Expertos ligados al agro destacaron que los derechos de exportación no sirven para frenar los precios y, en cambio, desalientan cualquier aumento de la producción; los productores enfrentan los mayores costos en 10 años para sembrar el cereal
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Esta mañana, el presidente Alberto Fernández sostuvo que para hacer frente al aumento de los precios de los alimentos las retenciones son “el instrumento con el que más fácilmente se desacoplan los precios internos de los internacionales”. Así lo afirmó en declaraciones radiales al analizar el impacto que tiene en la Argentina el conflicto armado entre Rusia y Ucrania, países que entre otros productos representan casi el 30% del comercial global del trigo.
Sin embargo, especialistas consultados por LA NACION afirmaron que los precios “ya están desacoplados”. Además, destacaron que el impacto de cualquier nueva suba de las retenciones no será significativo para bajar los precios locales. Con más retenciones al trigo, el Gobierno solo se ahorraría una semana de inflación. En cambio, esa medida desalentaría la siembra de trigo que ya comenzó.
“Ahora, las retenciones son un tema legislativo y necesito que el Congreso entienda el problema y llegado el caso acompañe una decisión de esa naturaleza”, agregó el jefe de Estado en declaraciones a Radio Con Vos. Más tarde, el ministro de Agricultura, Julián Domínguez, negó una suba de los derechos de exportación.
Según David Miazzo, economista de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de la Argentina (Fada), los precios “ya están desacoplados por dos vías: los derechos de exportación y la brecha cambiaria”.
En rigor, explicó que en el caso de la primera, el trigo ya tributa el 12% por lo que ya es con ese porcentaje más barato que en Uruguay y Brasil. Es decir, que “ya hay un desacople por esa vía”, indicó. Y respecto a la segunda, detalló que al productor argentino al cereal se lo pagan a un dólar de $120. “Eso y el 12% [de retenciones] es menos de 100 pesos en dólares, cuando el dólar realmente está en 200″, aseguró.
Por otro lado, Miazzo planteó que, si se subieran las retenciones, el impacto sobre el precio final de los productos que llegan a la mesa de los argentinos será “totalmente insignificante”.
En ese sentido, explicó que en el caso del pan representa el 13% del valor final, es decir, que si aumentara el derecho de exportación 10 puntos, del 12 al 22%, el impacto que va a tener sobre su valor va a ser del 1,3 por ciento.
“Es una semana de inflación siendo que, por ejemplo, para mayo se espera una inflación del 5%”, remarcó y agregó: “Algo parecido pasa con los fideos, que tienen una participación similar, y en el resto de los productos farináceos, que tienen mayor valor agregado, la participación del trigo es aún más baja”.
Algo similar, detalló, pasa con el maíz, que representa el 11% del precio final de la carne vacuna. “Si yo hoy le subo 10% [las retenciones], tengo un impacto en el costo de producir carne de un 1,1%. En el caso de la leche es el 6%, en los pollos cerca del 20% [el peso de la materia prima]”, dijo.
Por otro lado, apuntó: “El presidente ofrece a Macron [el presidente de Francia] y al mundo occidental que la Argentina puede ser proveedora de alimentos ante esta guerra y la primera propuesta que se le ocurre es un desincentivo a producir y exportar, que es lo que hacen con el aumento de las retenciones”.
Además, enfatizó que en lugar de aumentar las retenciones el Gobierno debería tomar medidas que sean focalizadas. “Se debería subsidiar a quienes realmente lo necesitan, por ejemplo, con la Tarjeta Alimentar, que es una herramienta que sabemos que sí funciona. En lugar de ir por una que sabemos que no funciona, que genera desincentivo a la producción y rompe la cadena”.
Tras los dichos del presidente Alberto Fernández, en diálogo con LA NACION el economista del Ieral, Juan Manuel Garzón, destacó: “Hoy la Argentina en el mercado interno tiene el precio del trigo más barato del mundo porque justamente ya está desacoplado”.
En rigor, para el especialista, la diferencia de precio es resultado de “los tres mecanismos de intervención que ya aplicó el Gobierno: el cobro de los derechos a la exportación, las restricciones cuantitativas a la exportación y la creación de fideicomisos”. Remarcó que “el proceso de aceleración inflacionaria continúa mientras lo único que se logra es penalizar la exportación y desincentivarla”.
“El problema de la inflación argentina no está vinculado al contexto externo, a la suba de los precios de las commodities y al conflicto Rusia-Ucrania, sino que es consecuencia de la política económica doméstica, que se caracteriza por una política fiscal muy expansiva y una política monetaria muy laxa. Entonces se sigue insistiendo con estos instrumentos, que lo único que hacen es desincentivar o castigar a la cadena en su conjunto porque le quita la posibilidad de aprovechar un contexto internacional que para la economía argentina es muy favorable”, indicó.
“El verdadero argumento para subir los derechos a las exportaciones es recaudatorio porque el gasto público no para de crecer”, precisó.
En la misma línea, Matias Amorosi, analista de mercados de AZ-Group, alertó que “la suba de retenciones en el trigo tendría un efecto contrario al que se busca: desalentaría la siembra en el momento que comienza esta operación y que se extiende hasta julio”.
En ese sentido, sostuvo que los productores “se volcarían a la cebada o a otros cultivos de invierno”, con lo cual “la disponibilidad futura del grano se recortaría y alimentaría una espiral alcista de precios”.
Como ejemplo, Amorosi agregó: “Sería lo mismo que a un fabricante de bicicletas, que ya compró los insumos para producirlas le digan: ‘sobre el precio que programaste, te voy a aumentar los impuestos cuando tengas que vender el producto´, sin aclarar a qué se destinará el importe cobrado. Son medidas destructivas, que generan desinterés en los empresarios para perder las ganas de contratar personal y de crecer”.
“Una eventual suba de derechos de exportación no resuelve el problema de la inflación, que está causada por el déficit fiscal y la emisión sin freno de pesos; es como querer tapar el sol con las manos. Da la impresión que es un anuncio para incitar a que los productores vendan “por las dudas” ante el temor de que los precios sean más bajos más adelante. No tiene nada que ver con el mensaje que el Gobierno quiere instalar de una Argentina en actividad y en crecimiento”, remarcó.
Según Amorosi, pese a los altos precios, el margen neto del trigo de la campaña 2022/23 “es ajustado porque los fertilizantes subieron más que el grano, al tiempo que aumentaron los alquileres, las labores y los fletes”.
“Cualquier recorte en el precio de venta llevará a los productores a volcarse a la soja de primera, un cultivo que exige menores costos para su implantación, o a la cebada en algunas zonas donde da rendimientos superiores a los del trigo”, afirmó.
“El trigo 2022/23 tiene los costos más altos de los últimos diez años -750 a 800 dólares por hectárea en campo arrendado-, lo que exige al empresario un aumento superior al 50% en el capital de giro puesto en juego para la implantación, protección y cosecha del cereal. Y nadie puede asegurar si ese monto hundido se recuperará o no de acuerdo a la evolución del clima y del mercado de trigo en los próximos meses”, añadió.
“Otros países también enfrentan las cotizaciones actuales del trigo y la inflación no se catapulta ni llega a los niveles astronómicos de la Argentina; es decir que la inflación tiene otras causas distintas del aumento del precio de algunos granos”, subrayó Amorosi.
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