En enero pasado, recibió el “Durazno de Oro” en la 22º Fiesta Provincial de la fruta; el recuerdo de un allegado por la experiencia del conductor televisivo como productor
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A principios de este año, La Campiña, el establecimiento agropecuario y gastronómico de César Mascetti y su esposa Mónica Cahen D’Anvers, les dio un motivo de alegría al ganar un reconocido premio en el sector frutihortícola. Si bien, por entonces, la pareja agradeció el galardón a través de las redes sociales, una fuente cercana a la familia contó a LA NACION que para el conductor televisivo, fallecido hoy, esta fue la respuesta a muchos años de esfuerzo y que “todo lo que hacía estaba bien hecho”.
“Muy agradecidos por esta nueva distinción y reconocimiento como mejor durazno de la temporada”, aseguró la pareja en su momento en la cuenta de Instagram del establecimiento productivo. Fue tras la obtención del premio “Durazno de Oro” en la 22º Fiesta Provincial del Durazno y la producción, que se desarrolló entre el 15 y 16 de enero de este año en la localidad de Gobernador Castro, provincia de Buenos Aires.
La Campiña está ubicada en San Pedro, en la provincia de Buenos Aires, donde encararon el proyecto de sus sueños cuando le pusieron un punto final a su carrera como periodistas. “Para César fue muy importante el premio, no por una cuestión de trascendencia; esto coronaba un gran esfuerzo que tiene que ver desde el peón rural, que va a las 5 de la mañana al campo, como lo hacía él mismo. Este reconocimiento era el tiempo dedicado que se vio coronado con un gran producto. Era saber que todo lo que hacía estaba bien hecho”, dijo Jorge Faraldo, un amigo muy cercano a la pareja, que ayuda con la imagen y marketing de la empresa, en diálogo con LA NACION.
Además, indicó que César siempre respetaba a sus competidores del sector agropecuario. “Para nosotros es una gran satisfacción y estímulo para seguir apostando a esta noble y apasionante actividad, en la que llevamos ya más de 40 años. San Pedro tiene una larga trayectoria y un gran prestigio como zona productora de duraznos, haber logrado producir este año la mejor fruta nos llena de orgullo”, destacaron meses atrás en la publicación en las redes sociales.
El campo, ubicado a menos de dos horas de Capital Federal, tiene alrededor de 700 hectáreas donde realizan dos tipos de actividades: la agricultura y el turismo. El establecimiento cuenta con espacios para eventos y un restaurante que es frecuentado por los turistas, mayormente, los fines de semana. En ese lugar también predominan los árboles frutales como durazno, naranjas, pero también cuentan con plantaciones en menor escala de limones, pomelos y otras frutas cítricas y agricultura variada, que sirven para proveer de materia prima al establecimiento.
A raíz de esta necesidad y para concretar el proyecto que habían soñado juntos, la pareja comenzó a producir alimentos y, si bien el año pasado les dieron el premio al “Mejor Durazno” de la temporada, anteriormente habían recibido este mismo reconocimiento por la calidad de fruta. “Son de muy buena calidad tanto el durazno como la naranja, como bien decía César, todo lo que ellos ganaban en los medios la volcaban en la producción agropecuaria. Hablamos de campos que tienen riego artificial, donde utilizan toda la tecnología. César se volvió un experto en el tema, si bien hay asesoramiento profesional, él era una persona que sabía muchísimo del sistema productivo”, indicó Faraldo.
Años atrás, La Campiña exportaba producción a España, a donde salían los contenedores, pero en el último tiempo se priorizó el mercado local. Trabajaban exclusivamente con la producción propia, porque cuando se exportaba, contó el amigo, se recurría a adquirir producciones de campos vecinos para llegar al volumen. “César decidió comercializar solo lo que tenía y era suficiente para abastecer el mercado local. Antes de terminar la temporada, él se quedaba sin producto porque se vendía todo lo que se cosechaba. Con la campaña de la naranja se había decidido guardar en la cámara para abastecer a la misma Campiña, porque se vendía muy bien”, agregó.
Los productos cítricos abarcan el 80% de la producción de La Campiña, que se complementan con higos, limones, entre otros. Estos sirven para producir materia prima para los dulces artesanales que comercializa el establecimiento. “César toda la vida soñó a La Campiña como una de La Toscana y dijo que quería hacerlo en la Argentina”, contó y agregó que en los últimos meses ese sueño se había recuperado tras el golpe de la pandemia que impactó en el turismo. “La Campiña va a seguir viva, incluso, más que siempre”, puntualizó.
Por último, aclaró que el premio fue producto del trabajo y dedicación que le ponía César junto a Mónica a su sueño.
En su página web, la Campiña destaca que el establecimiento se trata de un lugar único, donde podrán visitar el galpón de empaque, el palomar de César, la huerta con sus maravillosos colores, la dulcería, el almacén, el restaurante y en primavera los naranjos y durazneros en flor.
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