A 15 kilómetros de Jesús María, Córdoba, se encuentra el Centro Experimental de Nutrición Animal Biofarma (Cenab), que lleva adelante investigaciones con foco en una mayor eficiencia y producción de carne; está considerado uno de los más grandes de América Latina
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CÓRDOBA.- Es argentino y, trazando un paralelismo, se podría decir que funciona como un modelo de la emblemática Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos (NASA), pero en este caso para la ganadería. A 15 kilómetros de Jesús María, en esta provincia se encuentra uno de los lugares de investigación de producción bovina más grandes de América Latina. Se trata del Centro Experimental de Nutrición Animal Biofarma (Cenab), donde desde abril de 2021 se realizan diferentes tipos de ensayos sobre la producción intensiva de carne vinculadas al manejo, la nutrición, el bienestar animal, el biotipo, entre otros.
Además, el establecimiento cuenta con un feedlot de más de 18.000 cabezas y una planta de biogás que permite transformar materia prima agropecuaria en energía que luego es utilizada en el establecimiento.
El centro, propiedad de Biofarma, una empresa con 40 años en la nutrición y sanidad animal, fue visitado por LA NACION durante una jornada a campo organizada por el Instituto de la Promoción de la Carne Vacuna Argentina (Ipcva). Este evento atrajo a más de 500 jóvenes interesados en el sector.
“No hay en la Argentina un centro experimental con este volumen. Analizamos a 1200 animales de forma continua en nuestra área experimental que está compuesta por cuatro módulos de corrales de diferentes características y capacidades que nos permite llevar a cabo distintos ensayos para luego poder volcar los resultados al medio”, indicó Román Irurtia, gerente del Área Rumiantes de Biofarma SA.
El ejecutivo contó que la idea de abrir el centro de investigación se empezó a gestar hace 10 años luego de que la empresa adquiriera una granja productora de cerdos llamada Cenab Carnerillo, que actualmente cuenta con 1300 madres reproductoras. Durante ese tiempo, explicó, detectaron una clara necesidad de establecer un área de investigación en el negocio porcino para obtener más información. En respuesta a esto, decidieron armar la primera granja experimental de la firma, pero con la idea de generar “una base de datos única en la región conforme a los más altos estándares técnico-científicos”.
Allí han llevado a cabo un total de 160 ensayos en diversas áreas, como manejo, nutrición, alimentación e instalaciones, entre otras. “Toda esta información la podemos trasladar a todos los productores de la Argentina”, dijo.
Según detalló, esta experiencia sirvió como inspiración para extender este enfoque a la ganadería argentina. “En ese momento dependíamos en gran medida de información proveniente de otros países, principalmente Estados Unidos, Brasil y Australia, pero sus prácticas podían ser totalmente distintas a las nuestras en términos de condiciones laborales, biotipo animal y alimentación. Surgió entonces el interrogante de cómo generar nuestros propios datos en relación a nuestra producción local”, expresó.
Foco en la ganadería
En ese marco, organizaron un viaje a Estados Unidos en 2018 para visitar cinco centros experimentales completamente diferentes en busca de ideas para replicar en la Argentina. “Nuestra empresa es dinámica y ágil en la toma de decisiones, evaluando y analizando las opciones con rapidez. A fines de 2019, el campo ya estaba comprado y nos encontrábamos cerrando el proyecto de lo que iba a ser el Cenab”, señaló.
“En el término de un año y medio se pudo construir las instalaciones con capitales totalmente probados, y con una concientización muy importante de que cada peso que se iba a invertir aquí tiene un fundamento de por qué ser y cómo va a volver en rentabilidad”, dijo Irurtia.
Como se indicó, el área de investigación está constituida por cuatro módulos independientes, cada uno con características particulares para hacer diferentes ensayos. “Realizamos reuniones cada 15 o 30 días con el equipo técnico y el de investigación para ver cuáles son las demandas o inquietudes que tienen los productores y, en base a eso, realizamos ensayos”, explicó.
El primero de estos módulos es un galpón techado con 28 corrales de hasta 10 animales por corral. El piso cuenta con tecnología raber slats que, según explicaron, brinda confort a los animales y reduce al mínimo los efectos ambientales. “La virtud que tiene es poder hacer ensayos con mucha precisión, gracias a la capacidad de controlar el ambiente y la disponibilidad de numerosos corrales para llevar a cabo múltiples repeticiones por cada tratamiento”, precisó.
Mencionó como ejemplo la evaluación del efecto de aditivos, donde incluso una diferencia de 100 gramos en el peso puede tener una relevancia significativa. Por lo tanto, en ese caso es importante llevar a cabo estos ensayos en un entorno controlado para evitar que las condiciones ambientales influyan en los resultados obtenidos.
Asimismo, otro factor que facilita mayor precisión, y es uno de los diferenciales de este centro experimental, es que cuentan con un carro balanza que permite pesar los animales sin tener que hacerlos caminar. “Esto es fundamental porque nos da la posibilidad de obtener la información sin afectar la performance de los animales”, dijo.
