Esta infusión se toma en el Rio de la Plata desde mucho antes de la fundación de Buenos Aires
La planta de la yerba mate o caá, en guaraní, cuyo nombre botánico es Lagenaria vulgaris, es la que da las hojas y tallos para preparar la infusión conocida como mate.
En el campo y en la ciudad fue, es y será nuestra bebida nacional. Aunque también se lo toma en Paraguay, Uruguay, Chile, Bolivia y en otros países americanos. Sin contar con que también lo han adoptado en otros continentes.
El tomar mate y cebarlo es una costumbre y una afición que tiene algo de vicio. Las mujeres y los niños toman el mate dulce, el paisano generalmente lo toma amargo y lo llama cimarrón.
El mate se toma en la zona del Río de la Plata desde mucho antes de la fundación de Buenos Aires. Cuenta la tradición que Hernandarias hizo quemar dos talegas de yerba en la playa mayor diciendo: "Mándolas quemar porque el mate es un vicio que favorece a los enamorados".
Otra prohibición surgió en las misiones jesuíticas, donde los sacerdotes se manifestaron en contra del consumo del mate, dado que los efectos diuréticos de la bebida hacían que los indios salieran con frecuencia del templo, interrumpiendo así las largas ceremonias religiosas.
Por fin dos padres jesuitas que después de muchos años comprendieron el valor alimenticio del caá que además refrescaba, despabilaba, descongestionaba, energizaba y gustaba enormemente a los pobladores, comenzaron el cultivo en mayor escala y enseñaron sus secretos a españoles amigos.
Tras la expulsión de los jesuitas las plantaciones fueron abandonadas y los arbustos degeneraron hasta su extinción. Entonces la yerba mate se importó de Brasil. Años después se recobrarían las plantaciones y unos de los grandes impulsores serían Bonpland y Charles Thays desde el jardín botánico.
La historia también lo menciona en las campañas militares. "El mate ha ganado más guerras que la pólvora", aseguraba un general en campaña; ya que cuando no tenían nada para comer alguien dijo: ¡ Hay yerba! ¡Mientras tengamos mate no habrá criollo que afloje en la patriada!
También el mate creó un lenguaje y un significado para cada uno. Cuenta Carlos Villafuerte que en Catamarca se sabe que: mate amargo: es indiferencia; mate dulce: amistad; mate amargo y mujer fea: sólo por necesidad.
El matear inspiró una abundante poética, dichos y refraneros. Los poetas gauchescos no dejan de nombrar al mate, tal es el caso de José Hernández que en el Martín Fierro dice:
"… y sentao junto al jogón
a esperar que venga el día,
al cimarrón se prendía
hasta ponerse rechoncho
mientras su china dormía
tapadita con su poncho…"
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