones de toneladas y una buena perspectiva en la Argentina, la demanda mundial no tiene motivos para preocuparse.
En semejante contexto, el productor argentino de soja enfrenta un escenario que podría calificarse como de quebranto. Superadas las tres aduanas mencionadas, sólo quedan dos “esperanzas” para imaginar un rebote de las cotizaciones: 1) que el clima en EE.UU. para la campaña 2025/26 venga con contratiempos, o 2) que se verifique una reducción en los Derechos de Exportación. Y no hay otra.
Es comprensible que el Gobierno no pueda anunciar hoy esa decisión (“políticamente incorrecta”), pero la tiene en mente. Solo basta con citar una frase más que elocuente del presidente Milei el 2 de septiembre pasado en el Día de la Industria: “Para proteger a la industria se le robó al campo …”, para luego agregar: “esta es una de las raíces de las crisis económicas estructurales que padecemos desde hace décadas”. Más claro, imposible.
Mientras tanto, ya es un hecho la aparición del “socio” que el campo espera desde hace décadas: el sector energético. El superávit comercial de la matriz energética ya es una realidad para el 2025. Pasaríamos de un saldo positivo de US$5000 millones a uno de US$10.000 millones. Y para el 2030 algunos estiman que el superávit comercial llegaría a los US$30.000 millones anuales. En el corto plazo, la posible ayuda del FMI como consecuencia de un nuevo programa con “fondos frescos”, plantea un panorama que permitiría evitar el quebranto al que vamos con la actual ecuación económica. Además, hoy el productor argentino tiene créditos en dólares (su moneda) y a tasas nunca vistas. La clave para esta nueva temporada sojera es fácil: ganar tiempo hasta que alguna de las esperanzas se materialice. Receta: preparar carpetas para los bancos, negociar almacenajes “blandos” (con multis, acopios, cooperativas) y/o “palo y a la bolsa” (léase silos bolsa).
El autor es presidente de Nóvitas SA.