En este contexto, el módulo experimental número dos está destinado principalmente a comparaciones individuales, por ejemplo, en pruebas de toros. Cuenta con diez corrales, cada uno con dos comederos inteligentes. Según explicaron, esta tecnología les ayuda medir cada animal en forma independiente, lo que lo hace especialmente indicado para la evaluación de reproductores a través de pruebas de Consumo Residual (llamado RFI).
“Todos los animales que se incluyen en este corral tienen una caravana electrónica en la cual podemos medir la frecuencia de consumo de forma individual. Es muy utilizado principalmente por las asociaciones. Actualmente tenemos 160 toros reproductores de la Asociación Argentina de Angus, pero ya hemos hecho ensayos con otras”, expresó. En este caso, el lugar es semi techado y con piso de hormigón. Es un modelo desarrollado por Aníbal Pordomingo, de INTA Anguil, y acá se trabajó con Balanzas Hook.
El módulo experimental tres se usa mayormente para pruebas simulando condiciones de engorde a corral. Son 28 corrales con entre 15 y 17 animales. Las condiciones son idénticas a las que se encuentran en la producción. “Hacemos mediciones que se pueden trasladar más a lo que es comercial porque son mucho más realistas a lo que allí se hace”, comentó Irurtia.
Por último, el módulo cuatro se compone de 24 corrales, más grandes, de 20 metros de frente por 20 de fondo. Allí entran entre 40 y 50 animales. Está enfocado a pruebas simulando condiciones de engorde o cría a corral de mayor escala. Tiene como característica diferencial poseer los suficientes metros de frente de comedero que permiten realizar ensayos con alimentación restringida. Se hacen ensayos de frecuencia de alimentación, de disponibilidad de comedero, entre otros. Es a cielo abierto.
“La experimentación es muy buena, pero hay que solventarla económicamente”, dijo. Por esa razón, aquí explicaron que cuentan con el feedlot para llevar adelante la producción con foco en generar ingresos.
Según remarcó, una de las claves es que se focalizaron en todo lo que implica la alimentación, la cual representa el 80% del costo de un feedlot. “Se pensó mucho en cómo diseñarla para hacerla de la forma más eficiente porque tenemos que repartir 240 toneladas por día [de alimento]”, explicó.
Hicieron una playa de alimentación sobre piso de hormigón de 20.000 metros cuadrados de superficie. Además, tienen la capacidad de acumular entre 6000 y 8000 toneladas de maíz húmedo en bunkers que se usan a lo largo del año. “Al cosecharlo con entre 25 y 32% de humedad nos permite acopiarlo, mantenerlo a lo largo del año y obtener una digestibilidad mayor en ese grano con el que mejoramos la eficiencia entre un 8 y 12%”, afirmó.
También producen forraje en los campos circundantes. “Generamos silo de planta entera para poder almacenar de manera más eficiente. Con este método podemos acopiar una cantidad masiva de 18.000 toneladas de fibra de silo en una superficie mucho menor”, expresó.
“La playa de comida está diseñada de tal forma que el 60% de la ración, que son los granos, están lo más próximo a la carga del mixer para eficientizar”, comentó Irurtia.
Molienda y caldera
También destacó la importancia de la zona de molienda. Poseen tres formas distintas de procesamiento del grano: un banco con cuatro pares de rodillos ajustables para el rolado de maíz seco con posibilidad de lograr diversos tamaños de partículas; un molino a martillo para procesar el grano en forma de harinas y, por último, un sistema para hacer rolado a vapor (copos de maíz o steam flake), que es “único modelo instalado en la Argentina” y proviene de la marca Ferrell-Ross (Estados Unidos).
Según explicaron, una de las demandas principales para tener una enroladora a vapor es tener una caldera que hay que alimentarla con una fuente de energía, que es el gas. “Si lo tendríamos que haber hecho con GLP, a lo mejor los costos no hubiesen pagado la mejora o lo hubiesen hecho en mucho más tiempo. Por ese motivo se empezó a pensar en biodigestores”, destacó.
“No había muchas referencias de lo que pasaba con el biodigestor cuando se alimentaba con bosta bovina seca. Fue una grata sorpresa para nosotros porque la bosta seca nos permite generar mucho biogás. Podemos alimentar el 60% a 70% de la caldera y usar un restante 30% para el feedlot”, precisó. También esto se puede colgar a la red general.
El biodigestor es alimentado diariamente con 10.000 kilos de estiércol más otros 1000 kilos de barridos de limpieza de la playa de comida. La bosta es juntada de los corrales del piso de hormigón en frente de cada comedero con un sistema scraper.
“Los comederos tienen un piso de cuatro metros y medio, es decir, son bien anchos, lo que nos permite recolectar la bosta diariamente. Una característica diferencial que tienen es que poseen una angulación central para captar los afluentes de la lluvia y evitar que se vaya hacia la transición entre el hormigón y la tierra, lo cual podría provocar problemas de deslizamiento”, manifestó.
En todo el Cenab trabajan actualmente 40 personas, entre los que se encuentran siete profesionales en las posiciones de gerentes y responsables de áreas. Además, tienen programas de capacitación orientados a jóvenes y a todos aquellos que quieran ampliar sus conocimientos en producción intensiva de carne. Poseen programas de prácticas profesionales para estudiantes avanzados. Y llevan adelante convenios con distintas universidades del país y el extranjero.
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