Luego de cuatro meses en un centro de inseminación, el jueves pasado en el campo de los Lattanti, en Exaltación de la Cruz, Cotilerio Nicanor, un toro Limousin de casi tres años de edad, bajó triunfante del camión, como si supiera. Claro, no era una llegada más. Una nueva cucarda, virtual e internacional esta vez, colgaba de su bozal.
Al igual que la cabaña La Dominga, de Braford, La Cotidiana de los Lattanti consiguió también, por el ejemplar macho de la raza Limousin, el mayor galardón del concurso Champion of the World, organizado por el sudafricano Peter Budler, desde Texas, Estados Unidos, en donde participaron animales de América, Asia y África.
En diálogo con LA NACION, Juan Pablo Lattanti, segunda generación en la cabaña de la raza francesa, contó la enorme alegría que tuvo su familia cuando le comunicaron la noticia del premio. "Es un orgullo para todos. Es la tercera vez que participamos pero la primera que nos llevamos el premio mayor y también la primera vez que la Argentina tiene ese logro con la raza", dijo el cabañero, de 31 años.
La historia de Ítalo Lattanti con la ganadería empezó casi por casualidad. Son industriales y tienen una fábrica en Monte Castro donde realizan carrocerías para vehículos especiales como bomberos, patrulleros, ambulancias y móviles de seguridad vial.
A fines de los 80, decidió invertir en un campo agrícola cerca de Capilla del Monte y allí comenzó a sembrar soja. Un día, sus amigos lo invitaron a un remate en un predio que la Rural tenía en la localidad de Del Viso, donde se remataban lotes de hacienda, entre ellos de la raza Limousin.
En ese momento, averiguó un poco las características de la raza y como una de las cualidades es su carne magra, le gustó y ahí nomás compró un lote de 15 madres Puras Controladas (PC) y un toro de Pedigree (PP).
Ese fue el inicio de la cabaña. Con el correr del tiempo, el plantel fue creciendo y se incorporaron nuevas madres y embriones. Al tiempo Juan Pablo comenzó a participar de las labores camperas. "Desde chico me dedicaba a peluquear a los animales que iban a las exposiciones y poco a poco fui sumando responsabilidades en la cabaña", relató.
Las primeras 150 hectáreas que Ítalo compró a fines de los 80 en Exaltación de la Cruz se convirtieron en un sistema de producción intensivo para 300 animales. Luego se sumó Santa Isabel, un campo de 510 hectáreas en Castelli para cría y recría de la hacienda.
En cuanto al premio, para el joven cabañero, si bien el año pasado en la Exposición Rural de Palermo y en LA NACION Ganadera en Balcarce , el toro ya se había consagrado Gran Campeón, este premio internacional da un prestigio muy importante para el animal y para la cabaña. "Quiere decir que estamos haciendo las cosas bien. Estoy feliz por mi padre que a sus 80 años pudo vivirlo y disfrutarlo en la cabaña donde está pasando la cuarentena", contó.
"El recorrido fue largo pero llegar a ganarlo fue grandioso. Primero competimos contra ejemplares locales, luego pasamos a la roda sudamericana para que al final a nivel mundial competir con un toro francés, otro de Estados Unidos y otro de África. Desde hace 30 años que la cabaña viene trabajando con pasión, responsabilidad y compromiso. Este premio nos impulsa a seguir adelante", concluyó el cabañero.
El jurado integrado por Olivier Rambert (Francia), Derick Leroux (Sudáfrica), Ryley y Jill Mader (Canadá) y Juan Balfour (Argentina) que eligió a Nicanor como ganador macho de la raza, también seleccionó a la vaca Cheville Madeleine, de la Cabaña Don Federico, perteneciente a Mónica Schmale, como segunda hembra y le entregó el galardón de plata.
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