Hace cuatro años que el sector registra problemas, pero el último es definido como el “peor”; Sudáfrica desplazó al país como exportador de fruta fresca en el hemisferio sur
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CORDOBA.- El jefe de Gabinete, Juan Manzur, insiste en que la Argentina puede “liderar” el mercado mundial del limón y sus derivados. Nacido en la cuna de la producción, asegura que es el camino para generar más empleo. Los productores y la industria tienen una mirada diferente. Insisten ante LA NACION que hace cuatro años que el sector está en crisis y definen a la actual campaña, como “muy dura”. Las dificultades se originan en una “significativa” suba de costos y el tipo de cambio atrasado.
La Argentina sigue siendo la primera productora y exportadora mundial de derivados industriales del limón: controla cerca del 65% del mercado ya que tiene el cluster de molienda más importante del mundo. En la exportación de fruta fresca, Sudáfrica la desplazó e incluso ya se quedó con el primer puesto que tuvo, tradicionalmente, España.
Sudáfrica es el único exportador que crece fuerte en fruta fresca, señala José Carbonell, presidente de la Federación Argentina del Citrus (Federcitrus). “Tiene libertad para exportar fresco con alto volumen de pesticidas lo que le da más duración y mejor presentación. Este año Europa se puso muy firme y hubo toneladas de naranjas que terminaron sin poder salir de los puertos”, dijo.
La expectativa es que en la próxima temporada, por efecto de la sequía y de los calores en el hemisferio norte, haya un decrecimiento en la producción de Estados Unidos, España y Turquía.
Este año la Argentina lleva exportadas 260.000 toneladas (1,3% menos en la comparación interanual). Como destino, cayó Estados Unidos, pero la demanda de Rusia creció fuerte. La cosecha rondará 1,8 millones de toneladas. En el mismo período Sudáfrica exportó 462.480 toneladas.
El presidente de la Asociación Citrícola del Noroeste Argentino (Acnoa), Pablo Padilla, señala que la falta de financiamiento y el retraso cambiario “está matando” al sector. “No podemos seguir compitiendo con este atraso del tipo de cambio -describe-. Entre marzo del 2021 a al mismo mes de este año, la devaluación del dólar oficial fue de casi 27% y, por ejemplo, afrontamos una paritaria del 70%. Además, el incremento de costos en dólares es muy fuerte”.
Por el contexto internacional, los fertilizantes cuestan 2,5 veces más en un año; los fletes se multiplicaron por tres o cuatro. A nivel interno, las cajas de cartón aumentaron 50% y los agroquímicos se venden en el mercado interno a dólar oficial, pero al doble que hace un año.
Padilla apunta, además, que en provincias productoras como Salta y Jujuy, las hectáreas bajo riego requieren de electricidad y la factura aumentó en un año 120% entre julio y julio. Lo mismo corre para el stock de jugos que deben mantenerse a menos 20 grados. “Si sumamos todos estos factores, la crisis es profunda”, resume.
Carbonell ratifica que la en la cosecha en marcha la “gran suba de todos los costos en la cadena de producción” genera problemas muy importantes. “No se avizora una salida en lo inmediato”.
“El ‘dólar soja’ me parece muy bien para un sector que tiene retenciones -agrega-, pero hay insumos comunes, transversales en su impacto a todos los sectores y se están desarmando los esquemas de costos”, afirma.
Sobreproducción
Un factor extra es que los mercados mundiales están sobre abastecidos de limón fresco. Los precios internacionales son definidos por las fuentes como “estables”, ya que registraron subas y bajas. En cambio, los de jugo y aceite cayeron casi 60% en tres años. Esas demandas están resentidas, mientras que se mantiene la de cáscara.
En el 2000 en el mundo se produjeron 3,7 millones de toneladas de fruta fresca; el año pasado fueron 8,5 millones de toneladas. “La demanda es inelástica -precisa Carbonell-, no creció al compás del incremento de la producción”.
Padilla enfatiza que por la suba de los costos y la falta de competitividad se está registrando el “abandono de muchas hectáreas, están arrancándose los limoneros y son reemplazando cultivos extensivos menos mano de obra”. Estima que este año quedarán sin cosecharse unas 200.000 toneladas.
Coincide Carbonell, quien plantea que hacia adelante habrá una baja de la producción porque se subtratarán los cultivos por el alza de costos. “Estamos ante una situación particularmente crítica; tocamos fondo. Para seguir hay que ponerle plata y son muchos los que no tienen espalda después de cuatro años de pérdida”, afirma.
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