Transportistas consultados por LA NACION advierten fuertes trastornos para conseguir algo del combustible y sobreprecios para el producto que se vende
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Cuando de a poco el campo comenzaba a vislumbrar una luz de esperanza y lograr una campaña considerable tras una feroz sequía que lo devastó, otra vez se abrió la caja de pandora y el faltante de combustible le vuelve a jugarle una mala pasada. Impacta en el eslabón primario y también en otras actividades, como el transporte, resentido en cuanto al traslado de alimentos, granos y otros productos sensibles.
Los transportistas de insumos, de cereales y de hacienda, un eslabón de esta cadena productiva, hoy atraviesan una situación más que compleja. “Te da bronca que nos vuelva a ocurrir lo mismo. Siempre se busca una excusa. Hace dos años nos dijeron que faltaba gasoil por la cosecha récord, donde se usó más combustible; el año pasado la guerra con Ucrania; pero con un 70% menos de trabajo de cosecha y transporte por la sequía este año, es decir que se utilizó menos combustible, ¿cuál es la excusa, ahora? Volvemos a tener un fin de año muy complicado”, dijo a LA NACION Norberto Brandalisi, camionero y vicepresidente del Centro de Transportistas del Norte de Córdoba.
Para Brandalisi, conseguir combustible para viajar se ha vuelto una odisea interminable para los camioneros, donde no solo se pierde rentabilidad porque el gasoil que se consigue a cuentagotas se paga hasta a 200% del valor oficial, sino la cantidad de días que se retrasan en entregar la mercadería y en volver a hacer el próximo flete.
“Acá estamos, renegando para trabajar pero no podemos parar porque transportamos productos alimenticios, en mi caso hortalizas que no pueden esperar por ser perecederas y se debe hacer el flete, asumiendo nosotros los costos extras”, expresó.
Según contó, la semana pasada, en una vuelta que tenía pensada hacerla en cuatro días, tardó casi siete por la escasez del insumo. “El lunes pasado en Córdoba cargamos caños de agua para Salta pero no pudo salir ese día porque no se consiguió gasoil para viajar. Al otro día salió para Salta y se descargó el miércoles en esa ciudad. Pero como no había gasoil ahí, se tuvo que ir a Güemes para recargar el tanque e ir a buscar el cargamento de papa para llevar a Buenos Aires”, detalló.
Para el dirigente, no solo es el costo mayor del combustible que se tiene sino la enorme pérdida de horas en las que el camionero dejó de descansar y el camión no trabajó esperando cargar gasoil.
“Recién el viernes se pudo llegar a Córdoba con la papa. En todo ese trayecto, el camionero no consiguió una gota de gasoil. Acá recién, con los playeros conocidos que nos avisan cuando llega el camión a la estación de servicio, pudimos recargar el tanque completo. Luego de que se pudo llenar el tanque, el camión partió para los mercados de Buenos Aires que, una vez que se descargó, se recorrió más de cuatro estaciones de servicio, donde no había combustible. El camionero tuvo que ir hasta Pilar a dormir y a la madrugada de hoy lunes pudo cargar pero a $511 el litro. Da mucha bronca porque el Gobierno nunca nos da una mano a quienes producimos”, describió.
En este sentido, Daniel Rambaud, transportista de San Francisco, en la provincia de Córdoba e integrante de la Cámara de Autotransportistas del Cordón Industrial de San Lorenzo (Cacislac), lo resumió en tres palabras: “Bronca, impotencia y cansancio. Desesperados, cada vez que llega un camión de una petrolera al pueblo, estamos tratando de manotear un poquito de ese gasoil escaso que viene. No se puede seguir trabajando de esta manera. Ya veníamos complicados por las tarifas y la sequía y ahora esto. No hay combustible y lo que hay lo pagamos hasta $550 para que nos carguen como máximo unos 50 litros”, alertó.
Para Rambaud, con estos costos se pierde el total de la rentabilidad, aun así algunos antes que tener parados los camiones aceptan las tarifas que ofrecen por sus servicios. “Por ejemplo un viaje de 250 kilómetros de San Francisco a Rosario, están pagando una tarifa muy inferior a la pactada con el Ministerio de Transporte y, con la necesidad de trabajar muchos la aceptan. Nos terminamos fundiendo y el Gobierno no hace nada. No pedimos subsidios, solo que haya insumos para trabajar”, subrayó.
