Esto es por las buenas condiciones ambientales de producción y por un relativamente bajo uso de insumos
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La huella de carbono de un producto representa la suma de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y el secuestro de carbono en un sistema de producción, y se expresa como dióxido de carbono equivalente (CO2eq) en base a una evaluación de ciclo de vida, utilizando la categoría de impacto única de cambio climático. Es la medida de uno de los impactos que provocan las actividades del hombre sobre el ambiente.
Un estudio realizado recientemente por Maizar, el INTI y el INTA estimó la huella de carbono del maíz producido en el país, expresado como un kg de maíz en la tranquera del campo. Se consideraron los planteos productivos del sistema “Relevamiento de Tecnología Agrícola Aplicada” de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, incluyendo el maíz temprano y el tardío, con tres niveles tecnológicos dentro de cada una de las 16 zonas agroeconómicas en las que se sembraron 7,4 millones de hectáreas, que produjeron 51,3 millones de toneladas de maíz en la campaña 2021-2022.
Resultó relevante analizar por separado el planteo técnico y el manejo del maíz tardío ya que, en la campaña analizada, representó el 52% de la superficie cosechada y el 54% de la producción. El 39% de este maíz se produjo con nivel tecnológico alto, el 59% con un nivel mediano y el resto, con bajo. A su vez, el 92% utilizó siembra directa.
Los resultados mostraron que la huella de carbono promedio nacional fue de 1248 kg CO2eq por hectárea cosechada y de 0,178 kg de CO2eq por kg de maíz en la puerta del campo. Y el maíz tardío tuvo una huella un 3% más baja que el maíz temprano: 1.228 kg CO2eq/ha y 0,176 kg de CO2eq por kg de maíz.
Cuando se tuvo en cuenta el secuestro de carbono por efecto de la siembra directa, los valores cayeron un 10%. Y al considerar el secuestro de carbono por siembra directa y por cultivos de servicio, las huellas se redujeron en 2 kg CO2eq/kg adicionales a nivel de hectárea, y dieron por resultado 1.100 kg CO2eq/ha y 0,158 kg CO2eq/kg de maíz. Al considerar el traslado y la manipulación del grano desde el campo hasta el puerto, incluyendo la carga a un buque, condición FOB, las emisiones en la puerta del campo subieron un 15% respecto de la situación base.
Así, el maíz argentino presenta una de las menores huellas de carbono del mundo, por las buenas condiciones ambientales de producción, y por un relativamente bajo uso de insumos. Por su menor uso de fertilizantes nitrogenados, la huella de carbono del maíz en la Argentina fue un -52% a la de China y Tailandia, y -27% a la de Canadá y los EE.UU. Respecto de Europa, fue similar a la de Polonia, pero -66% a la de España. Y también fue -52% a la de una serie de datos de 20 años de Brasil, lo que se explica por la consideración del cambio de uso de suelos. El estudio contribuyó a comprender la huella de carbono de la producción de maíz en una vasta región agrícola de la Argentina, y estableció las bases para analizar la sostenibilidad de la producción agrícola en diversas regiones productivas.
Para los actores de la cadena de valor del maíz, el trabajo es de utilidad porque:
- Brinda una visión ambiental integral de la producción primaria, mostrando qué etapas del ciclo de producción son las de mayor impacto (puntos críticos);
- Permite comunicar la información ambiental de un producto relevante;
- Muestra posibles reducciones de emisiones y de costos a través del uso más eficiente de recursos energéticos y materiales;
- Propone argumentos y herramientas para la revalorización de subproductos y desechos a través de la economía circular; y
- Permite comparaciones entre insumos, procesos, tecnologías y métodos de transporte, como así también entre productos similares de otras cadenas.
La huella de carbono reviste importancia para la cadena de valor del maíz porque los productos son comercializados mundialmente y las nuevas generaciones de consumidores comienzan a exigir información sobre métodos de producción sostenible.
Los autores integran el INTI y el INTA, respectivamente
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