En Corrientes, en la zona de esteros quedan superficies quemadas que lesionan las pezuñas del ganado. Se caen y no vuelven a levantarse; al productor Marcelo Breard, que trabaja un establecimiento en el Departamento General Paz, se le murieron 57 búfalos
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En las casi 800.000 hectáreas que lleva quemadas la provincia de Corrientes no solo se pierde fauna y flora autóctona, también hay hacienda. Marcelo Breard es uno de los productores que vio morir a 57 de sus animales, búfalos. Fue en un campo del departamento General Paz, en la zona de Caá Catí. Se les quemaron sus pezuñas al caminar por arriba de los embalsados de los esteros que quedaron ardiendo tras el paso de las llamas.
El fuego llegó a uno de los campos arrendados por la empresa Yaguareté Corá SA el 3 de febrero pasado. Se quemaron 300 hectáreas. Creyeron que el fuego se había apagado por completo, pero resurgió por debajo del embalsado el 11 de febrero a la tarde y el 12 de febrero no quedó nada. No se les habían muerto animales quemados. Sin embargo, ayer en una recorrida encontraron a una gran cantidad lesionados y agonizando.
El productor explicó que, tras el paso del fuego, los embalsados de los esteros, que son una acumulación de materia seca mezclada con tierra que conforman un colchón de 30 centímetros aproximadamente, quedan ardiendo subterráneamente y, como los animales caminan por arriba, se les queman las pezuñas. “Se caen porque no pueden moverse del dolor, no tienen tiempo a regenerarlas y ahí ya no hay nada que hacer”, expresó.
Los animales que murieron son los que quedaron escondidos luego que se pudieran retirar otros cuando ya se venían las llamas. “Cuando veíamos que el fuego se nos venía encima sacamos todos los animales que pudimos, pero, como son rodeos grandes, siempre quedan algunos metidos en los montantes, en las islas”, precisó.
Además, detalló que como son extensiones grandes, es complicado encontrar inmediatamente la hacienda que potencialmente puede ser afectada. “Son consecuencias que se ven una semana y media después de que los fuegos pasaron por esos campos. Recorremos los campos y nos vamos encontrando con los animales tirados”, sostuvo.
Como consecuencia, estima pérdidas por 4 millones de pesos. Bread contó que el valor de una búfala preñada es de aproximadamente 110.000 pesos cada una. Murieron 22. Mientras que el del becerro al momento de la comercialización es de 60.000 a 65.000 pesos. Murieron 37. En tanto, tienen seis que están en proceso de curación con antibióticos. En total tienen 3500 cabezas.
La empresa trasladó todos los animales que tenía en los campos arrendados a otros propios que aún no se quemaron. “Están prácticamente uno arriba del otro, el problema es que van a empezar a perder kilos porque comen menos de lo que necesitan”, explicó.
El campo, de 6000 hectáreas, en su mayoría se compone de malezales bañados de esteros. En los bañados suelen trabajar con la especie bubalina mientras que en las zonas más altas, sean las lomas o malezales más playos, con otras razas de ganado.
“Esa agua de esteros, bañados y malezales hace cuatro meses o cinco que se evaporó por la falta de precipitaciones y, desde hace un mes y medio venimos padeciendo temperaturas arriba de los 35 grados. Un combo explosivo”, indicó.
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