Ahora se sabe que hay algo que es mucho más difícil de desentrañar que los caprichos del clima: la política agrícola de Donald Trump . Como pocas veces antes, las lluvias son las protagonistas casi excluyentes de esta campaña que están decidiendo la suerte de muchos chacareros por la pérdida de lotes por seca o por inundación. A propósito, los registros de esta semana trajeron especial alivio al sudeste bonaerense. Pero a pesar de que los eventos climáticos tienen ahora una intensidad desconocida se cuenta con un sistema de pronósticos que con sus más y sus menos permite prever lo que puede pasar en el futuro cercano.
En cambio, todavía no hay una experiencia acumulada sobre las decisiones que pueda llegar a tomar el magnate Donald Trump como presidente de los Estados Unidos sobre temas tan sensibles al agro como el calentamiento global y el nivel de proteccionismo. Trump no es un creyente de la necesidad de reducir las emisiones de CO2. ¿Quitará el apoyo a los biocombustibles en favor del petróleo? Y en cuanto a su "América First", ¿seguirá importando biodiésel argentino por 1100 millones de dólares? ¿Abrirá el mercado norteamericano a la carne y los limones argentinos? Aunque inquietantes, son sólo los primeros interrogantes.
Empresarios, analistas y políticos consultados opinan que es una situación inédita y no descartan que se venga un cambio sustancial del escenario agrícola mundial. A ciencia cierta nadie puede asegurar que el presidente Trump en uno de estos primeros 100 días de gestión, llenos de vértigo y acción, no le pegue una patada a ese tablero y lo haga volar por el aire. ¿Exageración? Todo puede ocurrir teniendo en cuenta que al frente de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) eligió a un escéptico del cambio climático como Scott Pruit que tendrá a su cargo el programa vigente desde 2005 que impone mezclas de un mínimo de combustible de origen renovable en todos los combustibles usados para el transporte. Vale recordar lo que está en juego: casi un tercio del maíz norteamericano se destina a etanol.
O que termine por romper lanzas con México que es su primer comprador de maíz y al que envía casi 13 millones de toneladas. Y ni hablar de las consecuencias que puede traer un enfriamiento de las relaciones con China.
Con muy altos stocks mundiales de trigo, soja y maíz, estas incertidumbres recrudecen y se vuelven potencialmente explosivas en los mercados. Los analistas de mercados prevén un 2017 con alta volatilidad de precios.
Sin embargo, hay factores que pueden llegar a neutralizar en parte la embestida haciendo menos radical el cambio del escenario agrícola mundial. A pesar de las muy expuestas contradicciones en la personalidad y las creencias de Donald Trump, Marcelo Elizondo, titular de la consultora DNI, considera que antes que nada es un hombre pro empresa. "No lo veo desactivando negocios, menos en el Corn Belt, en los estados agrícolas." Y abre un nuevo interrogante: "¿Trump es realmente proteccionista o tiene problemas puntuales con las balanzas comerciales deficitarias de México y China? "Creo que no tiene una línea de pensamiento, sino que ve negocios aislados o cuentas negativas que no le cierran y mete mano para solucionarlas", responde.
Vale también consignar un factor que será gravitante durante los próximos cuatro años: el medio oeste americano fue el que le dio la victoria electoral a Trump y por el que será más permeable a su lobby. Desde allí surgió la primera alarma y el pedido de preservar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta, en sus siglas en inglés). Más de 60 organizaciones agroalimentarias como el Consejo de Productores de Cerdo o las Asociaciones Nacionales de Sorgo y Girasol, solicitaron mantener el acuerdo con México y Canadá. "El tratado permitió cuadruplicar las exportaciones al sector alimentario y generar 15 millones de empleos. Así logramos tener una industria alimentaria eficiente e innovadora", afirmaron.
"A río revuelto, ganancia de pescadores", dice el refrán que valdría la pena tener en cuenta en un escenario mundial convulsionado. Todo indica que el que se queda quieto pierde. La pelea entre México y EE.UU. puede abrir entonces una puerta muy interesante para acelerar un acuerdo bilateral con México que entre otras cuestiones es el principal importador mundial de leche en polvo.
Con el gobierno de Trump comienza una dinámica distinta.
¡A ajustarse los cinturones!
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