Esta semana CIARA-CEC informó el ingreso de divisas durante noviembre, US$ 2042 millones, y el acumulado total enero-noviembre llega al súper record deUS$ 30.129 millones. La cifra no tiene antecedentes en la historia mundial, un incremento anual del 62 % en los 11 meses del año, equivalente a un aumento de US$ 11.546 millones. Esta es la buena noticia.
La mala noticia es que el Gobierno se consumió todas las reservas entre intentando frenar el precio del dólar blue, abastecer los subsidios al desempleo, seguir con el atraso de las tarifas, no ajustar el gasto público, etcétera. Solo durante noviembre el Banco Central debió vender US$2500 millones para evitar que el dólar blue siga su curso alcista.
Podemos entonces confirmar que gracias al sector agropecuario la Argentina no se ha quedado sin reservas, y ha podido continuar con la fiesta de subsidios, atraso cambiario y demás. Hay que tomar conciencia de que será muy difícil que el año próximo el sector se repita el ingreso de divisas récord que tuvimos este año.
Los números preliminares arrojan una caída de US$2000 millones de dólares en el ingreso de divisas, ya que el aumento de producción no es suficiente para compensar la baja que se proyecta en el precio de los commodities para el 2022. Mientras tanto, el país debe atravesar diciembre con alta dosis de incertidumbre, ya que el Gobierno tendrá que definir cuándo hará el acuerdo con el FMI, y cuáles serán los principales cambios a implementar en la política cambiaria, monetaria, subsidios y gasto público, por citar los principales temas de agenda.
Hay un tema que ronda la cabeza de muchos funcionarios públicos y economistas, el posible aumento en las retenciones a las exportaciones. Sería un gravísimo error que el Gobierno decida aumentar las retenciones, cambiando las reglas de juego entre la siembra y la cosecha.
Está todo ya sembrado y el productor no tiene escape ni puede cambiar su plan de siembra y el paquete tecnológico ya está definido. La consecuencia mas grave será la próxima cosecha 2022/23, pues habrá caída en la superficie de siembra, producción y saldos exportables, ergo menos divisas y menos ingreso por retenciones.
El futuro plan económico tendrá impacto directo sobre la cosecha actual y sobre las expectativas futuras. El Gobierno debería aplicar una política de retenciones totalmente a la inversa, debería bajar las retenciones en forma gradual con un cronograma de reducción quinquenal.
La escala podría ser un 3% de reducción anual en el caso del trigo y el maíz, y un 5% de reducción anual en el caso de la soja, y reduciendo el 8% las retenciones al aceite y la harina de soja.
El Gobierno tiene una bala de plata, implementar el plan elaborado y presentado por el Consejo Agroindustrial Argentino, que podrá generar 700.000 puestos de trabajo adicionales, aumentar el ingreso de divisas a US$ 100.000 millones, beneficiando a quienes aplican tecnología, utilizan fertilizantes , y otros beneficios más directos para las económicas regionales, como la reducción a 0% las retenciones a la exportación.
Mientras el Gobierno define qué hacer y cómo llegar a un acuerdo con el fondo, los productores agropecuarios están enfocados en cómo producir mas y mejor, lo que no se logra con la actual presión impositiva.
Titular de Pablo Adreani & Asociados
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