Con la magra cosecha de la campaña 2022/23, hay mucho menos viajes de granos que otros años a Rosario, lo que reduce la demanda de los transportistas. Los camioneros observan que los mayores inconvenientes de abastecimiento se viven en ciudades grandes y en autopistas, donde les cuesta mucho reponer combustible. Entonces, los camiones viajan, pero planificando muy bien dónde podrán reabastecerse aprovechando conglomerados urbanos más chicos, donde las colas son menores o la espera del camión cisterna de abastecimiento de gasoil exige solo unas pocas horas.
Rambaud tiene 50 años y desde los 16 está arriba del camión. Llegó a tener una flota de siete camiones pero en la actualidad solo tiene dos equipos. Este año, por la sequía, en la campaña realizó solo cuatro viajes por camión cuando en tiempos normales hacía hasta 45 por unidad: “Se nos fue cerrando el circulo de trabajo”.
Lo que se vive en Córdoba es un reflejo de lo que pasa a lo largo y ancho de la Argentina. Para el contratista y empresario de transporte de Piedritas, en el partido bonaerense de General Villegas, Fernando Quintana, “esto se venía venir”, por lo que tiempo atrás se anticipó y realizó una compra de miles de litros de gasoil para sus trabajos de laboreos y flete, aunque entiende que son pocos los que tienen espalda para hacerlo.
“Hace cuatro meses que la maquinaria está parada y ahora no hay gasoil en plena siembra. Hay una gran incertidumbre, de acá a diciembre esto va a empeorar y va a ser una carnicería. Yo trato de cubrirme y tengo una clientela selecta que paga en tiempo y forma. Pero sin ir más lejos el otro día tuve que asumir una pérdida del 20%: facturé a la mañana con un gasoil de $405 y a la tarde en el mismo surtidor ya estaba a $430. Con una inflación que te aumenta en minutos, en horas perdí un montón de plata, es de terror”, indicó.
En Rufino, sur de Santa Fe, la mayoría de los contratistas mantienen el ritmo de siembra, a pesar de las restricciones en la venta de gasoil, porque lo han almacenado previamente, en depósitos propios, y con el propósito de sacarse los pesos de encima. Contribuye a que no haya interrupción en las labores una demanda acotada de combustible. La siembra de soja de primera insume mucho menos gasoil que la cosecha, cuando hay una o dos trilladoras que pueden consumir 500 litros por día cada una y un tractor con tolva que recibe el grano y lo traslada a los camiones que están esperando en la punta del lote, y van y vienen hasta las instalaciones de recibo.
No obstante, los contratistas admiten que los proveedores ya no les satisfacen pedidos de 5000 litros de gasoil. Cuando van a una estación de servicio, generalmente se pueden llevar una cantidad acotada, equivalente a $5000-$7000 y en firmas conocidas. Por esa causa, no hacen lugar a pedidos de labores profundas, como cincelado por ejemplo, que insumen mucho más combustible que una siembra.
En el NOA argentino, se respira la misma incertidumbre y preocupación. César “Titilo” Rearte hace años que es transportista en Tucumán y representa a los asociados de esta provincia, de Salta y Santiago del Estero en el Sindicato Único de Trabajadores de Administraciones Portuarias (Sutap). “Es repetir la historia, la situación es la misma del año pasado. Estamos a la expectativa a ver qué decisión tomamos si el martes no se restablece el combustible en las estaciones de servicio. Si no el miércoles tendremos asamblea a ver qué medidas de fuerza tomamos en nuestro sindicato. Una de ellas será estar a la vera de las rutas, manifestando nuestro descontento. Este desabastecimiento siempre afecta al transporte chico que siempre la pelea, que no tenemos cisterna, que no podemos prever esto y que vivimos el día a día. Es terrible lo que está pasando, muy difícil continuar si no se soluciona”, señaló.
Por último, lo que más llama la atención a los transportistas es el silencio del sindicato de los camioneros, que dirige Hugo Moyano. “Esto es un problema político, no puede ser que, de un día para otro desaparezca el combustible, en un año en que no hubo buenas cosechas y que la maquinaria agrícola estuvo casi parada. En años pasados, con un Gobierno de otras políticas, Don Moyano aparecía en las rutas pero hoy no hay nadie”, remarcó Brandalisi.
“Los camioneros de Moyano están callados la boca para que siga este Gobierno y seguir currando. Mientras tanto, nosotros, que vivimos del campo, hoy no podemos mover nuestras unidades”, enfatizó Rambaud.
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