En enero de 2010, la entonces presidenta vinculó ciertos atributos con la sexualidad y abrió un debate que saltó a la opinión pública y cruzó a diversas personalidades
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En los 100 años de vida que cumple hoy la Asociación Argentina de Productores Porcinos (AAPP) son muchas las historias y anécdotas que circunvalaron a la entidad. También en ese tiempo la carne de cerdo dejó de ser pensada como parte de un chacinado para convertirse en protagonista de la parrilla y de la cocina de los argentinos.
Con 18 años como presidente de la institución (del 2000 al 2018), el ingeniero zootecnista y ahora asesor de la actividad, Juan Uccelli recordó algunos pasajes de la biografía porcina argentina. “En 1987, el Hogar Obrero, que era el principal facturador de la Argentina, se lanzó con la producción porcina, compró granjas en Entre Ríos, en Luján, Bragado y Cañuelas. Compró el frigorífico Minguillon en Moreno. Así tuvo toda la cadena y fue el primero en empezar a vender cortes de carne de cerdo fresca en góndolas. Recuerdo que en su ocaso, el negocio del cerdo le permitió por dos o tres meses pagar los sueldos de los empleados”, contó a LA NACION.
Según detalló, en 1989 se consumía 5,5 kilos por habitante por año, donde 5,2 kilos eran a través de chacinados, como jamón y chorizos. En ese entonces en el país había unos 6000 productores. Sin embargo, dijo, la llegada de Carlos Menem y de su ministro de Economía, Domingo Cavallo, con su plan del “uno a uno fue fatal para la actividad, lo que produjo que a fines de los 90 solo queden 2000 productores”.
“Fueron muchos los que quedaron en el camino, sobre todos los pequeños que no tuvieron espalda para seguir. Entre las razones están que antes el cerdo les servía a los productores de caja chica, pero la aparición del silobolsa lo desplazó porque cada vez que se necesitaba cubrir gastos, ahora estaban los granos embolsados para cubrir. Otra cuestión fue que se quiso salir a competir con todo el mundo sin tecnología, entonces entraba el jamón de Brasil, el pechito de los Estados Unidos, el tocino de Dinamarca y la paleta de Chile y no había cómo competirle. Encima, en 1998 Brasil sale de la convertibilidad y la Argentina se queda, eso terminó de quebrar la actividad”, describió.
“Fue el peor momento, en 1999 terminamos con una importación de 70.000 toneladas, que era el 50% de lo que se consumía en la Argentina, una grosería”, añadió.
Pero no todas fueron malas, señaló el experto. La parte positiva de esos años 90 fue el ingreso al país de genética, tecnología e instalaciones y “lo más importante fue la especialización de técnicos en producción porcina que antes no había”. Se terminó esa década con un consumo de 500 gramos de carne fresca porcina.
Al año siguiente de la crisis de 2001, la asociación decidió tener cuatro ejes claves para la actividad: “erradicar la peste porcina clásica de la Argentina, tratar de frenar las importaciones de Brasil, aumentar el consumo de carne fresca y exportar”. En 2002 ya se había aumentado a un kilo de carne fresca y se mantenían los tres kilos a través de chacinados.
“Con el aporte voluntario de los productores, en 2004 logramos erradicar la peste porcina. Al año siguiente, decidimos hacer una promoción del consumo de carne fresca y aparece el programa ‘Hoy Cerdo’. Ya teníamos un kilo y medio de consumo de carne fresca per cápita, mientras que el chacinado se conservaba igual. Queríamos posicionarnos en el mercado con cortes parecidos a los de la carne vacuna”, indicó.
En cuanto a la exportación, la primera fue en 2008 a Georgia, “que si bien fue un fracaso porque dejaron de pagar sirvió como experiencia”.
A partir de ese momento, el consumo empezó a crecer sin freno hasta 2009, cuando ya se había alcanzado un consumo de cinco kilos de carne fresca por habitante por año. Sin embargo, ese año la aparición de la gripe AH1N1, “mal llamada gripe porcina”, provocó en el país y en el mundo la caída abrupta de su consumo.
“Bajó el pechito y las costillitas pero no así la bondiola que ya había entrado en la parrilla de los argentinos y donde los comensales creían que, como estaba en la parrilla, era carne vacuna”, dijo.
Una de las anécdotas que más recuerda el común de la gente es cuando el 27 enero de 2010 la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner recomendó comer más carne de cerdo para mejorar la actividad sexual.
“Hay un dato que yo desconocía y es que la ingesta de cerdo mejora la actividad sexual, no es un dato menor. Es mucho más gratificante comerse un cerdito a la parrilla que tomar Viagra. Soy fanática de la carne de cerdo y no lo digo para quedar bien ni tampoco para hacerme propaganda de nada. Kirchner me mata cuando llegue a Olivos”, había aconsejado Fernández de Kirchner.
En ese tiempo se consumían solo seis kilos por habitante por año y “el desafío era llegar a 16 y diversificar la matriz alimentaria de los argentinos, con probar no cuesta nada”, destacaba la expresidenta. Al día siguiente, Mauricio Macri, quien era jefe de Gobierno porteño, se hizo eco de las declaraciones de Cristina y dijo que tuvo que bajar el consumo de carne porcina porque “tenía mucha energía”.
También se sumó al debate el sindicalista Hugo Moyano que dijo que a partir de ese momento “iba a desayunar lechón”. En tanto, Alberto Cormillot, médico especialista en nutrición, opinó al respecto. “Si la presidenta lo dijo en serio, está mal asesorada”, señaló aunque coincidió acerca de las propiedades nutritivas de la carne porcina.
Tras esos dichos, en 2011 el gobierno kirchnerista lanzó el programa “Cerdos y lácteos para todos”, promovido por el entonces secretario de Comercio Guillermo Moreno donde camiones recorrerían el conurbano con cortes porcinos a bajo precio: una de las canastas de cuatro kilos de carne a $30, compuesto por dos cortes para puchero, un kilo de carré y un kilo de pechito.
Según aseguró Uccelli, desde 2002 todos los años se aumentó la producción y el consumo, porque “la carne vacuna comenzó a ser cara y la de cerdo pasó a ser muy competitiva y se decidió, además del consumo interno, encarar la exportación”. En la actualidad, se consume 21 kilos de carne porcina por habitante por año.
“En 2015, la asociación fue la incubadora del consorcio de exportación llamado Argenpork, donde los dueños de los cerdos eran los mismos exportadores que vendían al exterior no más del 10% de su producción, el resto quedaba para consumo interno. La exportación tuvo su pico en 2020 cuando se exportó 42.000 toneladas, fue tocar el cielo con las manos”, finalizó.
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